El verano había traído un ambiente muy agradable la ciudad de Nerima.

Sus habitantes gozaban de las piscinas públicas, centros recreativos y demás lugares de diversión y esparcimiento. Sin embargo, ese ambiente no estaba presente en la gran sala del Consejo del pueblo, los ahí reunidos tenían la cara larga y permanecían en sepulcral silencio, cuando la puerta se abrió todos esos ojos se fijaron en Soun Tendo, presidente del consejo ese año, quien de inmediato sintió el peso de todas las miradas sobre él. Lentamente caminó por el recinto, el silencio era tal que sus pasos resonaban como si tuviera plomo en los pies, y tomó su lugar.

Todas las miradas seguían fijas en él, todas eran amenazantes y frías como hielo, Soun tragó grueso y tímidamente se atrevió a preguntar.

-Ejem… ejem… ¿puede alguien decirme cuál es el motivo de esta reunión?.-

Ninguno de los presentes contestó hasta que el Señor Kayoe, su antecesor en el cargo, se puso lentamente de pie y tomó la palabra.

– Pues bien Soun… estamos aquí porque finalmente hemos descubierto la identidad del funesto ladrón de ropa íntima que ha estado asolando nuestra amada comunidad.- El señor Tendo estuvo a punto de irse de espaldas. Kayoe continuó.- Lo más lamentable es que hemos descubierto también que se trata de alguien a quien creíamos una persona honorable.- Sin decir más se acercó a un televisor, provisto de videocasetera, e introdujo una cinta, de inmediato apareció en la pantalla la pequeña figura de Happosai cargando un gran lío de ropa sobre su espalda mientras una multitud de mujeres enfurecidas corría detrás de él. En un momento dado el hombrecillo dio un salto enorme logrando así escapar de sus perseguidoras, más la cámara no lo perdió de vista y lo siguió hasta que entró en un edificio de arquitectura típicamente japonesa, sobre el cual se miraba un letrero «Dojo de la familia Tendo». – Cuando la pantalla se apagó Soun Tendo vio desaparecer con ella toda la luz de su vida. Frente a él los miembros del consejo parecieron hacerse gigantes con ojos rojos y afilados dientes, ninguna piedad se podía esperar de ellos.

-¡NOS HAS TRAICIONADO SOUN!- Gritaron todos al unísono. -¡QUEDAS DESTERRADO DE NUESTRA COMUNIDAD! -¡QUEMEMOS EL DOJO PARA QUE TODOS SEPAN QUE TÚ ERES EL LADRON.-

Repentinamente todo se tornó oscuro y ante sus ojos apareció la figura de Kasumi, quien lloraba amargamente mientras empacaba sus pertenencias.

-¡ OH PAPA TE PEDIMOS QUE HECHARAS DE AQUI AL MAESTRO.-

Sin decir más la joven dio media vuelta y salió corriendo hasta perderse en la sombras, Soun quiso ir detrás ella pero en ese momento se dio cuenta de que estaba sujeto a la silla con fuertes cadenas.

-¡PAPA CÓMO PUDISTE SER TAN DESCONSIDERADO!- Ahora era su hija Nabiki quien parada frente a él, mirándolo con ojos fríos y acusadores, para luego desvanecerse.

-¡ARRUINASTE MI VIDA PAPA, AHORA YA NUNCA PODRE CASARME!- Frente a él estaba Akane llorando al tiempo que sostenía entre sus brazos un vestido de novia desgarrado y sucio. En ese momento un trueno cayo frente a Soun cegándolo por unos instantes, al mirar de nuevo se encontró cara a cara con su difunta esposa. Por un momento la aparición fue un alivio, pero de pronto su rostro de descompuso en una mueca de ira infernal, sus cabellos se volvieron serpientes y las uñas de sus manos se transformaron en garras.

-¡SOUN!- Rugió el espectro.- ¡TE PEDI QUE CUIDARAS DE NUESTRAS HIJAS! ¡QUE NADA MALO LES PASARA! ¡HAS FALLADO Y POR ESO ARDERÁS EN EL INFIERNO!- Al momento el suelo bajo la silla de Soun se rompió como un cristal y el pobre hombre cayó en un mar de llamas rojas.

-¡NOOOO!… ¡SOY INOCENTE!… ¡INOCENTE!…- El grito aún resonaba cuando Soun se incorporó en su lecho, por un momento miró a todos lados hasta convencerse de que estaba a salvo en su habitación. Su respiración se fue calmando poco a poco, de pronto la puesta se abrió y los habitantes de la casa se asomaron al interior.

-¿Papá estas bien?- Preguntó Kasumi acercándose a su padre.

-Sí- dijo un tanto apenado- tuve una pesadilla. Disculpen.- Casi de inmediato todos volvieron a sus cuartos murmurando quejas por ser despertados a media noche. Excepto Kasumi que permaneció con él un poco más. – Ve a dormir hija, ya estoy bien.-

– ¿Seguro?-

– Sí- – Kasumi le dio un tierno beso en la mejilla y se retiró a su cuarto. Soun no pudo volver a dormir. Al día siguiente todo parecía normal, Ranma y su padre pelearon por el desayuno, Akane y Nabiki los criticaron, mientras Kasumi los atendía a todos. Por su parte Soun intentaba concentrarse en la lectura de su periódico. De pronto la pequeña figura del maestro Happosai apareció llevando un gran bulto sobre su espalda.

