Mi amigo, mi primer amante
Mi primer relato narra lo sucedido hace algunos años, cuando yo apenas contaba con 17 años.
En ese tiempo, ya había tenido algunas novias y comenzaba a disfrutar del sexo con ellas.
Como ya había terminado el bachillerato me uní a un grupo político importante, lo cual me permitió conocer mucha gente y disfrutar de muchas cosas de la juventud, rumbas, fiestas etc., en particular, les cuento, me hice gran amigo del líder de juventudes, un tipo de treinta años, hermoso, de un cuerpo bien marcado y sonrisa encantadora, de un carisma impresionante con el cual conquistaba cada niña y despertaba la admiración de muchos de nosotros los jóvenes.
Poco a poco fue surgiendo una gran confianza entre los dos, hablábamos de todo, pero siempre terminábamos hablando de lo mismo, sexo.
Un día, a eso de las siete de la noche, estábamos en plena reunión cuando se suspendió el fluido eléctrico y en medio del desconcierto, en plena penumbra sentí que alguien me manoseaba las piernas hasta llegar al bulto que por cierto, se empezó a parar y disfrutar de aquellas caricias.
De repente, caí en la cuenta de que allí sólo había hombres por lo que rechacé rápidamente aquellas manos que me estaban llevando a otro nivel.
Llegó nuevamente la energía eléctrica después de unos quince minutos y se reinició la reunión, pero yo sólo pensaba en quien podía haber llegado a tanto.
El líder del grupo notó mi desconcierto y mi desconcentración y me indicó algo molesto que quería hablar conmigo luego de la reunión para que lo ayudara con algo.
Todos se marcharon dejándonos a solas en medio del salón, así fue, arreglamos algunos documentos mientras me interrogaba sobre el cambio de mi comportamiento, pero yo me salía por la tangente, por lo que él decidió invitarme a tomar unos tragos en un sitio algo concurrido.
Al calor del alcohol, solté la lengua y le conté lo que había sucedido, a lo que el reaccionó de una manera que yo no esperaba, me felicitaba por haber despertado en «alguien» esa clase de pasiones pero que no me preocupara porque a él también le había ocurrido algo similar, que lo que había que hacer era saberlo manejar y si quería que lo aprendiera a disfrutar, por supuesto que yo le dije que no me interesaba, porque aunque me llamaban la atención los hombres, estaba bien con las hermosuras amigas mías.
El insistía, hasta que dijo que no habláramos más del asunto, que estaba muy caliente y ya era hora de irnos, fue cuando aprovechó y me invitó a un sitio donde las nenas nos atenderían muy bien, ante la perspectiva y con lo caliente que me estaba poniendo acepté y nos dirigimos a aquel lugar.
En el camino debíamos atravesar por un tramo despoblado y algo oscuro, cuando ya estábamos en mitad de camino a él se le ocurrió sentarse sobre unas piedras y descansar un poco, aduciendo que la tenía muy parada y no quería llegar así al sitio, yo accedí y me senté junto a él.
La confianza que teníamos me hacía sentir muy bien, luego de divagar sobre algunos temas me preguntó que si realmente me había disgustado el hecho de que alguien me hubiese acariciado amparado en la oscuridad, a lo cual le contesté que estaba confundido, pero que en realidad lo había disfrutado, él se reía y me dijo que si sospechaba de alguno de mis compañeros, yo le dije que no. me confesó que le hubiese gustado que el acariciado fuese él, mientras que colocaba su mano en mi bulto e iniciaba unos suaves pero firmes movimientos, yo estaba algo desconcertado pero no intenté rechazarlo, por el contrario empecé a moverme y a excitarlo más y más, bueno la verdad yo no sabía cual de los dos estaba más caliente, el tomó la iniciativa y me desabrochó la correa, bajo el cierre de mi pantalón y me los bajó junto con mis pantaloncillos, me acariciaba y besaba mis piernas y mi verga con maestría (yo no era el primero al que se la mamaba), curioseaba con mi culito virgen pasando sus dedos y su lengua mr el, caramba, yo estaba como en la gloria, no sabía que aquel machote, me pudiera estar haciendo todo eso, introdujo sus dedos en mi culo , luego lo ensalivó y me acomodó dulcemente de tal forma que quedara con la cola parada y las piernas abiertas.
El se ubicó y suavemente empezó con la penetrada que yo estaba esperando, me la metió toda, una verga grandota y gruesota (a comparación de la mía), me dolió muchísimo lo que me impidió disfrutar.
Después de un rato fui yo el que empezó a mamárselo siguiendo sus movimientos e indicaciones hasta lograr que se viniera en mi boca, fue algo maravilloso.
Nos desnudamos en medio de la noche y abrazados estuvimos por mucho rato, tiempo en el que me confesó que había sido él el tipo que por primera vez me había tocado el bulto en esa reunión.
Bajo otras circunstancias pero aún más calientes, tuvimos sexo por varios meses, hasta que decidí instalarme en otra ciudad, desde entonces no nos vemos…
Que lástima.