Senderismo

Es una noche muy obscura, seguro me he despertado por alguna razón que al momento desconozco, tengo sueño, me siento cansada, siento que mi cabeza me explota, debo continuar a dormir, si es mejor que me acomode bien y siga durmiendo, pero…

—¿Dónde está mi almohada? …

—¡No! … ¡Esta no es mi almohada! … ¡Son! … ¡Son ramas! … ¿Dónde estoy? …

No veía nada, la obscuridad era absoluta, mis ojos no lograban vislumbrar nada en la penumbra de la noche, mi respiración estaba alterada, no podía respirar muy bien me sentía algo mareada, tenía una cierta sequedad en mi boca, no hay luz en este mundo donde me he despertado, es terrorífico, me pregunto como podré superar estas tinieblas, mi cabeza estaba pegajosa y mis cabellos tiesos.

—¿Y esto que cosa es? …

Hay algo tibio y peludo a mi lado, este ser mantiene mi temperatura, no debe ser una bestia salvaje ni feroz, sino ya me hubiese atacada, su olor no me es desconocido, es un olor peculiar, estamos muy cerca el uno del otro, esto debe ser una pesadilla … ¡Sí, eso debe ser … un sueño horrible! … debo despertarme y salir de esta angustia.

Continuo a palpar a este ser que comparte mi estrecho espacio, se mueve, se mueve y se levanta, es un cuadrúpedo, puedo tocar sus patas, asemejan a … ¡un perro! … ¡Sí me parece un perro! … siento su legua que roza mi mano, es una lengua babosa y áspera, tibia y maciza, debe ser un animal de proporciones, pasa su lengua por mi cabellos apelmazados, pero por qué tengo mis cabellos así descuidados y sucios, tengo una especie de costras, me duele mi cabeza, creo que algo me golpeó o quizás me golpee yo misma en algún modo que desconozco.

Mi ropas están en mal estado, estoy vestida con una especie de jeans, una parka, un chaleco y una remera de mangas largas, el ambiente es abrigado, tengo botas con cierre y largas medias de lana que cubren hasta mis muslos, es como si hubiese salido a recorrer alguna parte apartada y es probable que haya sufrido algún percance o accidente.

Estoy tomando conciencia de que no es una pesadilla, lo que estoy pasando es muy real, pero no tengo recuerdos de nada, quizás perdí mi memoria y debo haber estado inconsciente por un tiempo indeterminado, siento mi boca seca, el animal como si leyera mis pensamientos me lengüetea los labios, lamo su lengua para absorber esa humedad, a ciegas pongo mis manos en su gruesa cabeza y mojo mis labios en su baba, necesito saciar esa sed, no tengo otro medio que absorber y beber de su baba, no me resulta desagradable, él me lengüetea el rostro, mis cabellos, como si quisiera limpiarme, lo dejo hacer, siento que él está cuidando de mí, me da confianza, pero me atemoriza la obscuridad alrededor de mí, creo haber perdido mi sentido de visión … ¡Estoy ciega!

Me levanto y me golpeo la cabeza, estoy en una especie de caverna, a gatas comienzo a descubrir las dimensiones de mi refugio, palpando los muros me acerco a la entrada de la cueva, el exterior es más fresco, hay aire menos temperado, por el momento debo permanecer aquí hasta restablecer todos mis sentidos, me hago la idea de que mi refugio tiene como un metro y medio de alto y unos cuatro metros cuadrados de extensión, lo mejor es que acabo de encontrar una mochila que seguramente me pertenece, tengo una muda de medias y ropa interior, además, encontré varias barras de chocolates y unos paquetes de galletas, mientras no pueda ver donde me encuentro, debo permanecer en este lugar, pienso que ya habrá algún ente nacional de rescate buscándome, me imagino que tendré alguna familia, de momento no recuerdo nada de mi pasado y esto sí que me aterroriza.

Encontré una botella grande de agua, la debo dosificar pues no sé cuanto tiempo restaré con mis limitaciones visuales, hay momentos como que, si viera algo y luego regreso a una total obscuridad, estar cerca del animal que me está a mí lado, me da una cierta seguridad y tranquilidad, me siento cansada, me acomodo para reposarme y siento que el perro sale de nuestra guarida, me siento intranquila sin él a mi lado, pero estoy tan cansada que me pierdo en un sueño inquieto pero reparador.

