La fe también mueve a las tías
Antes de nada quiero dejar claro que yo me consideraba un escéptico hasta este episodio de mi vida.
Desde entonces no es que crea en Dios, pero si pienso que existe algo positivamente extraordinario en la naturaleza, con sentido del humor y bien cachondo.
La prueba os la ofrezco a continuación.
Hace unos meses entró a trabajar en mi oficina una chica.
Aunque tiene un cuerpo bonito no es una belleza despampánate, pero claro, acostumbrado a ver un bosque de pollas todos los días, las formas de esta chica iban haciendo efecto poco a poco y empecé a mirarla con otros ojos.
El caso es que el jefe compró un terminal nuevo para ella y lo puso en la única mesa vacía que quedaba, casualmente a mi lado.
Con el paso de los días y las horas de trabajo íbamos intimando y a mí me parecía que estaba cada vez más buena.
Hace unos días estaba leyendo un relato de control mental y pensaba, vaya tonterías, eso no pasa ni de coña.
Pero el caso es que esa misma tarde la chavala me contó una historia de su madre, a quien le había robado el bolso sin saber cómo.
Por lo visto había sentido el impulso de darle el bolso a un mangui sin resistencia alguna. Yo me acordé del control mental pero no dije nada.
Eso sí, pesé que a lo mejor la debilidad mental es algo que se hereda.
Así que medio en broma dije para mis adentros mientras la miraba fijamente «tócate una teta». Y lo creeréis, pero la cosa funcionó.
Mi compañera se estrujó la teta como si nadie la viera.
Por supuesto creí que habría sido casualidad y probé otra vez.
Ahora pensé, «rescate el coño con la mano izquierda y el cogote con la derecha»; y viola!, también funcionó.
El caso es que ella notó algo raro y puso cara de sorprenderse a sí misma haciendo esta postura tan difícil.
Me informé de qué era el control mental y para que funcione la «captura psíquica» que así es como se llama esto técnicamente, la víctima no tiene que sospechar manipulación alguna.
Por supuesto yo quería follármela cuanto antes, pero para que la cosa no se estropeara en lugar de inducirle pensamientos lujuriosos empecé a enviarle mensajes del tipo «Pedro, o sea yo, es el tío más guapo del universo» «Pedro folla como Dios» «Pedro es la reencarnación de Don Juan Tenorio» etc…
Ya cada vez tenía más ganas de tirármela, así que después de un día bombardeo psíquico con estos mensajes cambié de tercio y empecé a transmitirle otros más fuertes, del tipo. «quiero follarme a Pedro», «necesito su polla», «me la comería entera», etc…
Por la tarde seguí con el mismo rollo y le dije en un descanso que esa noche me quedaría a terminar unas cosas pendientes.
Por supuesto ella no dijo nada.
A las siete se fueron todos y yo me quede allí maquinando en mi ordenata; pero a las siete y cuarto oí que tocaban a la puerta.
Por supuesto era mi compañera.
Tenía fe en el método, pero me sorprendió que funcionara tan bien, porque sin mediar palabra se me tiró al cuello y empezó a morderme como un posesa y a decir que me iba a follar como una loca.
Antes de que me diera cuenta ella estaba en pelotas y me desnudaba de manera furiosa.
Por supuesto un polvo salvaje era una cosa extraña para mí, pero enseguida le pillé el truco. La senté sobre la mesa, ella abrió las piernas y le metí mi polla de golpe.
Creo que me dolió a mi más que a ella, que estaba bien mojada.
Pero antes de empezar a bombear dijo: quédate a sí dentro un poco.
Y después de unos segundos me hizo sacar mi polla, se puso de rodillas y empezó a chuparla desde los huevos a la punta con toda la lengua.
Eso me puso a mil, la tenía tan dura que me dolía pero no tenía ganas de correrme.
Así que por fin se metió en la boca mi capullo y empezó a hacer círculos con la lengua alrededor de él.
Entonces ya no pude más y me corrí; intenté sacar la polla de su boca pero no me dejo, lo quiero todo dijo, y vaya si se lo comió. Infatigable se sentó de nuevo en la mesa y me dijo: ahora te toca a ti.
Así que acerqué una silla y empecé a pasar mi lengua por su raja, mientras me abría paso poco a poco entre el bello de su coño.
Por fin llegué a tocar con la punta de mi lengua si clítoris, duro como el mármol pero bien caliente.
Me cogió de las orejas y empezó a mover mi cabeza de arriba abajo y de un lado a otro.
Luego presionaba mi cara contra su coño, parecía que quisiera meterme dentro, hasta que apretó los muslos y empezó a convulsionarse como una posesa.
Todo esto duró unos diez minutos, y claro a mí la polla se me volvió a poner dura.
Así que no me lo pensé dos veces.
Le di la vuelta a mi compañera, que quedó tumbada sobre la mesa.
Le separé las piernas y de nuevo se la metí hasta el fondo.
Esta vez no dijo otra cosa que me la follara.
Empecé a embestirla.
Era una sensación única porque cada vez que empujaba rebotaba contra su perfecto culo.
Metí como pude la mano por debajo de su estómago para alcanzar su clítoris y más acompasados seguimos con los nuestros hasta que por fin me corrí de nuevo.
En ese momento ella se puso de pie de golpe, mi polla se salió pero cogió mi mano con fuera y no dejó que parara de frotar su coño.
Un minutos más tarde se dejó caer hacia a tras, y menos mal que estaba la silla, sino hubiésemos caído al suelo redondos.
Estábamos los dos sentados, ella encima de mi sobre la silla, sin decir nada.
De repente se dejó caer al suelo y me dijo: voy a limpiar tu preciosa polla, y comenzó a pasar la lengua muy suave.
Nos quedamos un rato así, hasta que por fin dijo: verdad que está muy bien el control mental.
Y en ese momento yo me quedé a cuadros y con la duda de quien había comenzado el bombardeo psíquico.