Las horas de la mañana transcurrían lentamente para los estudiantes de la escuela preparatoria Juuba. Entre ellos Ami Mizuno, quien escuchaba atentamente la explicaciones de su maestro en turno.
Mayra ni siquiera escuchaba las burlas, sudaba profusamente y su respiración era agitada, tenía la imperiosa necesidad de permanecer quieta, absoluta y completamente quieta. Sus muslos estaban extremadamente tiesos debido a la forzada posición en la que la empalada joven permanecía.