No sé cuantas horas he dormido, siento la tibieza del perro a mi lado, no sé si es día o es noche, todavía estoy totalmente ciega, ¿Cuál es mi nombre?, me doy cuenta que no sé nada de nada, ni siquiera recuerdo mi nombre, pero siento que mi cuerpo reacciona un poco mejor, sé que estoy en una cueva con un perro, sé que tengo una herida en mi cabeza, sé que tengo una perdida de memoria, sé que estoy perdida en alguna parte solitaria, me muevo y siento que el perro se alza conmigo, trato de orientarme hacia la salida de la cueva, a gatas me deslizo fuera, siento el frio ambiente y deduzco que es noche, hay solo una suave brisa muy fría y percibo algunos arbustos, no me atrevo a alejarme, no quiero perderme en estas tinieblas que me rodean, estoy de pie, me muevo para buscar la entrada de la caverna y escucho al perro delante de mí, me apoyo en mis rodillas y manos y gateo hacia donde siento el ruido del animal, casi sin darme cuenta entro en la gruta, estoy otra vez en la seguridad del cubil, me abrazo al perro buscando su seguridad, él me lengüetea con afecto.

Me esforcé por tratar de recordar cosas, me parece increíble, pero recordaba algunos temas musicales, trate de relacionar esos temas con otros recuerdos, pero habían como flashes de luz con algunos rostros, no lograba reconocer a ninguna de esas caras que cruzaban velozmente por mi mente, logré establecer que mi lugar de domicilio es la ciudad de Santiago de Chile, vivo en un departamento, no recuerdo ninguna dirección cívica ni nada de eso, pero me alegro de recordar algunas cosas, poco a poco me recuesto y duermo, el perro se acurruca cerca de mí y me parece que se dispone a dormir junto a mí.

Me despierto y logro ver una cierta claridad en un sector de la gruta, imagino sea la salida, me dirijo hacia ese claror y salgo de la cueva, la temperatura ambiente es bastante agradable y hay mucha luz, pongo mi mano ante mis ojos y veo solo una sombra borrosa, no distingo mi mano, pero percibo que tenemos mucha luz, concluyo que es de día, un día soleado, percibo la temperatura de los rayos solares, no logro distinguir formas ni colores, pero me reconforta el haber logrado recuperar en algún grado mi visión, todavía no es suficiente como para aventurarme lejos del cubil, me siento en un lugar sombreado y ejercito mis ojos, distingo las formas de algunos árboles y también me doy cuenta de que estoy en una especie de ladera de un cerro, he consumido la mitad del agua, me preocupa quedarme sin agua, al parecer hay algún afluente en las cercanías, pues Rocco, mi perro se llama así, otro recuerdo que no sé cómo emergió de mi cabeza, es claro que todos mis recuerdos están ahí, solo que por alguna razón no logro acceder a ellos.

Tercer día, recuerdo que mi nombre es Joselyn, soy apasionada de senderismo, no recuerdo haber declarado a carabineros de que me aprontaba a aventurarme en la montaña, vivo sola con mi perro, en lo Barnechea, no recuerdo tener un novio que se preocupara por mi ausencia, me encontraba sin trabajo desde hace tres semanas y se me había ocurrido salir a la montaña a practicar mi deporte favorito, saltando de una roca a la otra resbalé y seguramente azoté mi cabeza en alguna piedra procurándome una herida con perdida de sangre, no recuerdo todo, pero me parece que esto es lo más cercano a lo que me ha sucedido, así que no debería haber nadie buscándome, pues no tuve la precaución de avisar a carabineros de mi intención de adentrarme por un par de días en la montaña, afortunadamente es octubre, aquí es primavera, el tiempo es templado, la noche en la montaña es muy frio, pero mis vestimentas me han mantenido abrigada, también recuerdo que mi perro es más que una mascota, solo ahora me explico ciertas actitudes suyas … ¡mi perro es también mi amante!

He recordado muchas cosas, sobre todo el hecho de que mi perro y yo hemos tenido relaciones de sexo, no recuerdo desde cuando lo hacemos ni cuantas veces lo hemos hecho y ni siquiera como lo hemos hecho, por eso él se quedo a mi lado, estaba cuidando a su hembra, no me pareció tan abominable la idea, es más algo entre mis piernas me decía que debo haber gozado de esa experiencia, mi vagina se había humedecido, ahora me explico porqué él venía a olfatear mi orina y había intentado usar su lengua en mí.

