Adorando a Mariela
Espero que me regales una buena ración de tu leche. Volvió a su labor excelsa, donde mi polla era tratada como el mejor de los manjares. Subió con su lengua serpenteando por mi tallo, llegó a mi capullo, rebañó las gotitas que se habían escapado y me llevó de nuevo a su garganta.