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Como lo prometido era deuda

María se balanceaba sobre sus pies los dedos hacían de ejes y su pubis se bamboleaba al unísono con su excitación, solo había una cosa que le sacaba de quicio, no poder hacer nada en tal postura, sus pechos estaban tan solos y desentendidos que su propio contoneo le producía placer.

Humo sagrado I

La besa profundamente y luego la hace situarse de cara al cristal. Desde atrás la abraza, acaricia su cuerpo, desde sus tobillos finos hasta su largo y rubio cabello. Juega con él, peinándolo entre sus dedos, disfruta viendo la fluidez y limpieza con que cae, como un riachuelo.

Bailarina II

Ella había venido vestida con un vestido negro, ceñido al cuerpo, que terminaba apenas sobre las rodillas, calzaba uno delicados zapatos de taco aguja que hacían que sus piernas se vieran imponentes.

Una historia de cada día

Por fin, permitió a Eunice tumbarse sobre su cuerpo, y ambos se abrazaron estrechamente, mientras de nuevo las bocas se unían en un beso ansioso; su miembro se introdujo totalmente en su interior, y los movimientos acompasados de ambos incrementaron en deliciosas oleadas el placer de los dos sexos fundidos.

Carta íntima

Atrapo tus pezones entre mis dedos y enseguida se ponen erectos y muy duros, mmm...ahora soy yo quien lo dice separándome un poco de tu boca para poder respirar. Sigo besando y mordisqueando tu cuello y tus hombros mientras aun te cojo los pechos y estoy entretenida en tus grandes pezones, poniéndote con el tacto de mis manos.

De niña a mujer VI

Doy una ligera tregua al clítoris, para atrapar y traccionar los pétalos de su conejito con mis labios, mientras sigo escuchando sus jadeos casi animales. Su rostro no refleja nada más que la búsqueda del placer, la culminación de estas increíbles sensaciones.

De niña a mujer V

Ella se siente abrumada por mi ataque simultáneo: mi boca succionando sus pezones casi con desesperación, mi mano izquierda acariciando su costado tembloroso, dibujando los bordes de su seno, mi mano derecha filtrándose por debajo de sus muslos y sus húmedos glúteos.

Un día con Mauren

En vista de esto lo único que yo quería era introducir mi pene en su santuario y ella lo entendió, se acostó en la cama y abrió sus piernas ofreciéndome todo su sexo, el cual me tenia enloquecido por poseerlo y eso fue lo que hice.

Mi compañera de oficina

Gemía y gemía, al paso de los minutos su vestido se encontraba en el piso y ella solo con su sostén y una tanguita que le hacia juego al atuendo, comencé a besarla desde su rostro, sus oídos, su cuello, sus hombros, mientras mis manos no cesaban de acariciar ese hermoso trasero que tanto me había vuelto loco y que eran motivo de mis mas fervientes fantasías y ahora estaban ahí a mi alcance