Mis recuerdos poco a poco iban emergiendo y mi vista también había mejorado, pero no puedo decir que veía todo, vislumbraba un poco mejor y también las tonalidades de grises se habían transformado en coloridas imágenes un tanto borrosas que lograba asociar a cosas conocidas, pero no lograba situarme ni orientarme en forma satisfactoria, por lo que prefería permanecer al cobijo y seguridad de la gruta.

Al cuarto día el agua se había acabado, me acerqué a Rocco y busque su lengua para humedecer mi boca, él me prodigó caricias introduciendo su lengua en la profundidad de mi boca saciando mi sed y dejando mi boca húmeda, pensé si ayudaría a recuperar mi memoria el tener una sesión de sexo con él, pero lo descarté por lo caluroso del día y el no saber cómo hacerlo, pero después pensé que la que había perdido la memoria era yo y no él, entonces si lo habíamos hecho alguna vez, seguramente él tenía vivos recuerdos, esperé que bajara el sol y el ambiente se pusiera más fresco, me quedé fuera de la gruta hasta que llego el ocaso y los rayos del sol comenzaron a dejar el paso a la obscuridad de la noche, lograba ver muchos objetos brillantes en el cielo, la luna estaba en su cuarto creciente y una suave brisa refrescaba el crepúsculo.

Entré en la cueva y Rocco entro junto a mí, me había sacado la parka con anterioridad y solo me había dejado la remera de mangas largas, no portaba sostén, lo que permitía que mis tetas se movieran a péndulo cada vez que me agachaba, mi vagina mostraba una incipiente vellosidad creciendo día a día, cuando bajé el cierre de mis jeans, Rocco se levantó a olfatearme de cerca, me metí un dedo en mi orificio y gemí al sentir mi húmeda vulva, me pareció pequeño mi boquete vaginal, saqué mi dedo y sentí que Rocco me daba lengüeteadas buscando mi mano, extendí mi dedo hacia su lengua y con cierta voracidad, Rocco me chupó mi dedo, luego metí dos dedos en mi panocha y se los volví a ofrecer, el perro casi me los devoró y después intento meter su hocico en mis jeans, me anduve asustando por la insistencia y la fuerza con que empujaba para buscar una via libre hacia mi panochita, algo en mi me decía que debía probar, pero me sentía extraña sintiendo esa atracción pecaminosa hacia Rocco.

Finalmente pudo más mi curiosidad y con mis jeans a mis rodillas le deje el espacio suficiente para que llegara a mi intimidad carnal, ¡Oh, Dios mío! Su lengua se metió entre los hinchados labios de mi coño estrecho, caí hacia atrás abriendo con dificultad mis muslos, él metió su cálida lengua entre los delicados pliegues de mi conchita, quise escapar a esas abrumadoras y exquisitas sensaciones, pero no pude, me aferré a su cabeza y la enterré más en mi ingle, Rocco comenzó a forzar su hocico en mi bajo vientre queriendo penetrarme con esa lengua bífida que serpenteaba en la entrada de mi chocho, como pude alcance los cierres de mis botas y me las quité, luego empujé mi jeans hacia abajo y logré sacar mis piernas, ahora estaba totalmente desnuda de la cintura para abajo, excepto por mis abrigadoras medias de lana.

Mi corazón latía desbocado, las sensaciones eran apabullantes, me estremecía toda, Rocco estaba sobre mi vagina y hundía con fuerzas su hocico en ella, a cada empuje se me escapaba un grito de demencial placer, lujuria pura, su lengua entraba por completo al interior de mi vulva sedienta de sus caricias, el aplastante goce me hacía querer cerrar mis piernas, pero al mismo tiempo empujaba su cabeza dentro de mí, comencé a retorcerme y contorsionar mi cuerpo al ritmo de sus embates, estaba disfrutando como nunca esta sesión amorosa con Rocco y en mi mente volvieron esos flashes de recuerdos, lo veía montándome y penetrándome con su pija hermosamente rosada, larga y gruesa, me hacía gemir con desesperación.

