Disfrutando del sexo con mi cuñada la pequeña
La siguiente historia es verídica, sucedió hace apenas un par de meses y fue el motivo de la destrucción de mi matrimonio con Ana, me llamo Braulio y tengo actualmente 35 años. Acababa de cumplir 15 años de casado con Ana, una mujer de muy buen ver, ojos verdes, cuerpo delicioso, de piernas gruesas, senos grandes, cintura pequeña, lo que hace que sus nalgas se vean imponentes, mi vida sexual siempre había sido satisfactoria hasta que por un desenfreno desvirgué y embaracé a mi cuñada Lupita (se llama Guadalupe) cierta noche que llegué pasado de copas.
Mi cuñada aunque bastante menor que mi esposa y que yo por supuesto, es una niña sumamente bonita, ella actualmente tiene 18 años, es de cabello castaño claro, ojos verdes igual que mi esposa, boca rojiza natural, unos senos pequeños pero muy hermosos, unas piernas largas y bien torneadas, con una virginal capa de vellos rubios sobre sus piernas que le hacen lucir verdaderamente sensual.
Nuestra relación fue siempre muy normal, vivimos cerca de su casa y con frecuencia nos hacía visitas sobre todo para platicar con Ana mi esposa, ya que le aconsejaba siempre que hacer con sus pretendientes y la animaba cuando la depresión de la edad se hacía presente.
Lupita llegaba los domingos vestida con ropa ligera, pues donde vivimos el ambiente es muy cálido, por lo regular vestía con una playera blanca, o con una blusita de tirantes, descubierta por la espalda, y con un short que permitía apreciar bien lo blanco de sus piernas y esos coquetos y sensuales vellitos que acariciaban sus pantorrillas y sus muslos terminando en una tupida mata de vellos de color café de su vagina estrecha.
Hacía poco tiempo que se me había metido por la mente tener sexo con Lupita, todo comenzó una noche que, sin motivo alguno, soñé que Lupita me chupaba el pene y yo eyaculaba fuertemente sobre su carita, pero claramente podía ver que a ella le gustaba, desperté a media noche y le pedí a mi esposa que me masturbara, que era urgente, Ana solo me sonrió y aunque tenía mucho sueño, metió su mano bajo mi ropa y comenzó a hacerme una paja suavemente, cerré los ojos y pensé en Lupita, y comencé a eyacular unos buenos chorros de esperma, mi esposa me dio un beso de buenas noches y se durmió, pero al día siguiente a raíz de mi sueño, veía de diferente manera a mi cuñada Lupita. Era domingo, Lupita llegó temprano a desayunar con nosotros, llego con su cabello suelto, una playerita de tirantes, y un short de color blanco que resaltaba aún más la blancura de sus piernas, nos sentamos al comedor, desayunamos como siempre, reímos, platicamos, al terminar, Lupita le ayudo a mi esposa a lavar los trastes, y yo ya no paraba de mirarla, aprovechaba cualquier descuido para verle sus piernas, su hermoso culo, y esos senos pequeños y sensuales que me volvían loco, Lupita se agachaba por cualquier cosa, para coger jabón, o algún trasto y me daba un perfecto panorama de sus piernas flexionadas, y de su culo tan perfecto, el tamaño de sus nalgas era un poquito más grande que el de cualquier chica de su edad, lo que la hacía verse realmente hermosa. No soporte un momento más y fui directo al baño a hacerme una paja o como decimos en México, me fui a hacer una Chaqueta, pensando en ella y el esperma que arrojé fue bastante espeso y abundante.
Me fui con mis amigos a ver un partido de fútbol soccer, y las cervezas no se hicieron esperar, pensé toda la tarde en mi cuñadita, en sus pequeños senos y en su hermoso culo, le platiqué a uno de mis amigos que peca de depravado sexual, y se calentó hasta ponerse a mil, el muy cabrón hasta me sugirió secuestrarla y violarla, cosa que me dio risa por lo estúpido de su idea, pero que me dejó pensando en lo hermosa que debía estar Lupita donde cualquier tipo piensa hasta en secuestrarla, finalmente el partido terminó y me fui a mi casa bastante ebrio, llegué a eso de las 12:00 de la noche y mi esposa estaba ya dormida, como olvidé las llaves toqué la puerta y salió a abrir mi esposa Ana, me dijo muy enojada que estaba preocupada por mí y que no sabía si me había ocurrido algo, entre y le dije que no se preocupara que ya estaba en casa, me dijo:
-Shhh, no hagas ruido que Lupita se quedó esta noche con nosotros, mañana ira a una excursión con sus compañeros de clase y pasarán por ella a eso de las 10 de la mañana, pues su amiga vive cerca de aquí.