-¿Quiere desayunar maestro?- Pregunto Kasumi con su particular amabilidad.

-¡Claro!- Respondió el viejo dejando el bulto a un lado. Al hacerlo este se abrió dejando ver su contenido, ¡cientos de pantaletas y sostenes! Al verlos Akane se puso de pie de un salto.

-¡VIEJO DEGENERADO ESAS PANTALETAS SON MÍAS!- Happosai tomo rápidamente el bulto y salió corriendo seguido por una Akane furiosa. Soun tragó grueso, aquello tenía que terminar. Más tarde Ranma, Akane y Nabiki se fueron a la escuela, Kasumi se puso a realizar las labores de la casa, en el Dojo los alumnos comenzaban a reunirse. Sin embargo, el señor Tendo no tenía ánimos para practicar ese día, lentamente se acercó a su viejo amigo Genma Saotome.

-Oiga Saotome. ¿Podría encargarse de la clase de hoy?- Genma miró preocupado a su amigo, él no solía dejar de impartir las clases en el dojo.

-¿Se siente mal Tendo?-

– Necesito atender un asunto.- Ambos hombres se miraron, finalmente Gemma aceptó y se fue a dar la clase. Por su parte el Señor Tendo salió caminando sin rumbo. Por muchas horas anduvo caminó y caminó, pensando cómo podía salvar a su familia de un escándalo. Como presidente del consejo había visto crecer una pila de reclamaciones, todas de mujeres furiosas por el robo de su ropa íntima, hasta inundar la oficina. Pero ¿qué podía hacer?, ¿correr al maestro?, ¡imposible! ni siquiera Ranma había podido derrotarlo. ¿Embriagarlo como la última vez? cuando él y Genma lo dejaron sepultado, no, pese a todo el viejo no sería tan tonto como para caer en eso, además temía que regresara a vengarse.

¿Matarlo?, no, a pesar de lo molesto que podía ser el vínculo de maestro y discípulo era demasiado fuerte como para eso.

¿Entonces qué podía hacer? Eran casi las 3 de la tarde cuando emprendió el regreso a casa. Como ya tenía hambre optó por cortar camino atravesando la zona comercial de la ciudad, pronto se vio rodeado de gente aunque él se sentía solo. De pronto, un tipo que caminaba en sentido contrario lanzó al aíre una hoja de propaganda que venía leyendo. Ésta fue tomada por una ráfaga de viento que la arrojó justo contra la cara de Soun. – ¡OIGA!- Gritó furioso al tiempo que se quitaba la propaganda de la cara, el tipo ni siquiera volvió la cabeza, enojado por aquella aptitud Soun estrujó la hoja en sus manos y estaba a punto de romperla cuando el encabezado de la hoja, escrito con grandes letras rojas, llamó su atención. Curioso lo extendió y leyó su contenido.

“¿TIENE GRANDES PROBLEMAS? ¡CONSULTE AL DR. KIRO!» ¡EL GRAN MAGO, ASTRÓNOMO Y NIGROMÁNTICO DR. KIRO ES CAPAZ DE RESOLVER CUALQUIER PROBLEMA QUE LO AQUEJE. ! ¡SOLUCIÓN INMEDIATA! ¡GARANTIZADO! ¡NO HAY PROBLEMA QUE EL DR. KIRO NO PUEDA RESOLVER!».

Por un momento se quedó pensativo. ¿Un mago? ¿Por qué no? En el tiempo que Ranma y Genma habían vivido en su casa Soun Tendo había visto suficientes cosas raras como para no dudar de la eficiencia de la magia. Además ¿qué podía perder? Decidido leyó la dirección, era a sólo unas calles del lugar donde se encontraba, y se encaminó hasta allá. En poco tiempo llegó frente a una gran tienda de artículos medicinales y místicos, al entrar mostró la propaganda a una mujer que se encontraba detrás del mostrador, sin decir una palabra ésta lo condujo a la tras tienda y después de señalarle una escaleras ascendentes regreso al local. Soun subió por las escaleras, éstas rechinaban bajo su peso provocándole un escalofrío, al llegar a la parte alta se encontró frente a una puerta corrediza, pero antes de que pudiera tocar una voz chillona se dejó escuchar.

-¡Adelante amigo! ¡Adelante!.- Soun tragó grueso pero armándose de valor abrió la puerta. En el interior se encontraba un cuarto ricamente adornado con estatuas de dragones, alfombras y cortinas chinas, así como imágenes de Buda en color dorado. Al fondo de la habitación, apenas visible a causa del humo que varios incensarios esparcían en el aire, se encontraba un anciano vestido con una larga bata china de seda negra que resaltaba el tono pálido de su piel, sus ojos estaban ocultos tras unas gafas oscuras aseverado aún más el aspecto cadavérico de su rostro, con pasos suaves se acercó al recién llegado y respetuosamente hizo una caravana, Soun retrocedió a causa del miedo, pero reaccionando devolvió el saludo. Después anciano condujo a Soun hasta una pequeña mesa donde ambos tomaron asiento sobre mullidos cojines.