Después de un fragoroso orgasmo que me hizo chillar y gritar a todo pulmón, traté de detenerlo:

—¡Detente! … ¡Detente, Rocco! … ¡Por favor! … ¡Oh, diosito mío! …

Él se detuvo y se quedó aparentemente tranquilo, quizás, un poco extrañado y confundido:

—¡Oh, Rocco! … ¡Gracias! … ¡Estuviste magnifico! …

Todavía me sentía caliente, como si mi cuerpo supiera que el jueguito no terminaba ahí, también Rocco estaba a la espera de algo más, tenía sentimientos encontrados, me toqué mi conchita y estaba empapada con mis fluidos y la baba de Rocco, sentía como si mi corazón latiera en mi panocha, mis grandes labios pulsaban, una abrumadora sensación me hizo pellizcar mis tetas y tironear de mi pezones, sin duda alguna mi cuerpo me pedía continuar con la joda:

—¡Ven Rocco! … ¡Acércate! … ¡Ven aquí, mi niño! …

Él se acercó directamente a mi vagina y otra vez sentí la consistencia de su lengua golpeando mi clítoris haciéndome chillar y abrir mis piernas de par en par, me estaba entregando a él, miles de placenteras imágenes volvían a mi mente y me hacían sentir más cachonda que nunca.

Después de un segundo y maravilloso orgasmo, me quedé abstraída por un momento, como juntando fuerzas, mis ojos brillaban absortos, lograban definir la singular forma de mi perro, estaba mirando a Rocco ¡Lo estaba viendo con mis ojos! Me abracé a él por unos instantes casi a punto de llorar, mi mano se deslizó bajo su pancita y palpé su monstruosa verga húmeda y enhiesta, casi sin temor me arrodillé y apoyé mis manos sobre el piso de tierra, me alegré de sentir las zampas de Rocco arañando mi espalda protegida por mi remera, luego acomodó sus patas casi tocando mis muslos y comenzó a tironearme hacia su verga, instintivamente levanté mi culito sintiendo la puntita de su polla golpear mis muslos y nalgas.

Di un chillido y un salto hacia adelante cuando la puntita de su pene centró mi vagina y resbaló fuera, la sensación de su miembro enfilando mi conchita me calentó aún más y me acomodé a recibirlo, Rocco hábilmente me penetró al segundo intento, me arrastré gateando ante la abrumadora sensación que me hacía sentir su pija que forzaba las paredes de mi chocho, Rocco aferró con sus dientes mis cabellos y me inmovilizó, mi mente luchaba en medio a esos lujuriosos y esplendidos efectos que me causaba su pene, el sentirme cogida como una perrita por este exuberante animal me daba una alegría y paz interior, no se si eran los recuerdos que regresaban a mi mente o solo el hecho de copular con él, pero me sentía feliz de ser una perrita humana.

Rocco empujaba su verga con fuerza y rapidez inaudita, era como una maquina cogedora, mi conchita se estiraba haciendo espacio a su pija que crecía y crecía, algo había crecido más de la cuenta y Rocco me tironeaba tratando de meterme esa masa de carne que encontraba la resistencia de mi estrecha conchita, chillé a todo pulmón y él volvió a agarrarme por mis cabellos y me tironeó tan fuerte que una cosa inflada se metió en mí chocho y continuo a inflarse una vez dentro, estaba estirando mi panocha casi a reventar, pero no alcancé a preocuparme porque un avasallador orgasmo me estremeció de pies a cabeza, estaba berreando y chillando como una marranita, levanté más mi colita para sentirlo más profundo dentro de mí.

Repentinamente, calientes chorros de esperma comenzaron a verterse dentro de mí, Rocco me brindaba su lechita privilegiada con su descendencia, trataba de preñarme, agarré sus patas traseras y apoye mi rostro sobre la tierra, me sentía tan natural con mi macho que me poseía en esta apartada gruta de la montaña, quizás si en tiempo prehistóricos las hembras humanas se convertían en perritas de vez en cuando, según dibujos ancestrales, al parecer de siempre el ser humano ha copulado con animales, otros recuerdos vinieron a mi mente, me recordé de mi departamento y también la dirección en Avenida las Condes, un montón de números giraban en mi cabeza y no sabía cual de ellos correspondía al número cívico de mi edificio, algo como doce mil y algo, no quise seguir esforzándome y seguí disfrutando de la verga de Rocco que pulsaba y expelía lechita caliente en mis entrañas.

No sé cuanto tiempo estuvimos pegaditos con mi perro, pero recordé que lo hacíamos en mi departamento, en mi amplia cama y los hacíamos varias veces al día, sintiendo mi pancita llena de su leche, su verga salió expulsada de mi chocho, un aluvión de líquido se vertió de mi vagina, escurriendo por mis muslos y piernas, Rocco vino a lengüetearme y me llevo al paroxismo de un nuevo orgasmo, mis sienes latían a mil, una sonrisa se dibujo en mi rostro cuando abrí mis ojos y pude ver casi nítidamente a mi perro que salía de la gruta, rápidamente me limpie y me vestí, salí del cubil y había un cielo estrellado, la luna estaba lejos al poniente, me rendía cuenta de que mi visión no era del todo normal, pero distinguía las cosas mucho mejor que antes, alegre ante la perspectiva de volver a bajar la montaña e irme a casa, hice algunas cosas naturales que me pedía mi cuerpo y luego me adentré en la cueva para dormir, estaba en un estado casi eufórico cuando sentí que Rocco regresaba, traía su hocico mojado, inmediatamente me tragué su lengua humectando mi boca sedienta, lo besuquee hasta saciarme, pero eso tuvo un efecto secundario.

