Capítulo 6
- Un nuevo mundo
- Un nuevo mundo II
- Un nuevo mundo III
- Un nuevo mundo IV
- Un nuevo mundo V
- Un nuevo mundo VI
Un nuevo mundo VI
Isseyon había viajado desde su país, Benín, hasta la República del Congo. Isseyon tenía un problema y para él, un problema muy gordo. Su miembro viril media treinta y tres centímetros de largo y poco más o menos once o doce de ancho. En su país de origen, las mujeres eran más bien pequeñitas y menuditas y después de intentar con algunas de ellas el acto sexual, ninguna quería repetir. A pesar del placer que podría producirlas, el dolor para alguna de ellas era insoportable y en cuanto le veían le huían. Isseyon desesperado salió de su país en busca de un lugar donde poder ser libre y poder realizar el acto sexual cuantas veces quisiera. Había escuchado en alguna conversación de los sabios de su país que había un lugar en el centro del Congo, donde las mujeres disfrutaban con una gran verga. Estas mujeres eran todas altas y fuertes, de carnés prietas y grandes culos, sus mamas no eran cubiertas por mano alguna y tenían fama de devora hombres, pues aquel que no las satisfacía era comido en un gran banquete grupal.
Isseyon pensó que ese podía ser su destino, que ahí podría realizarse como buen macho que era, pues a parte de su gran miembro, soltaba una gran cantidad de esperma que más de una vez había dejado enteramente cubiertas a las menudas muchachas de su tribu. Recuerda con cierta ironía una vez que, tras eyacular dentro de una de ellas, al salirse de ella, un rio blanco salió de su coño durante más de cinco minutos. Tras esta experiencia, ninguna más le dejó correrse dentro de ella.
Como podemos ver, de momento la polla de Isseyon le había traído más problemas que ventajas.
Para llegar a la zona donde se encuentra ese pueblo de guerreras, donde son todas mujeres. Estas algunas veces utilizan a un buen macho de semental y lo tienen como el rey de todas ellas. Pero, pobre de aquel que no sepa cumplir su cometido. Será servido en banquete para todas ellas. Las Egbichi son unas guerreras que viven en el centro del Congo más o menos en una zona boscosa donde casi nadie se atreve a entrar, son temidas por su fiereza y se les llama las dames noir, (damas negras) en clara alusión a la historia que cuentan de este insecto. Ya que dicen, que después de copular se come al macho.
Isseyon para llegar a su destino Engouéné, más bien, poder llegar, bastante cerca de este lugar. Tendría que adentrarse en un gran bosque donde estas mujeres reinaban a capricho. Había de atravesar, Nigeria, Camerún y buena parte del mismo Congo. Esto dándosele muy bien le llevaría varios meses de camino así que, recogiendo un poco de queso, pan y agua, emprendió su camino hacia ese su nuevo mundo, donde esperaba ser el rey. Isseyon atravesó Nigeria en poco más de un mes y medio sin gran cosa reseñable, trabajaba por comida y agua. Poco a poco iba avanzando hacia su destino. Tras casi otro mes de camino, llegó al parque nacional de Lobéqé. En este parque y trabajaba de pastor para un hombre de la zona. Este hombre tenía una hija de dieciséis años que quedó prendada de él. Esta muchacha recientemente había pasado a la edad adulta.
La muchacha se presentó totalmente desnuda en su cabaña una noche. Se acercó al camastro donde Isseyon dormía completamente desnudo por los calores del clima. Como no tenía ropa que cubriera su cuerpo, su impresionante polla aparecía ante la joven, brillante a la luz de la luna. La muchacha tuvo un escalofrío al ver esa polla, la de su padre era grande, pero esa era enorme, al menos casi diez centímetros más larga y seguro tres o cuatro más ancha. No pudo menos que acariciarla con sus manos, para notar el calor y medir su grosor. Poco más o menos era como que su hermana un poco más pequeña, le metiera su puño por su sexo. La meneó unas cuantas veces, observando como cada vez crecía más y cada vez daba más miedo. Isseyon despertó sobresaltado hasta que pudo adivinar a la luz de la luna, la figura casi perfecta de la muchacha. La dejó hacer, observándola. La muchacha mediría un metro sesenta, con unas tetas de una talla noventa, pezones y areola oscuros, pezones en forma de cono, aun no del todo formados. Un precioso culo juvenil en perfecta forma de corazón y unas robustas piernas. La muchacha se envalentonó e intentó meter ese monstruo en su boca, pero no pudo, solo media cabeza de ese monstruo le cabía en la boca. Pero ella no se daba por vencida, recorría con su lengua ese interminable falo que a ella le sabía a gloria. Isseyon acercó su mano al sexo de la chica y le metió dos dedos y después tres. La muchacha ahora chupaba con más gula, azuzada por los dedos de Isseyon, este consiguió meter un cuarto, en ese aun estrecho coñito. La muchacha gozaba y prueba de ello era la mano de Isseyon que estaba completamente mojada. Isseyon colocó a la muchacha sobre el camastro de rodillas y detrás de ella, cogiendo su polla con una mano y asido a su cadera con la otra, entro la cabeza de su polla en ella. La muchacha gimió y rápidamente echó una mano atrás para impedir el avance de Isseyon
- Tranquilo, muy despacio o me destrozaras.
