Todo empezó el primer día de trabajo.
Yo estaba muy feliz, el trabajo era muy bueno y bien pagado y un buen trabajo era todo lo que me hacía falta para poder pedir la mano de mi novia.
El primer día transcurrió normalmente, mis compañeros eran muy amables y a la hora del almuerzo la muchacha que trabajaba en la oficina de al lado se sentó conmigo y conversamos mucho.
Su nombre era Victoria, cabello negro, ojos claros, piel blanca y unos senos bellísimos que yo trataba de ignorar. Cuando le conté sobre mi novia con la que llevaba varios años pareció desilusionada, pero siguió conversando conmigo en los almuerzos. Al cabo de un par de semanas ya éramos buenos amigos.
Su manera de vestir era muy provocativa, pero yo solo la miraba de reojo; jamás le hubiera puesto cuernos a mi novia, al menos no voluntariamente.
Ella se me insinuaba todo el tiempo, diciendo indirectas y rozando mi cuerpo, al punto que un día le tuve que decir de frente que se detuviera, que mi novia era muy celosa y yo no iba a tirar todo por la borda por un revolcón.
Ella lo aceptó mucho mejor de lo que yo esperaba y me dijo que si me podía invitar una copa, solo una, como despedida ya que no iba a seguir hablando conmigo, pues yo le gustaba mucho.
Acepte. Ese fue mi error. Bajamos al bar, pedimos dos margaritas y brindamos.
Después todo se pone oscuro. Desperté sin saber en donde estaba, sentado en una silla y atado de pies y manos.
Por el sabor de mi boca supuse que nos habían drogado, pensé que nos iban a robar.
Pero Victoria entró a la habitación maquillada de una forma muy extravagante y vestida con un sostén y una faldita de látex negro.
-Pensaste que te me ibas a escapar?
-De qué estás hablando? desatame ya!
-No, aún no
-Suéltame, te va a caer la policía por esto!
-Si tu le dices algo a la policía, yo le digo a tu novia de nuestro hijo
Pensé que estaba loca, luego pensé en esas novelas de la tele en las que la malvada se inventa que tiene un hijo para cazar al bueno.
-Estas loca, hoy en día es fácil saber cuando un niño no es de uno.
-Pero el niño sí es tuyo, o lo va a ser.
Entonces entendí que estaba apunto de ser violado. Pero la situación me asustaba y mi pene estaba flácido, así que pensé que podría evitar sus amenazas.
Ella se arrodillo frente a mí y me bajó la cremallera. Al verme así se disgustó y empezó a relamerse, a tocarse las tetas por encima del sostén de látex.
Pero yo aguantaba. Se quitó el sostén dejándome ver sus pezones erectos y sentí un poco de excitación, pero cerré los ojos. Entonces ella paso su lengua por la cabeza de mi pene, mientras posaba sus labios sobre él.
Su lengua frotaba toda la cabeza, sus labios subían y bajaban y succionaba levemente. La muy puta era una experta y por más que intenté no logre resistir; se me puso tieso como una piedra.
-Ves?, ahora todo lo que tienes que hacer es correrte dentro mio.
-Eres una puta! jamás voy a correrme contigo. Zorra!
Ella se sentó sobre mí. Pude sentir que no llevaba ropa interior y se clavó de una. No soporté más y abrí los ojos para ver sus senos balancearse al ritmo con el que me cabalgaba.
Yo solo podía pensar «no te corras, por lo que más quieras, no te corras» mientras ella gemía como loca.
Su vagina era deliciosa, apretadita y ella sabía moverse muy bien, tanto para arriba y abajo como en círculos.
Se corrió un par de veces pero yo seguía aguantando, pensando en todos los problemas que iba a tener si ella quedaba embarazada.
-Correte de una vez maldita sea, quiero tu leche! No sientes que te tengo dentro con fuerza? no sientes mi calor y mis flujos?
Yo no podía hablar, no podía hacer nada más que aguantar las ganas que tenía de descargarme.
Ella me beso metiendo su lengua en mi boca.
Lleno de odio la mordí con fuerza, Victoria gritó de dolor y yo sentí un saber a sangre en mi boca y esa sensación de que ya no se puede evitar el orgasmo.
Solté un chorro de semen al tiempo que Victoria se ponía de pie, maldiciendo con la lengua afuera.
Sentí varios chorros más en mi pierna en lo que extrañamente ha sido uno de los mejores orgasmos que he tenido en la vida. Cuando me recupere vi que ella estaba de pie, sonriendo.
-Lo sentí, te corriste dentro mío, mi amor.
Luego me obligó a tomar una pastilla y cuando desperté estaba en el suelo, frente a mi casa. Victoria renunció y yo me casé.
No la vi en mucho tiempo, pero un año después me llamó para decirme que quería que nos viéramos.
Yo me negué, pero ella dijo que su hijo había nacido muy saludable y ya tenía las pruebas de ADN. De modo que no pude evitarlo, pero eso ya será otra historia.