Me despojé de mi vestimenta y Rocco se acerco a lamer mi sexo delicadamente, muy pronto su lengua chapoteaba en mi encharcada panocha, yo quería volver a sentirlo a él, así que me giré y me puse en cuatro, Rocco me volvió a montar, hábilmente enfiló su vergota en mi orificio lubricado abundantemente, fácilmente me penetro con su pene y su bola que rápidamente comenzó a inflarse dentro de mí, el roce permanente de su pene magnifico que cambiaba y cambiaba sus dimensiones me hacía enloquecer, enterré las uñas en la tierra y casi en un alarido de liberación, pasión y lujuria, me corrí en un sinfín de multi-orgasmos que me hicieron convulsionar, la apoteosis fue cuando él se corrió en mi con su cálida lechita rellenando todos los vericuetos y andurriales de mi estrecha vagina, simplemente colapsé en su verga que me transmitía descargas eléctricas que me causaban espasmos de placer.

Simplemente increíble, mi cuerpo era un amasijo de carne inerte que pendía de su pene, él no se movió hasta que su pene resbaló con un potente sonido de descorche fuera de mi conchita que vibraba y pulsaba contrayéndose por simpatía, ni siquiera tuve la fuerza de alzarme, me desplomé sobre el piso y me quedé adormecida como en un trance, no sé si dormí mucho o poco, pero me desperté con más de mis recuerdos que se agolpaban en mí mente, me llamo Jocelyn Barraza, me recuerdo del número cívico del departamento donde vivo, me recuerdo que me encontraba sobre unas rocas temprano en la mañana y realicé una especie de salto en el que resbalé sin obtener el impulso necesario y me desbarranqué, aclaro mis ojos y logro ver las dimensiones del cubículo donde me encuentro, un leve claror se filtra desde el exterior, me visto con mis ropas que huelen muy mal, me siento desaseada, luego me deslizo fuera de la gruta.

Un golpe de aire fresco golpea mi rostro, hay una noche de luna esplendente, pero no sé dónde me encuentro, la noche cambia la apariencia de cualquier paisaje con la diferencia de que me doy cuenta de que mi visión ha mejorado, siento que Rocco regresa de quizás donde y su hocico roza mi mano, su hocico esta húmedo, él va a beber en algún lugar no muy distante, debo averiguar donde está ese lugar, necesito lavarme y limpiarme, pero en tanto me acuclillo y lo tomo de sus mofletes y lengüeteo su hocico para humedecer mis labios agrietados y resecos, su lengua baña mi rostro, siento mi pelo sucio, siento que mí sexo se excita al explorar el hocico de Rocco, mi mano instantáneamente recorre su pancita y encuentra las joyas de la corona, me arrodillo y mi boca busca la punta de esa verga oculta que gotea un líquido que me es necesario, debo beber de él, su lechita aplacará mi sed y me alimentará.

Me llevo a Rocco dentro de la gruta para continuar a jugar con su verga, sus olores y sus sabores me fascinan, creo que de siempre me han subyugado la forma de ser de estos animales y el apareamiento sexual con ellos, para mi Rocco no es solo parte de mi vida, él es mi vida, ahora que comienzo a recordar tantas otras cosas, me he dado cuenta lo importante que es Rocco para mí, ahora mientras lo hago echarse y mantengo mi boca muy cerca de su pene, paso mi lengua por mis labios casi a pre saborear su exquisito semen, que por lo demás, son fuentes de proteínas y otros elementos no dañinos para la salud, ahora recuerdo que las veces que me he bebido su lefa tibia son incontables, recuerdo de haber hecho el amor con mi Rocco al menos cinco días de la semana, para mi es la cosa más natural del mundo.