Isseyon empezó un ligero mete y saca con la cabeza de su polla, la muchacha gemía y gemía. La punta de esa cabeza martilleaba su punto G una y otra vez y esto llevó a la joven a un impresionante orgasmo. Pero Isseyon no paró, sabía que ese orgasmo le daría más centímetros de incursión y así fue. Tras muchos intentos consiguió meter la mitad de su polla en ese aun estrecho coño. La muchacha bramaba con cada entrada, apenas seis o siete centímetros faltaban para llenar del todo ese casi virginal coño. Isseyon no pudo meterla entera, de momento, se quedó a falta de unos tres centímetros. La muchacha se había tragado treinta y seguía fluyendo como un río sobre esa polla. Isseyon sacaba casi del todo su gran polla y la volvía a meter muy lento. La muchacha gemía y sentía como esa barra de carne llenaba todo su sexo. El placer la estaba volviendo loca y pedía más, más fuerte, más rápido, más, más.
Isseyon aceleró su ritmo, teniendo cuidado de no lastimar a esa muchacha, pero cuando su esperma empezó a salir de su polla, se ofuscó y le clavó la polla hasta tocar con su pelvis su culo. El grito de la muchacha fue desgarrador. Mientras la polla de Isseyon no dejaba de brotar, saliendo su esencia por los lados de ese sexo completamente lleno de polla y de semen.
Isseyon se salió de la muchacha, forzando una riada de semen que dejó casi cubierto el jergón. La muchacha gemía sobre el jergón presa aún de los espasmos del placer y del tremendo dolor que sentía en su vientre.
- Me has reventado cabrón, me has reventado.
Isseyon miró a la muchacha, viéndola con sus piernas blancas por su corrida y sabiendo que eso le traería problemas, partió hacia su destino. Entró en el Congo, por la parte de más al norte y bajó camino de su destino, aún le llevó veinte días llegar a la zona boscosa de Engouéné. Al llegar allí, creyó haber encontrado el paraíso. Todo era verde con abundancia de comida, Isseyon comió hasta hartarse, sus restricciones se habían terminado. De pronto sintió un pinchazo en su espalda y la luz se apagó. Despertó varias horas después atado a una especie de cruz de San Andrés en medio de un poblado de no más de veinte chozas. Sus manos y sus pies estaban atados a los extremos de los maderos y estaba completamente desnudo y al sol. Varias mujeres más altas que él se le acercaron. Estas eran casi todas iguales, desde el uno setenta al uno ochenta de estatura. Una cien más o menos de pecho, amplias caderas y unas bocas muy generosas. Todas las mujeres iban también completamente desnudas y esto hizo que la polla de Isseyon se tensara, adquiriendo casi su total dimensión. Una de las mujeres, al parecer la jefa, se acercó a él, uniendo su mano a esa tremenda verga la movió arriba y abajo y sonrió.
- Lalallaalalalalalalal
Gritaba la mujer mientras todas las demás hacían un corro. La mujer siguió incansable meneando esa polla mirando muy fijamente a los ojos de Isseyon, este cada vez se excitaba más, esas finas manos estaban consiguiendo que llegara a correrse. Tras varios minutos y debido a los incansables gritos, ante él aparecieron unas jóvenes de las mismas proporciones que las anteriores mujeres. La juventud de sus tersos pechos y la humedad de sus sexos, le desarmó y de su polla empezó a brotar un sin fin de litros de semen que formaron un gran charco en el suelo del poblado.
Las mujeres se miraron asombradas y sonrientes, posiblemente habían encontrado a su semental. Lo soltaron de la cruz y lo agasajaron con comida y bebida, le llevaron a una choza donde lo que más impresionaba era la gran cama que dominaba el lugar. Dentro de la habitación había un gran frutero con toda clase de fruta. Isseyon había pasado de villano a rey por su gran cantidad de esperma y por su gran polla. Aún no se había acomodado en su nueva choza, cuando la que parecía la jefa, entró ufana y desafiante. Sin decir nada se tiró a los pies de Isseyon sujetó con fuerza su aún flácida polla y se la llevó a la boca. Por primera vez en su vida Isseyon vio como esa mujer se tragaba su polla entera. Cierto que estaba flácida pero aun así nadie había conseguido tragársela. Lentamente dentro de la boca de la mujer su polla fue ganando volumen y largura. Ahora ya solo podía con tres cuartos, pero eso era mucho más de lo que nadie había conseguido tragar nunca.
