María vive una vida anodina, a sus más de cincuenta, encuentra que el sexo y la vida no son como ella creía
Cuando María salió del baño, la tumbé en la cama y rasuré con dedicación todo su cuerpo. Mientras la rasuraba, podía apreciar como la humedad brotaba de su coño.
El hombre me cargó y me dio la vuelta empezando a chupar mi sexo, yo loca me tiré a por su polla. La metí en mi boca y pude sentir que era muy gorda y muy larga. Una lengua en mi coño y otra en mi culo, me hicieron correrme tres veces más antes de darme nuevamente la vuelta.
De repente se centró en mi sexo donde su lengua entraba una y otra vez sin descanso, rozando mi clítoris al salir.
Dos pollas se posaron sobre mis manos, una en cada mano, a la vez que otra no de pequeño tamaño se colaba en mi boca. La de mi coño seguía restregándose sobre él,