Mientras estimulo a Rocco, él se ha girado de espalda acomodándose a que yo pueda hacerle salir su verga entera y engullirla placenteramente con mi ávida boca, esta vez no solo me dará placer, también me amamantaré de su lechita saciaré mi sed, debo esperar que amanezca para ubicar la fuente de agua donde Rocco va a beber, mi noble Rocco luce como un bondadoso genitor nutriendo a su hembra, yo devoro su verga metiéndola toda en mi boca, saboreando su exquisito y sápido miembro, es grueso, contundente, casi quisiera morderlo, mi boca sube y baja chupando su pene, con mis ojos bien abiertos trato de ver lo que estoy haciendo, mis ojos enfocan en la obscuridad de la gruta, veo su pelaje claro, mi panocha está húmeda bien lubricada, es la sensación de su caliente verga que moja mi boca, mi cuerpo entero está caliente por él, sigo chupando más rápido, lo acaricio con mi lengua y lo aprieto con mis labios, presiento la inquietud de Rocco, él sabe que está a punto de descargarse en mi paladar, siento las pulsaciones de su polla y repentinamente comienza a chorrear semen directamente en mí garganta, ha explotado con fuerza en mi boca, lo bebo todo, lo necesito todo, mi conchita esta muy húmeda, inserto dos de mis dedos y acaricio por algunos instantes mi flor de flores, succiono con fuerza el pene de Rocco y me corro en un mini orgasmo, junto mis muslos para apaciguar las olas de placer que me golpean una tras otra.

Saciada de mi sed de líquido y de sexo, me acurruco al lado de Rocco y me adormento, en la obscuridad extrema de la gruta, logré ver el pene de mi perro, incluso el claror de mi piel blanca también lo percibí, pienso que mi vista ha mejorado ulteriormente, esperare el alba para ver que hacer, aún tengo muchas preguntas sin respuestas, pero ya he recordado lo suficiente y si mi vista me lo permite intentare regresar a casa.

No tengo la menor idea de la hora que es, Rocco no está junto a mí, mientras me enderezo, salgo encorvada de la gruta, el día está nublado, maravilla de maravillas, logro ver nítidamente todo a mi alrededor, la nubes ocultan las crestas de los cerros cercanos, hay una especie de niebla húmeda, escucho ruidos y desde mi espalda veo a Rocco que regresa, toco su hocico y está fresco y mojado, me acerco a besuquearlo y mojar mi propia boca en su humedad, él generosamente lengüetea mi cara, me levanto a mirar por la dirección desde donde él venía, la niebla no permite ver más allá de un centenar de metros, me dirijo a unos matorrales con deseos de orinar, Rocco me viene detrás, bajo mis jeans y mis bragas, me acuclillo para hacer mis necesidades, siento la lengua de Rocco en mi culo.

—¡Déjame orinar, perrito! … ¡Sí quieres que lo hagamos, espérame un poquito! … ¡Sabes que mami nunca te dice que no! … ¡Espérame, tesoro! …

Inteligentemente él se aleja y me permite orinar, lo veo como él también alza su pata y orina unos metros más allá, me voy rápidamente a la gruta y Rocco entra de carrerita detrás de mí, me quito mis botas, mis jeans y bragas, me siento en el piso de tierra y Rocco viene directo a mi panocha, su fría nariz toca mi vientre mientras algunos centímetros de su lengua ya se adentraban dentro de mi conchita haciéndome arquear mi espalda, metiendo mis tetas en muestra, decidí quitarme mi remera y así quedé a la par de mi mascota, él con su pelaje y yo solo con mi piel, comencé a acariciar con delicadeza su miembro que comenzó a crecer paulatinamente en mi mano, siempre me ha excitado mucho el sentirme con ese poder de hacer que su miembro crezca desmesuradamente.

No estaba en una cómoda posición, así que me acosté debajo de él y quedamos en una especie de sesenta y nueve, el con su cabezota lamiendo mi ingle, yo debajo de su pancita chupando su miembro colgante, él me lamía con gusto mi vagina, rozando mi clítoris una y otra vez, la sensación era tan abrumadora que me hacía estremecer, yo intente cerrar mis muslos y calmar esa vorágine de placer que me estaba volviendo loca, pero él empujo su hocico y metió su lengua entera dentro de mi y me hizo convulsionar de goce, solté su verga y agarré mi senos tirando de mis pezones que querían estallar, encorvé mi espalda y su pene me llego casi a la garganta, Rocco comenzó un movimiento frenético y le salió un copioso chorro de semen caliente que casi me hace ahogar, me relajé y comencé a tragar sus semillas ardorosas, calientitas y saladitas, él seguía atacando mi vagina con su lengua, no aguanté un minuto más, salí de debajo de él y me puse en cuatro como a él le gusta, una perrita sumisa y pronta a recibirlo.

