Subí a mi pieza y al sentir el fresco del aire acondicionado mi piel se estremeció, ahí me di cuenta de las horas que había pasado al sol y que la misma estaba totalmente enrojecida, me di un baño y me recosté, me quedé dormido y desperté con un fuerte ardor en la espalda producto de la quemazón, no sabiendo que hacer para calmarlo
Llenos de sudor nos metimos los tres en la ducha, allí comenzó otra vez todo nuestro juego de a tres, al chico le vinieron ganas de orinar, le tomé la pija con mis manos y dirigí su lluvia dorada sobre mi cuerpo, quedó enloquecido y ya sintiéndose en maestro me metió la verga en la boca y me hizo tragarle el último chorro de su acre y caliente líquido.
Su lengua comenzó a trabajar y cuando quise acordar se la estaba chupando frenéticamente, nuestras lenguas chocaban y se saboreaban, lentamente nos fuimos parando y la mano de él apretó el botón de detención del ascensor el cual quedó en un entrepiso