Contrariamente a lo que Soun esperaba el anciano no le hizo ninguna pregunta, en lugar de eso sacó un manojo de cartas de un pequeño cofre, sus manos huesudas comenzaron a revolverlas para después tomar varias de ellas.

-¡Oiga!- dijo impaciente al ver que el anciano no parecía hacerle caso.

-¡Silencio!- Dijo el chino mientras miraba detenidamente una de las cartas que había tomado. Irritado Soun se puso de pie y caminó hacia la puerta pero cuando estaba a punto de abrirla escucho la voz del anciano.

– ¡Su problema es la lujuria!- Soun se volvió rápidamente hacia el mago que seguía sentado en la mesa.- ¡Alguien que tiene un vinculo muy profundo con usted esta invadido de lujuria.-

-¿Cómo lo supo?- Dijo Soun mientras volvía a tomar asiento.

– Las cartas me dicen todo honorable señor.-

-¿Puede ayudarme?-

-Eso depende Señor. ¿Qué es lo que desea usted?- Soun lo meditó un momento y al fin contestó.

-¡Quiero que se vaya de mi casa!- El viejo mago volteó otra carta y tras estudiarla un momento contestó.- Las cartas me dicen que la persona que lo atormenta es poderosa y que no será fácil echarlo.-

-¡Haré lo que sea necesario!- Dijo Soun con decisión.

– Muy bien.- El anciano juntó las cartas y las guardó de nuevo en el cofre. Después lo deposito a su lado derecho. Luego giró hacia su lado izquierdo y depositó sobre la mesa tres objetos, un pequeño saco lleno de perlas blancas, un cofre pequeño y un dije en forma de esfera. Mientras Soun contemplaba los objetos el anciano le explicó lo que debía hacer.

– Para que la magia pueda cumplir su misión será necesario que la persona este débil. Para eso deberá colocar una perla bajo su cama todas las noches y recogerla al día siguiente, luego póngala en el cofre. Soun tomó una de las perlas y la miró de cerca, no le encontró nada extraordinario. Así que se atrevió a preguntar. – ¿Cuántas veces tendré que hacerlo?-

– Hasta que la perla que dejó el día anterior no cambie de forma.- Soun lo miró incrédulo. El anciano continuó.- Cuando eso pase deberá hacer girar este dije sobre él mientras duerma, lógicamente eso significa que deberá pasar la noche en vela, cuando lo esté girando repita mentalmente cuánto tiempo quiere que se vaya. También en este caso deberá repetir esta acción cuantas veces sea necesario.-

Soun permaneció un momento en silencio. -¿Dará resultado?-

-¡Lo garantizo Señor!-

– ¡Acepto!- Soun extendió las manos para tomar los talismanes, pero antes de que lo cogiera el viejo lo sujeto con fuerza de las muñecas, las manos huesudas era frías como las de un muerto, Soun se quedó sorprendido. El anciano lo miró fijo y le habló severamente. -¡Una advertencia Señor! El mismo día que esa persona se vaya de su casa deberá tomar el cofre y arrojarlo a un río, si no lo hace, cosas terribles podrían ocurrir.- Sin decir más el viejo mago lo soltó y con indiferencia le dio los objetos.

Las primeras sombras de la noche habían caído sobre Nerima cuando el señor Tendo regresó a su casa. Al entrar escuchó las voces de la familia reunida en el comedor, lentamente se acercó y miró quiénes estaban ahí, con gusto descubrió que Happosai estaba comiendo. De pronto sufrió un sobresalto cuando la dulce voz de Kasumi se dirigió a él.

– Qué bueno que llegaste papá. Siéntate, te serviré enseguida.- Al verse descubierto Soun echó mano de su ingenio. – -Gracias hija… oh pero antes tengo que lavarme las manos.- Sin decir más se fue del comedor pero no rumbo al baño sino a las habitaciones. Rápidamente, pero sin hacer ruido, entró al cuarto del maestro y levantando su colchoneta colocó con cuidado una de las perlas mágicas bajo ella. Luego bajó a toda prisa y volvió a entrar al comedor, por un momento todos lo miraron.

– ¿Qué?- Interrogó ante la insistencia de las miradas. Nadie le contesto y todos siguieron cenando. La noche pasó y al día siguiente Happosai salió a robar ropa íntima como siempre. Esto hizo que Soun se sintiera defraudado e incluso pensó en devolver los supuestos objetos mágicos. Abatido subió a recoger la perla, a fin de devolverlo todo, más al levantar la colchoneta se llevó una sorpresa, la perla estaba ahí pero ya no tenía ni su tamaño ni su color original, ahora era del tamaño de una pelota de tenis y su color era negro brillante. Entonces recordó las palabras del anciano mago, » deberá usar varias de estas perlas antes de lograr su objetivo». Un tanto temeroso el señor Tendo tomó la perla en su mano y la llevó a su habitación donde la depositó en el cofre, al cerrarlo se comprometió a repetir la acción cuantas veces fuera necesario.