Paré bien mi colita y él se colocó detrás de mí, diestramente me montó acomodando sus zampas alrededor de mi cintura, casi tocando mis muslos, me tironeó hacia atrás y su pene se incrustó de una en mi conchita, me hizo gritar y pedir por más, acomodé mi vulva para permitirle de afondar su polla dentro, profundamente en mí, su bola entró y salió un par de veces procurándome un orgasmo espontaneo, luego se atascó en mí y comenzó a estimular mi punto “G”, mis chillidos se hicieron desesperados cuando otro salvaje orgasmo me hizo temblar y vibrar de pies a cabeza, Rocco estaba bombeando mi coño profundamente, la punta de su miembro se encontraba a la entrada de mi útero, pronto su lechita impregnaría mis paredes vaginales rociando vida dentro de mí.

Desnuda y abotonada por mi perro en ese abrigador cubil, me sentía una perra de verdad, follando en medio de la naturaleza, libre y feliz, la mayoría de mis recuerdos están regresando a mi mente, creo ser pronta a bajar la montaña y buscar algún sitio civilizado donde comunicar con los míos, tengo una madre que se llama Olga y mi padre ya no está, tengo algunas amistades y tengo también un teléfono celular que al parecer perdí en alguna parte, siento el enorme pene de Rocco y tengo una serie de pensamientos lascivos, disfruto de haber quedado pegadita a mi macho, él está quieto y tranquilo dándome placer, si la situación fuera diferente quizás mi goce hubiese sido mayor, pero mi cabeza es un torbellino de placeres e ideas confusas, siento que Rocco se mueve hacia la salida de la cueva, estamos atorados, no debe hacer eso:

—¡Rocco! … ¡Porquería! … ¡No te muevas! …

Pero él no obedece y me saca pegada a su pene fuera de la caverna, escucho el sonido característico de un helicóptero en la lejanía, la niebla comienza a disolverse y puedo ver a mayores distancias, pero no veo físicamente a la aeronave, pienso lo embarazoso que sería qué un equipo de rescate me encontrara abotonada a mi mascota, trato de aferrar las patas de Rocco, pero él se mueve y su pene resbala fuera de mi conchita, rápidamente entro en el cubil y me visto, quizás haya alguien buscándome, hoy es el quinto día.

Me visto y comienzo a caminar en la dirección en que creo Rocco vaya a beber, necesito lavarme y beber mucha agua, caminando por la ladera de la montaña, veo un despeñadero de rocas que creo reconocer, voy en esa dirección, observo el paisaje y creo reconocer la quebrada, me parece que en fondo a esa hay un arroyo.

Llego al despeñadero y veo algunas rocas manchadas de sangre seca, veo un objeto que brilla, quizás sea solo un pedazo de vidrio, pero no encuentro mi celular, trato de encenderlo, pero lo único que logro es ver aparecer un “0%” en la pantalla que al instante desaparece, no tiene carga, un par de metros más allá hay una bolsa “canguro”, rápidamente la recojo, creo reconocerla, hay una billetera con algo de dinero y mi documentación personal, creo que me caí en este despeñadero y me golpee la cabeza en la rocas de aquí.

Mi cabeza está caliente, otros recuerdos se agolpan ante mis ojos, me veo en esa fría mañana en que también había niebla, los arbustos estaban mojados y las piedras resbaladizas, me veo dando un salto y al resbalar, no tuve el suficiente empuje para caer sobre la otra roca y caí golpeándome la cabeza, debo haber estado inconsciente, solo Rocco estaba conmigo, no sé como llegué a la gruta, él debe haberme guiado a algún lugar donde me pudiese proteger y recuperar, Rocco me ha salvado la vida, nadie más estaba conmigo, mientras todas estas cosas van y vienen en mi mente, siento la presencia de mi perro a mi lado, me ladra como para advertirme de tener cuidado, me agacho y lo abrazo y lo beso:

—¡Gracias, Rocco! … ¡Mi vida es tuya! …

Recorriendo el sector, encuentro también un bastón de montaña que me pertenece, con cuidado bordeo el despeñadero y continuo a bajar por la quebrada, creo divisar un riachuelo más abajo.