Esto era demasiado, Lupita durmiendo bajo el mismo techo que yo, no podía creerlo, entre al baño a enjuagarme la boca y descubrí una bolsa con ropa, la abrí con el corazón latiendo fuertemente por la curiosidad, y era nada menos que la blusa y el short que había usado Lupita durante el día, de inmediato saqué el short y lo pegué fuertemente a mi cara, el olor de su vagina era increíblemente delicioso, era un aroma fuerte, adolescente, lleno de erotismo, al igual que su blusita, que en el área que cubre sus senos emitía un aroma dulce y tierno, fresco, juvenil, no lo soporte y me hice una chaqueta eyaculando fuerte sobre su short y también sobre su blusa manchando de mi esperma caliente en el short el área de la vagina y de su blusa el área de sus pechos.
Salí del baño exhausto, me metí a la cama y mi esposa me dijo:
-Mañana temprano despiertas a Lupita para que no se le haga tarde por que tiene el sueño muy pesado, yo saldré a las 6:00 de la mañana pues debo llegar temprano a la oficina, ya sabes que los lunes hay reunión de ejecutivos.
Casi no pude dormir en toda la noche pensando en que Lupita tiene el sueño muy pesado y que si tenía suerte podría tocarla un poco y quizá hasta oler de cerca su vagina, o rozar uno de sus pechitos, era muy dolorosa la erección que yo tenía, pues mi pene estaba que reventaba de la excitación, mis 20cm estaban a tope, mis calzoncillos estaban manchados de líquido pre-seminal.
La mañana llegó y Ana se fue a su trabajo, esperé media hora para evitar que Ana regresara por algún objeto olvidado o cualquier cosa y entonces me acerqué a la cama de Lupita, levanté las cobijas y las sabanas que la cubrían y sentí el olor más hermoso de mi vida, que provenía de su vagina, estaba con un pantalón de pijama casi transparente y ligero y una playera delgadita, note al acercarme que no traía brasier pues sus pezones se transparentaban por su blusa, acerqué mi mano a sus grandes nalgas y comencé a sobarlas suavemente sintiendo en mis manos su tamaño, su firmeza, su calor, eran hermosas, acerqué mi cara hasta su cuello para besarlo suavemente y finalmente me atreví a tomar uno de sus pequeños senos en mi mano, su pezón reaccionó inmediatamente al tacto de mi mano y se puso duro, sobé y acaricié su pecho hasta que decidí a tomarla ahí mismo, estaba muerto de deseo, loco por sentirla íntimamente me acosté junto de ella, colocándome atrás para pegar mi pene en su culito, le bajé su pantalón suavemente hasta las rodillas y acomodé mi pene entre sus nalgas comenzando a frotar y a mojar de mis fluidos su contorno, Lupita despertó y al sentir lo que yo estaba haciendo se subió su pantalón y me aventó de la cama, gritándome:
-Estás loco, eres un sucio degenerado, ¡Lárgate y déjame en paz!, le voy a decir a Ana. Sentí por un momento una ira incontrolable y me pare de inmediato, la tomé de los cabellos y le solté una cachetada fuertísima que casi la desmaya, le grité:
-Si tú le dices algo a Ana, serás la culpable de que yo me divorcie de ella, y la abandone ahora que tiene cáncer.
Lupita se quedó mirándome y se soltó a llorar, lo que le había dicho no era cierto, pero era lo único que se me había ocurrido para que no dijera nada, me bajé los pantalones, luego los calzoncillos y me quité la playera que llevaba puesta, y quedé desnudo frente a ella con mi pene erecto y mojado de baba pre-seminal,
La tomé y sin resistirse mucho se dejó desnudar por mí, mientras lloraba y de decía:
-Mi hermana, mi hermanita, no quiero que se muera.
