Mi boca fue un mar
Mamar una verga que recién hubiera estado en mi culo no era parte de mis fantasías, pero esos no eran momentos para ponerse melindroso, así que, una vez más, desenvolví el preciado regalo y lo mamé con singular fruición acariciando al tiempo sus gemelos y sus nalgas, y deslizando juguetonamente, aunque no sin temor, mis dedos hacia su lugar prohibido.