Desde su llegada, Cristina se convierte en la obsesión de Don Raúl, un hombre de 60 años, barriga prominente, y apariencia seria. A pesar de su fachada, Raúl no puede evitar fantasear con ella.
Poco a poco fue aumentando el ritmo, cada vez su polla entraba y salía de mi ano con más velocidad, a la vez el se movía de modo más agresivo, sacando su verga casi por completo de mi agujero y empujándola dentro con fuertes empellones.