La feria de los taxistas
He comentado en otros relatos experiencias reales vividas con taxistas.
Tengo oportunidad de vivirlas porque no tengo coche, diario uso taxi.
Hace poco me tocó sentarme al lado del conductor, un muchachito de unos 20 años, muy delgado, calzado con botas vaqueras, jeans muy ajustados, demasiado para lo que considero que pudiese aguantar un cuerpo que pasa muchas horas al volante en la misma posición.
El rumbo por el que circulaba el taxi era un caos vehicular, atorones y semáforos a cada minuto.
En tanto, el conductor veía una nena con buenas nalgas y tocándose el paquete, yo diría que apretándoselo, decía: «Mamacita», con esto te hago feliz, la escena se repitió varias veces hasta que le dije que no me imaginaba qué haría si la verga se le paraba, que yo pensaba lo incómodo que sería con ese pantalón tan ajustado.
Entonces me dijo que era cierto, que algunas veces le pasaba y se daba buenos tirones de pelos, pero que así le gustaba vestir y ya estaba acostumbrado.
En un viaje en taxi el mismo día unas tres horas más tarde, casi entrada la noche, también ocupé el asiento del copiloto y el conductor traía un jeans, tenis y camiseta sin mangas, así que podía ver los abundantes vellos y disfrutar el olor a sudor de sus axilas.
En un movimiento que yo creí inconsciente, el tipo se arregla el paquete con una mano y entonces, se me ocurre comentarle lo del muchachito del jeans apretado y le digo que su pantalón se ve más cómo, más holgado, que si le llegase a ocurrir un «accidente» no tendría problema para acomodarse el arma.
Me contestó que por eso usaba el pantalón muy flojo, ya que la verga se le paraba muy seguido, que era muy caliente y cogelón y que siempre estaba listo para lo que se ofreciera, que por eso, ni siquiera usaba ropa interior, en un semáforo más adelante se bajó el cierre de la bragueta y me mostró una pelambre rizada y la cabeza de lo que ya avisaba ser una gran verga, incluso lubricaba.
Eso acabó de prenderme y le dije que lo felicitaba por ser tan práctico, que a mí me gustaría ser como él, pero que yo necesitaba usar ropa formal y entonces, me comentó si yo sí usaba calzones, cuando le dije que sí me empezó a interrogar sobre si eran trusas, bikini, mini slips o bóxer.
Cuando le dije que trusa, me preguntó si no me lastimaba el paquete, si a mí no se me paraba la verga y me jalaba los pelos del pubis o de los huevos; yo le contesté que alguna vez me ocurría y sin decir más, colocó su mano sobre mi entrepierna y me dijo: «Pues sí, se nota muy apretado», yo no aguantaba los huevos pegados al cuerpo».
En ese momento, llegamos a mi destino, mi casa y se me vino a la mente la idea de invitarlo a pasar.
No tuve necesidad, porque me pidió un vaso con agua fría. Le pedí que pasara y le ofrecí un gran vaso de agua con hielo.
Me dijo que tenía yo un bonito departamento, que si allí cogía o iba a otros lugares, que se había dado cuenta que me gustaban los hombres por la forma en que veía sus peludos sobacos, que si quería se podía encuerar para que le viera todo su cuerpo de oso, muy peludo y robusto.
No me quedó otra, en un santiamén nos encueramos y su descomunal tranca me atrajo irremisiblemente. No sé cuanto le mediría, pero era mucho más larga que la mía que es de 20 cm. obviamente también más gruesa.
No duró mucho el encanto, porque al cabo de dos o tres mamadas, me pidió que me pusiera de rodillas en el piso, me chupó y escupió en el culo y me ensartó, de un solo golpe.
Fue tremendo el dolor pero placentero casi inmediatamente ese entrar y salir de una gran verga masajeándome la próstata.
Me desahogué en abundante leche, sin masturbarme, él siguió su bombeo en mi interior y de pronto, la sacó totalmente y me bañó la espalda y las nalgas con sus calientes y olorosos mecos.
La estrategia del pantalón de mezclilla ceñido, la he utilizado con otros taxistas, comentándoles si no es incómodo manejar todo el día con ropa ajustada, en dos ocasiones más me ha dado resultado y he disfrutado sendas cogidas.