En total fueron 30 noches las que Soun depositó las perlas mágicas bajo el lecho de Happosai, a lo largo de ese plazo el señor Tendo se dio cuenta de que la lujuria del maestro disminuía paulatinamente, gracias a eso pasaba más tiempo durmiendo, comiendo o viendo la televisión que robando ropa íntima, aunque no dejó de hacerlo, incluso se dio tiempo para enseñar a Ranma un par de trucos nuevos. Aun así Soun estaba dispuesto a seguir adelante con su plan. Finalmente llegó el día anhelado en que encontró la perla exactamente igual que la noche anterior.

Esa misma noche cuando todos estaban dormidos Soun se levantó y sin hacer ruido entro al cuarto del maestro, conteniendo la respiración se colocó cerca de la cabeza del viejo, con sumo cuidado puso su mano sobre él y dejó que el amuleto comenzara a girar, de inmediato el talismán despidió una luz plateada, por un instante temió que el viejo despertara, pero en lugar de eso Happosai empezó a reír y hablar dormido. Al día siguiente todos se sorprendieron al ver el rostro ojeroso y demacrado del señor Tendo.

– Te ves muy mal papá. ¿Quieres que llame al Dr. Tofu?- Dijo Kasumi mientras le servía el desayuno.

-Estoy bien hija.-

– Yo no te veo bien.- Replico Akane.- Creó que deberías ir al médico.-

– ¡Dije que estoy bien!- Afirmó antes de ocultar su rostro detrás del periódico. Por fortuna para el señor Tendo esta vez sólo fueron necesarias tres noches para que la magia hiciera su trabajo, así en el amanecer del tercer día, mientras tomaban el desayuno, Happosai les comunicó su decisión de emprender un último viaje de entrenamiento.

-¿Seguro que quiere irse maestro?- Pregunto Genma incrédulo.

-Seguro.- Respondió Happosai cruzando los brazos y adoptando ese aire misterioso que le daba seriedad a sus palabras.

-¿Por qué quiere irse maestro?- Esta vez fue Kasumi quien preguntó, en su voz se advertía una sincera preocupación. Happosai la miró y respondió con melancolía.-Ya estoy Kasumi. Hay muchas cosas que quiero volver a ver antes de que mis ojos se cierren para siempre.- Los demás permanecieron en silencio.

Al día siguiente Happosai empacó algunas cosas y se despidió de la familia. No bien se había ido Genma y Soun empezaron a celebrar.

-¡Finalmente nos deshicimos de él Tendo!- Grito Genma mientras comenzaba a bailar alocadamente. – ¡Sí, señor Saotome! ¡Ahora podemos vivir en paz! ¡Oh que hermosa es la vida!- Los dos amigos bailaron, rieron y tomaron sake, mientras los demás los miraron un tanto avergonzados por sus arrebatos. La celebración duró hasta bien entrada la noche, todos se habían ido a dormir excepto Kasumi quien los vigilaba, preocupada por su conducta, mientras ellos seguían cantando y bailando. Todo tiene un límite y la paciencia de Kasumi no fue la excepción, así que cuando el reloj marcó las 11 de la noche, la joven se levantó molesta y sin decir nada les dio un empujón, los dos estaban tan borrachos que cayeron al suelo como costales de arena y una vez ahí se quedaron dormidos.

-¡Qué par!- Penso Kasumi al tiempo que apagaba la luz y emprendía el camino hacia su cuarto. La casa quedó entonces hundida en un profundo silencio. Hasta que el reloj volvió a sonar una hora después, a las 12 en punto, entonces un sonido sordo se dejó escuchar dentro del cuarto de Soun. La causa era el misterioso cofre que se estremecía animado por fuerzas sobrenaturales, súbitamente comenzó a dar saltos, la tapa se zarandeaba cada vez con mayor fuerza, como si una imposible fiera luchara por escapar de su encierro. De pronto la tapa se abrió y las negras esferas brincaron fuera de su prisión. Por un momento rodaron sin control hasta que dos de ellas chocaron entre sí, el resultado fue que ambas se fundieron en una sola esfera de mayor tamaño, las demás comenzaron a unirse también hasta que la esfera fue tan grande como una pelota de playa.

Sin embargo, aun cuando todas las esferas se reunieron, la masa oscura no dejó de crecer, pero gracias a su extraña naturaleza atravesó las paredes sin causar daño a la casa, al hacerlo «tocó» a cada uno de sus habitantes, quienes tuvieron una sensación de profundo calor. La esfera negra siguió creciendo hasta que envolvió toda la propiedad, dándole un aspecto curioso, como un adorno dentro de una pecera, de pronto emitió un gran destello y desapareció.

El tiempo siguió su marcha, cerca de las 4 de la madrugada Soun se levantó del suelo, en su mente brumosa existía la certeza de tener que hacer algo, de súbito recordó lo que era, tambaleándose sitió a su habitación y buscó el cofre, misteriosamente lo encontró justo donde lo había dejado, torpemente lo tomó y salió de la casa hacia el río cercano; una vez ahí lo arrojó a la corriente y regresó a su hogar.

