relatos eróticos zapas

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Pisa el acelerador V

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Me imaginaba que era K el que lo hacía. Cogí los dos calcetines y los puse sobre la almohada, me tumbé hacia abajo posando la nariz y la boca sobre ellos y las dos zapas en mis manos sujetando mi polla. Inicie un movimiento como si me pajeara entre las tetas de una puta, cosa que había hecho en varias ocasiones, pero esta vez entre las dos zapas mientras olía y besaba los aromas del macho que me volvía loco.

Pisa el acelerador IV

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Claro que ir al servicio, hacerse una paja y luego echármela en el cubata era muy superior a todo lo que me había hecho hasta ahora (pisarme, ahumarme, tratarme de cerdita y de criada, mancharme con barro, hacerme pisar mierda, sacarme cervezas tabaco y dinero, llenarme el cubata de esgarros) no era poco pero de ahí a hacerme tragar su semen había un abismo. Intenté picarlo, si lo conseguía y él iba al servicio, yo esperaría a que volviera y me iria a jugar a la tragaperras el tiempo que necesitase en echarme su leche en mi cubata.