M&M’s (versión de Mercedes)

¡Hola! me llamo Mercedes; soy o más bien me considero una mujer liberada y sin perjuicios.

Sé de sobras que resulto muy atractiva para los hombres, aunque de ningún modo podía prever lo que en este caso sucedió…

La directora de la Escuela Superior donde cursé estudios universitarios, me ofreció un puesto de ayudante para las prácticas, puesto que yo acepté de inmediato.

Desde el primer día me dí cuenta de la expectación que levantaba entre mis alumnos, circunstancia que me hacía sentir excitada.

Oía sentir los murmullos de los chicos cada vez que me daba la vuelta.

Confieso que la situación me divertía, así procuraba ir a clase con ropa muy ajustada para comprobar la reacción de aquellos muchachos.

Definitivamente reconozco que mi debilidad son los jovencitos…y las jovencitas.

Este juego duró varias semanas hasta que la situación fue normalizando.

Sin embargo advertí que una de mis alumnas me miraba como si quisiera desnudarme con los ojos.

Los chicos ya se habían acostumbrado a mi persona, pero Maica; en un rincón del aula; se pasaba la clase con las manos sobre los muslos cerca de la entrepierna; observándome fijamente.

Llegó a preocuparme su actitud, así que decidí actuar.

Una tarde, le ordené que se quedara al final de la clase.

Sabía que era la última que tenían aquel día, y esto me facilitaba los planes.

Mi idea consistía en excitarle y saber hasta donde era capaz de llegar; ya he dicho que soy una mujer perjuicios; todo ello con el fin de que normalizara su actitud hacía mí.

En realidad no deseaba que ocurriera lo que ocurrió, aunque también debo admitir que ahora no me arrepiento.

Me puse minifalda y una vaporosa blusa, que me iba pequeña. Incluso me acaricié los pezones en el instante de entrar a clase…

Le ordené que entrase en el despacho de profesores, y que se preparase a resolver unos cuantos problemas como castigo a su falta de atención.

Le noté nerviosa y al mirarla de pie advertí lo erizado de sus pechos; pues llevaba una blusa muy ceñida; y su enorme excitación, cosa esta última que trataba de disimular inútilmente.

Ya en el despacho no dejaba de excitarle.

Le enseñaba los muslos, le sonreía, me acariciaba…

Me acerqué a Maica para comprobar los ejercicios, y mi pecho izquierdo se apretó en su costado.

Sabía que la muchacha tenía que reaccionar, ya que estaba realmente caliente.

No tardé en notar sus caricias en mi culo.

Era lo que esperaba para poder reprenderle seriamente y dejar las cosas en su sitio.

Sin embargo, y no se por que extraña razón, le besé, me dejé llevar por una situación que también me había excitado.

La desnudé totalmente, tenía unos pechos pequeños; algo caídos; y un sexo depilado y muy húmedo, empecé a masturbarla, al mismo tiempo que sentía un intenso hormigueo en mi entrepierna, se lo mamé con pasión; era la primera vez que se lo hacían según me confesó luego; sus calientes y amargas secreciones inundaban mi boca.

Poco después fue ella quien vino a mí.

Me desnudó mientras su lengua recorría mis endurecidos pechos.

Nos tumbamos sobre la alfombra.

Maica sacó un enorme consolador de su bolso e intentó introducirmelo, pero se lo impedí arrebatandoselo de las manos en principio y dirigí su rostro a mi sexo mientras yo humedecía con mi lengua el consolador.

Fué un orgasmo inolvidable, a pesar de su inexperiencia.

Me introduje el consolador al tiempo que recorría con su lengua todo mi sexo con delicadeza.

Al fin terminamos atravesadas por un vibrador doble que Maica sacó también de su bolso; aquel vibrador que llenaba nuestro interior hizo que nos debatiéramos en placenteros espasmos…

Ya he dicho que el asunto se me fue de las manos aunque no me arrepiento de lo que ocurrió en aquel despacho.