Horas después la familia se reunió para desayunar, todos miraron con desaprobación los rostros macilentos de los dos hombres que ahora lamentaban su «celebración».

-¡Papá no debes beber en esa forma!- Lo recriminó Akane.

– ¡Sí, papá, es un mal ejemplo!- Apoyo Nabiki. Soun no respondía, sólo sujetaba su cabeza esperando que el dolor pasara. – – ¡Si mamá te viera seguro que te mataba!- Sentenció Ranma. – -Ranma no me digas esas cosas.- Genma colocó ambas manos sobre su cabeza.-Oh cuándo se me pasará este dolor.-

-Pronto, papá.- dijo Ranma acercándose a su padre.- ¡DESPUÉS DE QUE TE DUELA MÁS AÚN!-El grito cimbró a Genma de tal manera que cayó de espaldas.

-Ranma no deberías tratar así a tú padre.- Reprendió Kasumi.

-Déjalo.- Nabiki miraba con malicia a los hombres de la mesa, eran tan infantiles.- Se lo merecen.-

-Oh dios.- Kasumi movió la cabeza. Después de un rato Ranma, glotón como siempre, extendió su plato hacia Kasumi. -¿Podrías servirme un poco más?-

-Claro.- La joven tomo el plato, volvió a llenarlo de arroz, y lo devolvió a su dueño. Cuando Ranma tomo el plato sus dedos rozaron los de Kasumi, un extraño escalofrío le corrió por todo el cuerpo, su apetito desapareció mientras sus ojos quedaban prendados de la grácil figura de la joven, primero miro sus manos, finas y suaves pese a las labores hogareñas, los brazos bien torneados y firmes, sus hombros, visibles gracias al escote de su vestido, semejaban palomas blancas y tiernas, su delgado cuello lo llevó a mirar su hermoso rostro, sus facciones finas y llenas de belleza. A su mente acudió la visión de la chica corriendo por la playa, qué hermoso era su cuerpo, sus pechos de buen tamaño, sus nalgas firmes; sus piernas largas y bien torneadas. Ranma no supo en qué momento su polla se puso dura como una roca, al tiempo que sus testículos le hormigueaban ansiosos por dejar escapar su contenido.

-¡OYE! ¿QUÉ TE PASA?- La voz chillona de Akane lo sacó de su ensueño. Su prometida lo miraba amenazante, como una fiera lista para saltar sobre él.

-¡Nada!- Ranma apartó los ojos de Kasumi y se puso a devorar el contenido del plato, su rostro estaba rojo de vergüenza, al terminar dio las gracias y salió corriendo del comedor.

-¡RANMA!- Akane lo miró desaparecer por las escaleras.- Qué raro. ¿Qué será lo que le pasa?-

-Quién sabe.- Dijo Nabiki con gesto aburrido mientras leía su revista femenina. Al cabo de un momento se estiró perezosamente y poniéndose de pie camino hacia su cuarto.- Mejor apúrate o se te hará tarde.- Akane terminó su desayuno y se fue a cambiar de ropa. Kasumi recogió los platos de la mesa para llevarlos a la cocina, al abrir la puerta escuchó la voz de su padre.

-Kasumi.- La joven volteó a verlo.- Por favor avisa a los alumnos que hoy no habrá clase.-

-Está bien papá.- Cuando su hija se fue Soun, seguido por Genma, se fue a su cuarto a dormir. Más tarde, después de cumplir el encargo de su padre, Kasumi comenzó con sus tareas domésticas con el lavado de la ropa. Como siempre empezó por separar la ropa blanca de la de color antes de meterla en la lavadora. Al principio todo parecía ser como siempre, pero de pronto todo cambió, al tomar unas pantaletas de Akane. Kasumi percibió un aroma dulce, algo que nunca había olido antes. Desconcertada miró a su alrededor buscando la fuente de aquella escénica, con sorpresa descubrió que el olor provenía de la prenda que sostenía entre sus manos. Llena de curiosidad acercó un poco la ropa a su nariz comprobando que el aroma se hacía más fuerte, conforme aspiraba su mente cayó en un estado casi hipnótico, sin darse cuenta pegó la prenda a su nariz y respiró hondo, al momento sus sentidos se sacudieron, sus pezones se endurecieron provocándole un delicioso cosquilleo, un calor brutal se extendió por todo su cuerpo al tiempo que su coño latía con fuerza, inflamado por un deseo hasta entonces desconocido.