El sol estaba alto en el cielo cuando llegamos al borde del pequeño rio que se enanchaba y angostaba en su descenso hacia el valle, formando curvas y medios círculos, había una especie de remanso con una laguna, el agua prístina de la montaña es muy fría, pero en el remanso el sol la calentaba un poco, mire alrededor y no había signos de vida ni presencia humana, me desvestí, de mi bolsa recuperé un espejo y comencé a lavar mi cabeza con sangre reseca, mi remera olía horrible así que lavé algo de mis vestidos, después encontré bayas y semillas que devoré ávidamente, Rocco apareció con un conejo muerto, me lo dejó a mis pies, pero no había ninguna posibilidad de que yo comiera aquello, estaba tibio todavía, así que le hice un hoyito en una de sus patas y lo inflé como un globo, su piel se despegó de su cuerpo y fácilmente lo despojé de su piel, le abrí la panza y extraje sus órganos, Rocco lengüeteaba mis manos ensangrentadas, lo corté en algunos trozos que Rocco devoró plácidamente, no recuerdo haber hecho nunca lo que hice y por el momento no podría explicar como y porqué lo hice, lo importante es que tanto yo como él logramos comer algunas muy necesarias proteínas.

El sol de mediodía recalentaba la tierra bajo mis pies, no pusimos a descansar Rocco se había bañado junto a mi en la laguna y ya frescos y secos buscamos la sombra acogedora de algunos arbustos y pequeños árboles, yo estaba desnuda sobre el césped en medio a los arbustos y Rocco apareció con su cabeza, su media lengua afuera y me miraba a los ojos y luego miraba mi vagina:

—¡Uy!, perrito … ¿Qué pretendes? …

Meneaba su frondosa cola y me hacía unas divertidas y juguetonas reverencias:

—¿Quieres jugar? … ¿Quieres hacerlo con mami? … ¿Eres mi salvador? … ¡Ven, dame tu lengua! … ¡Te lo mereces! … ¡Ven y cógeme, perrito! … ¡Soy tú perrita! … ¡Ven! …

No hubo necesidad de repetírselo, se ubicó en medio a mis muslos y su lengua comenzó a hurguetear en los delicados y calientes pliegues de mi chocho, abrí mis muslos al máximo y con mis dedos me abrí mi almejita para que me comiera hasta lo profundo de mi ser, comencé a gemir y mover mi pelvis, la sensación era formidable, arremetía con fuerza con su hocico y me enterraba su lengua profundamente, mis gemidos se transformaron en chillidos y gritos, me di vuelta y le ofrecí mi chocho, levanté mi culito y abrí mis rodillas al máximo para bajar mi panocha a su altura, Rocco se puso sobre mi y sin sostenerme centro su pija en mi chochito acogedor, fue goce de principio a fin, saqué unas champas de pasto mientras me corría demencialmente con su verga taladrando mi coño estrecho, me volvió a llenar con su semen y luego nos quedamos quietecitos por varios minutos, nos despegamos y pensé que lo mejor era retomar el descenso de la montaña.

Caminamos ladera abajo siguiendo el curso del río, ya estaba reconociendo varios puntos geográficos de la montaña y si mis cálculos no se equivocaban, debía esta próxima a una postación de la policía de Carabineros, esto me dio aliento y ánimos, a paso firme continué a caminar, después de un par de horas llegué al camino asfaltado, seguí caminando y después de una curva divisé la estructura verde blanca del Reten de Carabineros, Rocco jadeando caminaba a mi lado, creo que el calor lo afectaba más a él que a mí, su pelaje lucía esplendoroso.

En las afueras de la postación no había ningún policía, así que subí los dos peldaños y accedí a la puerta de ingreso, entre a las oficinas:

—¿Joselyn Barrazas? …

—¡Sí! … ¡Soy yo! …

—Hay un operativo de ejército y carabineros buscándola por todas partes … quédese ahí quietecita mientras yo informo que usted está aquí sana y salva …

Como a la hora un helicóptero de carabineros me llevó a mí y a mí mascota a una clínica, me curaron y me hicieron declarar muchas veces lo sucedido luego me acompañaron a mi domicilio donde me esperaba mi madre y alguna de mis amistades.

Al cabo de algunos días fui citada a declarar, me aplicaron una multa por no haber tomado la precaución de avisar a carabineros mis intenciones de adentrarme en la montaña, pero eso es lo que menos me preocupa.

Todavía mi madre no se explica como regresé sana y salva a casa, le he dicho una infinidad de veces que le debo mi vida a Rocco, él es mi protector y él fue mi salvación, además, continua a ser el mejor amante que he tenido en mi vida.

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