La mujer tragaba la polla llevándola hasta el fondo de su garganta, apretando esta sobre el glande de la polla y ordeñando la polla con gran habilidad y esmero. La mujer miraba a su nuevo semental con lujuria en los ojos y en los suyos, vio que estaba presto a correrse. Pero ella se lo quería follar, quería que le llenara el coño con su leche. Se sacó la polla de la boca y lo tumbó sobre la gran cama. Lentamente acercó esa terrible polla a su sexo, la mojó en él, mojó su punta con saliva y se fue sentando lentamente sobre ella. Cuando la tuvo entera dentro, gimió y aguantó parada unos segundos, mientras los músculos de su sexo apretaban esa durísima polla. Empezó a cabalgar esa polla sin prisa y sin pausa. La cabalgaba despacio sintiendo como su coño la bañaba para dejarla entrar con facilidad. Hacía tiempo que no se sentía tan llena, tan penetrada. Apoyada con las manos en el pecho de Isseyon, la mujer imprimió más ritmo a su penetración, cabalgando sin descanso, sin pausa, sentía llegar su orgasmo y lo quería ya, quería volver a disfrutar de esa sensación y explotó, explotó cubriendo con sus jugos a su nuevo semental. Paró unos segundos mientras recobraba el aliento y volvía el color a las pupilas de sus ojos. Se salió de Isseyon se puso en cuatro sobre la cama y lo miró.
- Lléname, lléname el coño y destrózame.
Sorprendido por el repentino cambio, Isseyon se subió a la cama y en cuclillas le clavó la polla hasta la empuñadura, sujetó sus muñecas con fuerza y así, manteniéndola en vuelo sobre la cama, le dio, le dio con todas sus fuerzas. La excitación embargaba a nuestro semental que, en la terrible galopada, no pudo aguantar mucho y terminó llenando el sexo de la diosa con su esperma, el cual brotaba como un rio de su sexo y llenaba la cama de un pegajoso líquido blanquecino. La mujer cayó rendida sobre la cama, gimiendo y gimiendo, resoplando como si hubiera terminado una carrera de resistencia.
- Hijo de puta, nunca me habían follado así, nunca.
Isseyon le dio un azote en el culo, metió dos de sus dedos en su coño, los untó bien y los llevó a su boca.
- Prueba la esencia de macho que os dejará a todas preñadas como buenas putas.
La mujer lamió con gula los dedos de Isseyon, le miró a los ojos y sonrió.
Ese había sido el principio y para nuestro protagonista todo parecía un camino de rosas, pero terminaría siendo un calvario. No adelantemos acontecimientos. Él ahora era el encargado de ascender a todas las jóvenes a mujeres y de preñar a las mozas más sanas. Aunque parezca una delicia, esto llegó a ser casi insoportable, algunos días tenía que follar tres y cuatro veces. Hoy era un día especial, ante él estaban las gemelas, dos espectaculares mujeres de uno setenta y ocho, unos pechos superiores a la cien, grandes culos respingones y dispuestas a pasar a la edad adulta. Las muchachas eran una belleza y ser desvirgadas por Isseyon suponía un reto para él y para ellas. Esa polla no era la mejor herramienta para empezar una nueva vida.
Como en otras partes del mundo en esta aldea también habían construido la silla de la desfloración. Sura y Tabia, que así se llamaban las gemelas estaban preparadas y temerosas al ver tremenda polla cerca de ellas. Sura, que era la mayor fue la encargada de retirar la sábana que cubría la silla y sentarse la primera en ella. La jefa rodeó su pecho desde atrás mientras besaba su cuello, le apretaba los pezones y empezaba a excitar a la muchacha. Por su parte Isseyon sabedor de su tremenda herramienta, se postró de rodillas frente a Sura y procedió a lamer su sexo. Iba de su ano hasta su clítoris, metía su lengua en el sexo de Sura y a la vez introducía saliva en él. Sura, nueva en estas artes veía como crecía su excitación y una corriente nueva recorría su cuerpo. Explotó sin saber por qué en la boca de Isseyon, este por su parte recibió la descarga con gran alborozo. Miró a la muchacha y acercó su polla al estrecho y nuevo canal que se ofrecía ante él. Pasó su capullo por la entrada virgen de la joven, frotando su clítoris que le volvió a regalar una riada de flujo.