Temblando como una hoja la joven soltó la prenda y tomó otra, así fue aspirando el aroma de las prendas íntimas de sus hermanas, de su padre y de Genma, finalmente tomó una camiseta de Ranma, vacilando la acercó a su rostro y aspiró, el olor de la prenda era una mezcla de lo femenino y lo masculino, debido a la maldición de Ranma, que excitó más que ninguna otra, el calor que invadía su cuerpo aumento, no supo cuándo sus manos comenzaron a frotar la ropa masculina contra la delicada piel de sus hombros, ni cuándo una de ellas bajó hasta su entrepierna para acariciar su tesoro íntimo por encima de su larga falda. Una fina capa de sudor se fue extendiendo por su cuerpo, la boca se le secó y el ardor corrió por sus venas como un río de lava. Los jugos de su sexo habían humedecido ya sus pantaletas pero eso no aplacaba el deseo que la consumía. Con la mente nublada por aquella extraña fiebre Kasumi tiró al suelo toda la ropa sucia y sin pensarlo se recostó sobre ella boca abajo, la mezcla de sudores la enardeció más aún, con desesperación jaló su falda para dejar que su mano tocara directamente su sexo, el contacto de los dedos sobre su clítoris casi la hizo gritar. Con frenesí apoyó un poco las rodillas en el piso para levantar su cadera facilitando así el roce de su coño. Su respiración se hizo pesada conforme sus dedos se abrieron camino dentro de ella, poco a poco fue acelerando el ritmo de su mano, mientras que con la otra se oprimía los pechos con violencia o bien atraía más ropa hacia su rostro, en su mente desfilaban las imágenes de todos los hombres que conocía el Dr. Tofu, el carnicero, el tío Genma, Ranma; pero también se hacían presentes sus hermanas. Hundida en aquel torbellino sintió la llegada del orgasmo, un orgasmo violento que la hizo clavar con fiereza su mano dentro de su coño, todo le dio vueltas y cayó desmayada.

Minutos más tarde recobró la conciencia, de un salto se levantó y miró horrorizada el lecho de ropa sucia donde se había masturbado tan salvajemente, asustada salió corriendo del cuarto de lavado.

-¿Qué pasa conmigo?-

Mientras tanto, en la escuela secundaria Furinkan, Akane y su grupo jugaban voleibol en una cancha al aire libre, la joven era la estrella y gracias a ella estaban a punto de ganar. En un momento del partido una de las oponentes golpeó el balón con fuerza, Akane se tiró un clavado para impedir la anotación y poner la bola al alcance de sus compañeras; la maniobra tuvo éxito y fue su amiga Yuka quien mandó la bola de regreso a sus enemigas, aunque no logró anotar, fue suficiente para que el entrenador tocara el silbato dando el juego por terminado. Las vencedoras se abrazaron mientras Akane seguía de rodillas en el suelo.

-¿Estás bien Akane?.- La joven levantó la cara y vio los rostros preocupados de sus amigas, Sayuri y Yuka, que la ayudaron a ponerse de pie.

-Algo entró en mi ojo.- La chica hizo el ademán de tallarse los ojos, pero Yuka la detuvo.

-No hagas eso podrías lastimarte. Deja que te sople.- Akane se quedó quieta y Yuka acercó su cara a la suya, suavemente lanzó un poco dentro del ojo de su compañera para limpiarlo. Tras hacerlo un par de veces Akane sintió alivio, las manos de Yuka sujetaron suavemente su cabeza, al instante Akane sintió un estremecimiento que le corría por todo el cuerpo, de pronto las manos de su amiga le parecieron encantadoras, su rostro cubierto de pecas le pareció atractivo tanto que el rubor subió a sus mejillas.

-¡A LA DUCHA!- El grito de la capitana la hizo reaccionar y dio un paso atrás para alejarse de Yuka. -Lo siento.- Dijo la pecosa.- ¿Te lastimé?-

– ¿Eh?… no… Claro que no… Ya estoy bien.- Akane sonrío tontamente.

– Qué bien – Yuka también sonrió. – -¡Oigan! ¡¿Qué están esperando?!- Ambas voltearon y vieron que Sayuri, junto con el resto del equipo, se alejaba rumbo a las duchas.

-¡Ya vamos!- Con un rápido movimiento Yuka tomó la mano de Akane y tirando de ella se lanzó a la carrera detrás de sus compañeras. Akane sintió que el corazón golpeaba con fuerza en su pecho, ¿era por la carrera o por el contacto de la mano de su amiga sobre la suya? Cuando llegaron a las duchas la capitana del equipo les recordó a Akane y Yuka que ellas tenían el turno de montar guardia mientras las demás se duchaban, precaución instituida a causa de las incursiones de Happosai, aunque la chica Tendo sabía que el viejo no aparecería ese día no quiso decirlo y aceptó hacer la guardia. Minutos después, mientras el equipo se vestía, ella y Yuka entraron a las regaderas para asearse.

Por primera vez Akane se sintió incómoda al desnudarse frente a una de sus compañeras de equipo, sin embargo, la indiferencia de Yuka la hicieron sentirse ridícula. Aun así optó por tomar una regadera frente a su amiga en vez de tomar la de al lado, Yuka no pareció darle importancia, poco después el agua caliente corría por los cuerpos juveniles limpiándolos del sudor y el polvo. Akane miraba de vez en cuando por sobre su hombro, contemplando el correr del agua sobre la piel de su amiga. Yuka no poseía una belleza fuera de lo normal, era delgada, de senos pequeños que daban a su torso el aspecto de un muchacho, tampoco tenía grandes caderas y su piel estaba cubierta de pecas. Pese a ello Akane la miraba extasiada, los simples movimientos de tallar y enjuagar su cuerpo le parecían encantadores. Al poco tiempo sintió su coño caliente y húmedo, sin dejar de mirar a su compañera comenzó a pasar sus dedos por los palpitantes pliegues de su sexo luego, con una audacia que la sorprendió a ella misma, comenzó a frotar su clítoris. Con fuerza apretó las quijadas para no dejar escapar ningún ruido que delatara su acción.

