Me casé con Lin muy joven, ambos teníamos veinte años y éramos novios hacía tres o cuatro. Estudiábamos juntos en la universidad.
Por esa época Cuba estaba en una profunda crisis económica como casi siempre, así que tener sexo era de los pocos entretenimientos a nuestro alcance.
Lin era una bella muchacha, rubia, delgada, con unas tetas grandes, paradas y simétricas con aureolas rosadas y expandidas, su culo era bien parado y en la zona baja de su espalda hacia una curva como la cola de una langosta de manera que tenía un cuerpo espectacular.
Su coño lo llevaba sin depilar, en esa época en Cuba sólo se depilaban las prostitutas, el vello de su pubis era rubio oscuro y el interior de su sexo de un rosado delicioso. Cuando la conocí ya no era virgen, pero su experiencia sexual era muy pobre, en cambio yo ya había tenido tres mujeres en mi cama o más bien tres muchachas. Hoy Lin no vive en Cuba, pero puedo seguirla por Facebook y se mantiene delgada y hermosa a sus cuarenta y seis años.
La primera experiencia de sexo en público la tuvimos en un campamento de verano, habíamos ido a trabajar en el campo y dormíamos en literas mixtas.
Nosotros dormíamos debajo, una noche la litera comenzó a chirriar y a moverse, una pareja sobre nosotros tenía un intenso encuentro sexual, nos quedamos callados, expectantes y excitados, quise follarme a Lin esa noche pero no me lo permitió, le daba vergüenza esa promiscuidad; pero la noche siguiente hubo fiesta y tomamos mucho alcohol y terminamos follando en la litera. A Lin le dio por competir de modo que su orgasmo fue más escandaloso que el de la noche anterior.
Pasaron los años nos fue invadiendo la monotonía y al hastío. Yo era completamente fiel y no se si Lin me correspondía igual, en nuestra pareja yo fui siempre el más enamorado. En una ocasión en la playa la convencí para que hiciera topless, eso ahora es normal pero en los noventa no se veía en Cuba al menos entre nacionales.
No me costó tanto convencerla, se sacó el sujetador del bikini y sus dos hermosa tetas quedaron expuestas al sol y las miradas de hombres curiosos, mientras tanto mi polla fue creciendo bajo mi truza…esa noche, después de cenar bajamos nuevamente a la arena, serían como las diez, ya no había nada de sol pero la playa se iluminaba por tramos con las luces del hotel.
No se veía un alma así que nos besamos y quedamos tumbados en la arena, estábamos muy calientes, así que le saque la ropa toda, yo también me desvesti, separé sus muslos gruesos y metí mi polla en su coño húmedo.
Comenzamos a follar muy a gusto…cuando llegó el orgasmo otra pareja en la orilla a dos metros de nosotros nos miraba excitada…