Empecé a bombearla con ganas, mientras ella guiaba el falo del hombre a su boca con una mano y con la otra me abrazaba y me jalaba de las nalgas, tratando de que yo entrara más profundamente en ella.
Aquella noche iba vestido de mujer y sus planes se le habían echado a perder. Su taxista la intentaría consolar mientras unos representantes de la ley les interrumpían.