-Akane- La voz de Yuka helo la sangre de la joven.

-¿Si?- respondió Akane son volver la cara.

-¡Puedes hacerme un favor!- Tímidamente Akane se volvió, Yuka estaba de espaldas a ella lo cual la tranquilizó un poco, con pasos vacilantes se acercó a ella.

-¿En qué te ayudo?-

– ¿Podrías tallarme la espalda? No me alcanzó.- Akane estuvo a punto de echarse a correr, sus pezones se pusieron duros y se irguieron como impulsados por una descarga eléctrica, al tiempo que su coño se humedecía incontrolablemente. -¿Akane?- La joven dio un salto y miró la mano de Yuka que le extendía el estropajo lleno de jabón. Por varios segundos Akane libró una batalla consigo misma, al fin tomó el estropajo, Yuka se dio la vuelta, y puso su mano sobre los hombros de su amiga. Suavemente comenzó a tallar aquella piel blanca y llena de pecas, con mucho cuidado dejó que la yema de sus dedos tocaran el cuerpo de Yuka, deslizándose por los hombros, el cuello y la espalda. De pronto Yuka se volvió, Akane por poco se va de espaldas.

-Gracias.- Dijo mientras tomaba de nuevo el estropajo. Sin decir nada Akane se dio la vuelta para regresar a su lugar. Pero antes de que pudiera dar un paso la mano de Yuka la sujetó por el brazo.

– Ahora me toca a mí.- Sin resistirse la joven Tendo se volvió para que Yuka tallara su espalda. – -Qué bellos hombros tienes Akane.- Comentó Yuka mientras deslizaba su mano por la espalda de su amiga, desde los hombros hasta casi tocar el nacimiento de las carnosas nalgas. Akane cerró los ojos, sentía cómo aquellas manos la hacían estremecer, provocando en ella sensaciones que nunca antes había conocido. De pronto un suave ruido llego hasta sus oídos, el estropajo había caído al suelo, pero las manos de Yuka seguían acariciando su espalda. Antes de que pudiera decir nada advirtió cómo una mano femenina se apoderaba de uno de sus senos, el contacto de esos dedos hizo que Akane brincara y abriera los ojos sorprendida. Yuka mandó su otra mano hasta el coño de Akane y sin dudar comenzó a acariciar los abultados labios de la vagina. La joven Tendo sentía el cuerpo de su compañera frotarse lánguidamente contra su espalda, los pequeños senos de Yuka, ahora duros por la excitación, eran como esponjas frotándose contra su piel.

-Aghhhh… espera… Yuka… oh dios… ¿qué haces?- La voz de Akane era apenas audible, su cuerpo estaba paralizado, sin fuerzas para oponerse a las demandas de Yuka. Esta apartó un momento su mano del sexo de Akane y tomando su barbilla la hizo mirarla a los ojos.

-Akane.- Dijo con voz pastosa.- Eres tan hermosa… tan pura… tus pechos son grandes… duros y agresivos… Akane… necesito tenerte… necesito sentir tu cuerpo muy juntito al mío.- Apenas dejó de hablar Yuka se apoderó de los labios rojos de Akane, el suyo era un beso de fuego, un fuego que envolvió a la joven de pies a cabeza. Suavemente Yuka la hizo girar y recargarse en la fría pared, para luego caer de rodillas frente a Akane, casi en un acto de adoración, sus manos seguían amasando los pechos de la joven Tendo. La boca de la pecosa jugueteó un momento con el ombligo de su presa para luego ir en por de su verdadera meta, sin prisa acercó sus labios al húmedo coño y sin esperar nada hundió la lengua en él, un sabor salado inundó su paladar.

-¡Aggghhhhh!… ¡Aggghhh!…- Eran los únicos sonidos que escapaban de labios de Akane, quien en un último esfuerzo de voluntad toma la cabeza de Yuka entre sus manos para apartarla de su entrepierna, más sólo consiguió hundir sus dedos en la cabellera mojada. Dueña de la situación Yuka deslizó una de sus manos hasta el sexo de su víctima y comenzó a introducir un dedo en él, al sentir la penetración Akane tuvo que morder el dorso de su mano para no gemir y con ello atraer la atención de alguien, Yuka insertó otro dedo y luego otro, y con cada dedo nuevo aumentaba el ritmo de sus embestidas, mientras su lengua lamía el clítoris de Akane como su fuera un caramelo.

-¡Aggggghhhh!… ¡Sí!….¡Sí!…..¡ME CORROOOOOO!- El cuerpo de Akane se sacudió violentamente al tiempo que sus entrañas vertían un torrente de ardientes líquidos que se deslizaron por sus piernas.