Le quité su playera, después su pantalón y sus braguitas, lo primero que hice por instinto fue bajar mi cara y comerle su coñito, era impresionantemente delicioso su sabor, su olor, olía a mujercita jovencita, estaba bastante velluda su vagina, le metí la lengua, y me tragué prácticamente todos sus flujos que expulsaba, subí a sus tetas, les besé sus pezones pequeñines, sus senos pequeños y llenos de pecas claritas me volvían loco, ella estaba como extraviada, pensando en su hermana, pero también sentí que su temperatura comenzaba a elevarse, sus mejillas comenzaban a teñirse de rubor, cerró los ojos y se abandonó a mi voluntad, coloqué sus piernas en mis hombros y la punta de mi verga en la entrada de su vagina, y entonces comencé a empujar hasta llegar a su himen, estrecho, mojado, caliente, la excitación de sentir el himen en la punta de mi verga me hizo embestirla fuertemente rompiendo de un solo empujón su virginal membrana, pegando ella un grito que no pudo ahogar en su pecho y tratando de empujarme fuera con sus manos, le saqué la verga para contemplar la sangre que corría por su entrepierna producto de su desfloración y contemplar mi verga como una espada triunfante con la sangre de mi hembra por todo el glande, limpie con el dorso de mi mano un pequeño hilillo de sangre de su entrepierna y lo llevé a mi boca saboreando el fin de su inocencia. Volví a colocar mi verga en su entrada y la metí hasta el fondo empujando levemente su matriz y besándola en los labios, jugando con su lengua mientras le bombeaba su coñito, ella no decía ni una palabra, solo lloraba y lloraba en mis brazos mientras yo metía y sacaba mi verga una y otra vez de su estrecha vaginita, me acomodé sentado y la subí de frente mío, los dos sentados frente a frente yo besándole su cuello y su cara y ella con mi verga adentro a punto de estallar, le besé los brazos, los hombros, sus axilas, el olor a jovencita me embriagaba, al fin comencé a sentir contracciones de su vagina en mi pene y noté que una de sus manos apretaba fuerte una almohada, Lupita estaba alcanzando su primer orgasmo coital sentada en mi verga, y yo al sentir la succión y las contracciones de su vagina en mi verga me vine en un orgasmo impresionante, eyaculando y expulsando mi esperma en lo más profundo de su interior, mientras ella gemía sonrojada y abrazada de mi cuello, llorando confundida por su hermana y por la nueva sensación que había sentido en su coñito.
Al terminar de eyacular aun seguíamos unidos por nuestros sexos, frente a frente, mis espermas comenzaban a bajar de su útero a la salida de su concha resbalando por mi verga, mientras ella lloraba abrazada de mi con sus brazos rodeando mi cuello, pero su olor seguía embriagándome, yo le acariciaba tiernamente su carita al tiempo que le decía al oído con voz bajita: -Gracias Lupita, gracias por lo que acabas de entregarme.
Mi verga comenzó a crecer dentro de ella, mi cadera empezó a moverse nuevamente intentando bombear de nuevo su conchita, ella llorando trataba de sacarme de su interior, pero era inútil, mi pene había crecido nuevamente y yo estaba nuevamente enfermo de deseo por ella, comencé a bombearla en esa posición y ella sin fuerzas solo se agarraba de mis brazos para no resbalar, le saqué la verga y la acomodé en cuatro patas, nuevamente le metí la verga en su coñito, mientras la follaba como a una perrita en celo, la visión de sus nalgas tersas y bien formadas me apresuró el orgasmo, así que la tomé de la cintura y le metí lo más profundo que pude mi verga hinchada, ella gritó -¡¡¡Ahhh!!!
Se quiso liberar de mis embestidas, pero no pudo, le dejé ir mi verga hasta el fondo empujando su matriz y eyaculando completamente al fondo de su vaginita cuatro chorros de esperma lechoso y caliente la bañaron su interior, ella desfalleció y se recostó en la cama coloradita, llena de mi semen por dentro hasta lo mas profundo de su ser.
Me vestí para ir a trabajar, sus amigas pasaron por ella, para ir a la excursión, pero ella ya no quiso ir, creí que había exagerado con lo que le dije, así que le llamé y le dije:
-Lupita, perdóname, no fue mi intención mentirte pero no me dejaste otra alternativa, tu hermana no está enferma, está más sana que un niño, así que deja de llorar y contéstame, ¿te atreverías a fugarte conmigo?, te amo, y ahora que he probado lo mejor de ti, y que me has brindado tu virginidad no te cambiaría por nada, Te amo Lupita.
Su mirada cambio de miedo a odio, y me gritó llorando y apretando sus puños:
-¡¡Nunca te perdonaré lo que me hiciste, eres un maldito, infeliz, me has desgraciado la vida, me has quitado lo único que yo tenía para entregarle al amor de mi vida, te odio!! ¡¡¡Te odio, ojalá y te mueras!!
Y salió corriendo de allí envuelta en llanto, y ahí termino mi sueño, a los tres meses descubrieron que Lupita estaba embarazada y que el niño que esperaba era mío, su familia le propuso denunciarme pero ella no quiso más problemas y lo único que sucedió es que Ana me dejó para nunca más volver conmigo.