Eufórico Isseyon fue entrando en Sura con extremada lentitud., la muchacha gemía y abría su boca buscando el aire que le faltaba. Sentía como su coño se llenaba y veía que prácticamente sólo tenía una pequeña parte de esa verga en su interior. Notó como algo paraba esa polla y ofrecía una cierta resistencia. Isseyon también lo notó y entrando y saliendo durante unos largos minutos, consiguió que Sura se relajara. Esta tuvo un nuevo orgasmo que inundó su sexo, lo que Isseyon aprovechó para dar un nuevo empujón y terminar con la barrera que le ofrecía el sexo de Sura. Esta, gritó al sentir roto su himen, pero pronto empezó a sentir placer, placer que con el tiempo crecía en su interior. Sura tuvo un nuevo orgasmo que la dejó rendida y sin fuerzas, por lo que fue puesta a los pies de la silla, dejando su sitio a su hermana. Tabia de la misma forma que su hermana Sura, recibió las atenciones de la jefa y de Isseyon. Este lamió el sexo de la joven igual que había hecho con su hermana y esperó a que tuviera su primer orgasmo. La muchacha se retorcía de placer pidiendo que no pararan. Las hábiles manos de la jefa apretaban sus pezones, produciéndole un gran placer. Isseyon entró en ella suave y lento, empezando su bombeo hasta llegar a la barrera del joven sexo. Tras varios bombeos, al sentir como Tabia bañaba su polla, empujó con fuerza al igual que había hecho con su hermana y la traspasó. Pero esta vez, la muchacha echó las piernas a la espalda de Isseyon y fue ella la que bombeó con ganas agarrada a sus caderas y a su cuello. Ella misma se empaló entera manteniéndose suspendida del cuello de Isseyon y sujeta por esa gran polla. La muchacha gemía y resoplaba, mientras Isseyon cada vez estaba más cercano al final.
Dejó a Tabia junto a su hermana y meneando con fuerza su polla, terminó cubriéndolas por entero con su esperma. Mientras Sura cerraba su boca y volvía su cara, Tabia había abierto su boca y degustaba este nuevo elixir que a partir de ese momento sería su perdición. Cuando Isseyon terminó de expulsar su líquido, Tabia se sujetó a su polla y se la dejó bien limpia.
- Algún día me tragaré todo tu esperma.
Una vez bañadas las dos hermanas, la fiesta se desató. Las mujeres lamieron los cuerpos de las muchachas hasta dejarlas bien limpias y llenas de orgasmos. Mientras todas las mujeres recorrían el cuerpo de las hermanas con sus lenguas, la jefa ya había conseguido poner erecta de nuevo la polla de Isseyon.
Esta vez fue Chidinma quien aprovechó la erección que había provocado la jefa en Isseyon para lentamente sentarse sobre ella. Chidinma abría su boca y sonreía a cada centímetro que esa polla iba entrando en ella. Cuando se sentó sobre el vientre de Isseyon sonrió alegre, se apoyó sobre su pecho. Y empezó a subir y bajar muy lentamente, sintiendo como la polla abría sus carnes para llenarla entera y producirle un gran placer. A los pocos minutos, Chidinma temblaba sobre esa polla y gritaba.
- No pares lléname, lléname con tu esperma, haz que desborde de mi coño.
Chidinma gritaba con los ojos en blanco sobre Isseyon que, en un alarde de habilidad, le dio la vuelta, siendo el ahora el que mandaba. Sujeto con fuerza las muñecas de Chidinma la miró a los ojos con lujuria, viendo los de ella vueltos de placer y le dio fuerte, muy fuerte. La jefa gritaba mientras apretaba el culo de Isseyon para que entrase más adentro. Las mujeres hacían un corro alrededor de Isseyon. Este por fin se tensó, clavó su polla dentro de Chidinma y empezó a soltar su carga. Uno, dos, tres, cuatro.
- Danos a nosotras, guárdanos algo, danos de comer
A la quinta descarga Isseyon se salió del coño de Chidinma y como si fuera una fuente apuntó a las bocas hambrientas de las mujeres del poblado, quedando algunas con la cara totalmente blanca.
Mientras Chidinma aun jadeante había levantado sus piernas para evitar que ese elixir saliera de ella. Aun jadeaba y gritaba con sus ojos casi en su sitio, cuando sintió como al menos dos bocas bebían de su sexo, volviéndola a llevar al éxtasis.
Isseyon pasó toda su vida como un buen semental, todas las criaturas de la aldea eran suyas y alguno de los muchachos había heredado los atributos de su padre, sustituyendo a este en las tareas de semental, algo que el padre agradeció, pues no era tarea menor complacer a tanta hembra. Cada vez que hacían rehenes en sus conquistas, era Isseyon quien se encargaba de fertilizarlas, hasta dejarlas preñadas, para así tener una enorme prole.