-¡AKANE!- Aquel grito casi detuvo el corazón de la joven, ¿acaso alguien las había descubierto?, aterrada volvió la cara y su sorpresa no tuvo limites. ¡Era Yuka, perfectamente vestida, quien la llamaba desde la puerta! Incrédula miro a sus pies, estaba sola bajo el chorro de agua.

– ¡¿Qué pasa contigo?! ¡Tenemos que ir a la última clase!- Akane sólo acertó a mover afirmativamente la cabeza mientras cerraba la llave del agua. Yuka regreso a los vestidores mientras ella no alcanzaba a entender nada.

-¿Me estaré volviendo loca?-

Mientras tanto en el Dojo Tendo, Soun se había levantado en busca de agua fría, los efectos de la resaca aún lo atormentaban, al llegar a la cocina se sorprendió un poco al ver a Kasumi preparando la comida. La chica estaba tan inmersa en su labor que no se dio cuenta de la presencia de su padre. Este permaneció en silencio, por un momento su mente viajó al pasado y su difunta esposa apareció ante sus ojos realizando aquella labor. El viejo guerrero casi escuchó la voz de su amada cantando una antigua tonada mientras picaba verduras y sazonaba la sopa, la visión desapareció y sólo quedó Kasumi tratando de llenar el lugar de su madre muerta. Aunque Soun no acostumbraba hacerlo, comparó mentalmente a la mujer de sus recuerdos con sus hijas. Definitivamente Kasumi era la más parecida a su madre, no en cuanto a físico, en eso Akane la superaba, pero sí en espíritu, ambas tenían ojos llenos de dulzura y un carácter gentil.

-Oh, Kasumi cuánto me la recuerdas.- Pensó mientras suspiraba por el pasado. No deseando perturbar la labor de su hija entró sigiloso en la cocina y se dirigió al refrigerador, tenía ganas de algo frío, escogió una bebida de frutas y cerró la puerta del aparato. En ese momento Kasumi, ignorante aún de no estaba sola, abrió el horno de la estufa e inclinándose lo encendió. Por un momento las delicadas formas de su culo se dibujaron contra la tela de la falda, Soun tragó grueso incapaz de desviar la mirada, y no era para menos aquella visión habría hecho pecar a un santo, en un relámpago recordó las ardientes noches al lado de su esposa. Recordó su piel blanca y suave, sus pechos firmes y su culo redondo, el aroma a mujer que emanaba de su cuerpo cuando le follaba, ¿también es eso sería Kasumi como su madre?

-¡¿Qué demonios estoy pensando?!- Se gritó a sí mismo al tiempo que la bebida resbalaba por sus manos temblorosas. Al escuchar el ruido de la botella Kasumi se volvió de un salto, su bello rostro estaba pálido como una sábana.

-¡Papá!- Exclamo aliviada al mirar quien era.

-Lo siento hija.- Dijo Soun con voz balbuceante. -Sólo vine por agua- Sin decir más salió casi corriendo de la cocina, dejando tras de sí a una joven confundida. Al llegar a su cuarto el señor Tendo se encerró, luego abrió el armario y extrajo de el un viejo velis, cuidadosamente lo abrió y sacó su contenido, se trataba de un hermoso kimono en color azul celeste y estampado con flores doradas, era la prenda favorita de su difunta mujer, a su lado estaba una pequeña botella de perfume, también preferido por ella. Los ojos de Soun miraron los objetos con veneración al tiempo que un brillo lujurioso aparecía en ellos. Con la cabeza dándole vueltas se despojó de su ropa y, una vez desnudo, se puso encima el kimono, el frío contacto de la seda fue como una caricia sobre su piel.

Las amplias mangas del Kimono cubrían la totalidad de los brazos de Soun por lo que al deslizar sus manos sobre su cuerpo, sólo sentía el toque delicado de la tela, así enrolló su polla en la manga para comenzar a frotarla con fuerza, sus ojos permanecían cerrados, evocando el recuerdo de la dueña de la ropa. Soun se revolcaba en el piso como si el Kimono fuera algún monstruo fantástico que lo devorara, sus labios besaban la seda y sus manos recorrían su cuerpo tallando la tela sobre su pecho, sobre su polla al tiempo que hundía su dedo en su ojo del culo para sentir más placer. Frenéticamente Soun movía la cadera hacia atrás, para meterse más su dedo medio, y hacia adelante, para marcar el ritmo en que frotaba su polla. El corazón le latía con fuerza, un sudor caliente cubría su cuerpo.

En su mente la grácil figura de su esposa lo alentaba a continuar con su masturbación. Sin embargo, de vez en cuando el rostro se transformaba y era su hija quien lo alentaba a seguir mientras le mostraba sus pechos y jugaba con su coño. Al fin el placer brotó incontenible de las bolas de Soun, en un estallido que incluso fue doloroso.- ¡Aaaaagggghhhh!- Su cuerpo se convulsionó para luego quedar inmóvil.

Poco a poco un suave sopor se apodero de él y se quedó dormido. Así no se dio cuenta de que la puerta de su cuarto se cerraba sigilosamente, ni oyó los suaves pasos de un espía que se alejaba rápidamente…
CONTINUARÁ…