Comenzaba a transcurrir el mes de mayo y mi hijastra y yo estábamos solos en la casa, cuando comenzó a caer un aguacero fuerte. Era la primera lluvia de mayo. Le dije a mi hijastra que en muchos pueblos de la República Dominicana, es costumbre beber un poco del agua de la primera lluvia del mes de mayo.
Conversamos un poco sobre esto y procedimos a colectar y tomar un poco de agua. Para colectarla usamos unos jarrones que cogimos de la cocina y mientras lo hacíamos nos mojamos parcialmente con las salpicaduras de la lluvia. Nos dimos varios sorbos de agua de lluvia. Medio mojados, nos miramos y le dije que por qué no nos bañábamos en la lluvia ya que estábamos mojados.
Ella asintió y yo le dije que el último que saliera se encargaría de secar la terraza, la cual habíamos mojado con la recolección del agua que nos bebimos. Ella corrió a su habitación a ponerse su traje de baño y yo me fui a la mía a hacer lo mismo.
Cuando yo regresaba de mi habitación, me paré en la puerta de su cuarto y la ví de espaldas subiéndose el traje de baño. Sus nalgas tenían las marcas del sol de la playa y se mostraban a mi vista como dos perlas invaluables. Era la primera vez que la veía desnuda.
Seguí hasta la terraza con una toalla en la mano y mi guevo erecto como una torre. Ella llegó casi de inmediato y salimos al patio trasero de la casa.
El agua estaba fresca, pero no fría. Llevaba puesta la parte de abajo de su bikini y una camiseta blanca arriba. La camiseta mojada dejaba ver sus pezones y se pegaba marcando todo el contorno de sus tetas y en especial sus pezones. La parte de abajo de su traje de baño, mostraba la protuberancia de su linda vulva. Por un tiempo ella siempre se quejaba de lo grande que se le veía, hasta que una de sus tías le habló sobre lo mucho que le gustaba eso a los hombres.
Ella tiene un cuerpo delgado y bien formado. Ya antes había disfrutado viendo cómo su toto (coño) se marcaba en los trajes de baño y ciertas ropas pegadas. Pero ahora, con la camiseta mojada, podía ver todo el contorno de sus tetas e imaginarme como se contorneaba su toto, me lo imaginaba con los pelitos que en ocasiones encontraba pegados a sus panties, cuando a solas los buscaba en su canasta de ropa sucia, para oler sus jugos vaginales y lamerlos saboreándolos. Cuando encontraba pelitos adheridos a sus panties sucios, los cogía con mis labios y los mantenía en mi boca durante toda mi exploración.
Cuando ella iba a fiestas, solía arreglármelas para buscar sus panties al día siguiente, con la esperanza de encontrarlos mojados e inspeccionarlos y lamerlos como loco.
Ella disfrutaba colocarse abajo del caño de agua que caía desde el techo de la casa. En chorro del agua movía su camiseta y en momentos hasta se la sacaba por uno de los hombros, dejando a la vista una de sus tetas. La primera vez que pasó, pensé que había sido un accidente, pero luego ví como ella se movía haciendo que el caño de agua le diera en la base del cuello, haciendo que su camiseta se despegara, momento que aprovechaba para rodarse y hacer que el chorro se moviera rodando consigo el borde de la camiseta. Mientras esto pasaba, yo o dejaba de ver su cuerpo de arriba abajo y disfrutar de sus tetas, cual fruta deseada que está cada vez más cerca de alcanzarla.
En un momento le pedí que me dejara disfrutar del caño y me dijo que no, que si quería cogiera solo un ladito. Su mirada no podía ser más provocativa, así es que me aproximé y me coloqué a su lado, pegué mi hombro del de ella y traté de que mi cabeza lograra llegar al centro del caño que caía sobre la suya. Ella se puso de espaldas y yo me coloqué pegado a ella, tan pegado que ella pudo sentir mi pene erecto. No dijo nada y siguió gozando con el caño.
Volvió a hacerse quitar con el caño uno de los lados de la camiseta y esta vez se quitó ella misma el otro lado, dejándola caer sobre sus caderas, por debajo de las tetas. Yo veía su espalda y su pelo y me imaginaba sus tetas al aire.
La tomé por los hombros y la apreté mientras pegaba mi cuerpo al suyo y hacía que mi cara se pegara a la suya debajo del caño. Moví mi cadera, doblando mis rodillas asegurándome de que coincidiera con el medio de sus nalgas. Sentí como mi pene se quería salir de mi traje de baño y colocarse entre sus piernas. Ella se movió también ayudando a colocarlo adecuadamente.
Bajé mis manos por sus brazos y caderas, la derecha subió por debajo del brazo y comenzó a acariciar su barriga subiendo hacia las bases de sus senitos. Luego los acarició turnándose de uno a otro como si evitara celos entre ellos y haciendo gala de una justicia verdadera. Lo que hacía en uno de ellos lo replicaba en el otro. Mi hijastra gemía de placer. En un momento me cogió la mano y la apretó fuertemente sobre su teta.
Mientras eso ocurría, la mano izquierda separó su pelo del cuello y permitió que besara la besara. Primero todo su cuello y luego, la oreja en todos sus rincones. La mano izquierda bajó entonces a su cadera y nalgas y luego de acariciar su barriguita, comenzó a acariciarle su clítoris por encima del traje de baño, recorriendo también el borde del mismo, como quien tímidamente lo empuja para violentarlo.
Poco a poco, mi mano izquierda se introdujo por debajo de su bikini y comenzó a acariciarle su toto, combinando sus caricias con el ritmo de las caricias que la mano derecha daba a sus tetas. Ella movía su cabeza y me decía que no parara. Yo no sabía estaba seguro a qué específicamente se refería, pero seguía moviendo mis caderas para que sintiera mi pene rozándole sus nalgas, movía mis manos entre sus tetas y su toto y mi boca continuaba besando su cuello y sus orejas.
La tomé por los hombros y le dí la vuelta, besándola apasionadamente. Nos besamos un largo rato, mientras ella ponía sus manos sobre mi cuello, como solo hacen las enamoradas. Disfruté sus caricias y su beso apasionado.
Ella metió sus manos debajo de mi traje de baño, lo desabrochó y sacó hábilmente mi guevo. La llevó a su boca y lo mamó de arriba abajo. Parecía que se trataba de una competencia con límite de tiempo. Estaba alborotada y disfrutaba cada lamida con cara de picardía. Yo estuve a punto de venirme (correrme) en varias ocasiones, pero me apretaba el pene fuertemente y respiraba hondo para bloquear la excitación.
Volvió a besarme fuertemente y me dijo que se lo metiera inmediatamente. Sin pensarlo le señalé que se acostara en el césped del patio y me acomodé cerca de sus pies. Abrí sus piernas luego de quitarle el bikini, observé su lindo totico entre sus piernas, sus pelitos mojados, daban una linda impresión a la visual de su toto. Extendí mis manos y le acaricié, su mirada y movimiento de los labios me demostraban que le gustaba, llevé mi boca hasta su toto y comencé a lamerlo primero lentamente. Con movimientos circulares de mi lengua, les daba vueltas a sus labios mayores y luego me concentré en su abultado clítoris.
Ella tuvo un orgasmo mientras se lo mamaba y me haló insinuándome que se lo metiera. Me subí y se lo metí lentamente. Hacía varios movimientos lentos y algunos pocos rápidos, repetía esa cadencia hasta que sentí que me iba a venir dentro de ella. Entonces paraba, sacaba mi guevo y volvía a lamerle su toto.
Le besé sus teticas y le acaricié su vulva manualmente.
En un momento la tomé por la cintura y rápidamente le di vueltas, poniéndola boca abajo. Moví sus piernas de manera que quedara arrodillada. Ella automáticamente bajó su cara, elevando sus nalgas, como quien presiente lo deseado.
Disfruté su culito apretado, lo besé una y otra vez, mientras la sentía acariciándose su vulva. Sentí sus manos abriendo las nalgas como quien desea que penetre más en mis caricias. Lamía todo el borde de su culito, mientras le daba algunas nalgadas y le decía que lo aflojara. Ella lo hacía, pero volvía a apretarlo repetidamente. Poco a poco, introduje mi lengua de su culito y noté que ella lo aflojaba cada vez más. Lo mojé bien con mi saliva, escupiendo un poco de la misma en sus nalgas, para que rodara poco a poco hasta su mismo culito. Comencé a acariciárselo con uno de mis dedos hasta que aprovechando su dilatación y dimensión comencé a introducirlo lentamente.
El dedo fue subsionada y ella comenzó a moverse de inmediato, dando golpes con su barriguita y moviéndose hacia adelante y hacia atrás, haciendo que mi dedo saliera y entrara rítmicamente, yo volví a lubricarlo escupiendo sus nalgas y ella aceleró sus movimientos.
Me puse de lado y comencé a acariciarle sus tetas mientras le metía mi dedo en su culito y poco a poco puse mi pene al alcance de su boca, me volvió a mamar hasta que me vine en su boca y sentí como su culito apretaba mi dedo como si quisiera romperlo, supe que se había venido otra vez.
Nos tumbamos en la grama mientras nos dábamos un abrazo y la lluvia continuaba cayéndonos encima. Luego de un rato, ella me recordó que se acercaba la hora de que mi mujer regresara a la casa, así es que nos paramos y fuimos a la casa a bañarnos.
Mientras caminamos a la casa, tuve otra erección, viéndole sus nalgas mientras caminaba delante de mí, desnuda hacia la casa. Mientras me bañaba no dejaba de tener otra erección así es que me masturbé recordando lo que había disfrutado con mi hijastra.