Doña Mercedes la del décimo piso I

Esa viejita si que estaba bonita, cada vez que me encontraba con ella en el ascensor no podía mas que admirarla.

Se llama Doña Mercedes y vivía en el décimo piso, o sea un piso mas arriba del mío.

Ella debe tener unos 60 años, pero siempre anda tan arregladita y huele tan bien, que a pesar de que no se le observan intenciones de ocultar su edad, parece que tiene menos años.

Además Doña Mercedes es muy distinguida y sabe escoger muy bien su ropa y combinarla de la mejor manera.

Es de estatura baja y con una cálida sonrisa siempre a flor de labios.

Doña Mercedes tiene dos hijas que son divinas, están muy bien, pero ellas andan en otro mundo y la conversación con ellas cuando nos encontramos en el ascensor no me ha ido tan bien como con la madre.

De buenas a primeras, un día se me metió en la cabeza que tenía que decirle algo a Doña Mercedes, entonces yo frisaba los 19 años y ya había tenido mi primera experiencia sexual con maduras, precisamente a los 18 con mi madre quien me enseñó los secretos del sexo y parece que también una cierta adicción por las mujeres maduras.

Comencé a tratar de coincidir cada vez más con Doña Mercedes en el ascensor, a conversar más, a hacerle pequeños favores, a ser el que más cooperaba cuando ella pasaba por los apartamentos recogiendo mercado para los pobres de la Iglesia, cada vez Doña Mercedes me llamaba mas la atención y mi curiosidad y deseo de tener algún tipo de experiencia con ella se fue haciendo casi insostenible, al punto que con ánimos de imaginar estar con ella, trataba de buscar los favores de mi mamá con mayor frecuencia de lo que ella había impuesto y casi me cuesta que los suspendiera completamente, así que determiné tranquilizar los ánimos y trazar un plan para ver si mis sueños con Doña Estela se hacían realidad.

Yo sabía de antemano que la posibilidad era remota, pero después de lo de mi mamá y después de haber aprendido ese refrán que dice: «Quien no lo intenta no lo logra», ya nada me parecía imposible.

Un día mientras bajábamos en el ascensor por primera vez le hice alusión directa de algo respecto a mis intenciones, recuerdo que le dije:

Sabe Doña Mercedes que usted es una señora muy elegante y muy bonita

De momento ella no supo que decir, se ruborizó como una jovencita y ya repuesta de esa primera intención me respondió:

Por qué mejor no me ayudas la próxima vez que tenga que recoger el mercado de la Iglesia, mira que Doña Elisa no estará aquí para esa fecha y yo sola no puedo hacerlo

Creí ver abierta mi oportunidad, podría estar toda una buena parte de la noche de un lugar a otro acompañando a Doña Mercedes y esperando la oportunidad para decirle cualquier otra cosa y tratar de avanzar en mis propósitos.

Ese día, 17 de Diciembre, me arreglé impecablemente, casi me vacío el frasco de la loción de mi padre encima y no esperé que Doña Mercedes me viniera a buscar sino que subí a su apartamento.

Ella misma salió a recibirme, no me esperaba pero me hizo pasar.

Aún no se había cambiado y me pidió disculpas por la demora explicándome que esta se debía a que tuvo que llevar a su esposo al aeropuerto quien estaría unos días por Sur América atendiendo unos negocios y contratos de la Compañía para la cual trabajaba.

Evidentemente, en la casa solo estaba ella y una idea me empezó a dar vueltas rápidamente en la cabeza, aquel apartamento se parecía al de mis padres pero la distribución y el tamaño diferían pues era un penthouse, ella debía de cambiarse de ropa y tal vez yo podía espiarla.

Me levanté inmediatamente del sofá donde me había sentado y casi detrás de ella me dirigí al pasillo que comunica con las escaleras que van al segundo piso en el cual se encuentran los cuartos, comencé a subir con gran cuidado y al irme acercando al final, comencé a escuchar el agua que caía en la bañera procedente de la ducha, Doña Mercedes se estaba bañando, terminé de subir de un solo paso los dos o tres peldaños que aún quedaban y comprobé no solo que se bañaba, sino que lo hacía con la puerta del cuarto y del baño abiertas. ¡¡¡ Jugada perfecta!!!, pensé.

Me fui acercando a la puerta del cuarto y buscando la ubicación adecuada para poder espiarla, encontré una posición perfecta, la vista era total y por lo que calculaba ella no me vería, solo si se volteaba completamente podía hacerlo.

Por un momento pensé entrar a la habitación para espiarla desde más cerca pero recapacité un instante, hacerlo era peligroso, podía echarme la soga al cuello, mejor allí donde estaba, esa vista alcanzaba para una buena paja.

Ella estaba desnuda bajo el agua, acariciando su piel con una esponja que se notaba muy suave, mi morbo crecía y mi verga también, era diminuta, con unas inmensas tetas que ya colgaban flácidas sobre el abdomen sin embargo se me antojaban hermosas sobre todo la areola y el pezón, ambos eran muy grandes, calculé que la areola medía unos seis centímetros de diámetro y el pezón unos dos de largo y era bien grueso.

Me llamó la atención ver que apenas se le notaba la barriga, o sea, no era de esas personas mayores en las cuales el abdomen al igual que los senos se le pone ancho y flácido y le cae en pliegues, no Doña Mercedes tenía su abdomen bastante liso, como sus nalgas, ya un poco escurridas producto de los años, las caderas anchas y altas hacían juego con los muslos fuertes y proporcionados y entre las piernas por momentos se dejaba ver un escaso monte de Venus que no era exactamente negro pero tampoco de algún color definido, el cual producto del agua que corría por ellos parecía la punta mechuda de un pincel de dibujo.

Aquella imagen me excitaba, me excitaba mucho aquel cuerpo ya no joven pero en el que se dejaba ver lo buena que Doña Mercedes había estado en su época. Sin darme cuenta me había sacado la verga y la estaba moviendo a ritmo lento, comencé a comparar el cuerpo de Doña Mercedes con el de mi abuela, el cual ya conocía de memoria de las veces que la había espiado mientras se cambiaba después de salir del baño.

Mi abuela era también una persona muy distinguida y quien a pesar de sus mas de setenta años conservaba la frescura de su cuerpo.

Cerré los ojos y me dejé llevar, tanto me deje llevar que Doña Mercedes casi me atrapa.

Cuando me di cuenta que había cesado el ruido del agua cayendo y abrí nuevamente los ojos, ya se estaba secando aunque aún mantenía cerrada la puerta de la bañera.

Rápidamente guardé mi verga y me fui a sentar juicioso al sofá de la sala bajando muy despacio las escaleras para no hacer ruido.

Cuando Doña Mercedes terminó de cambiarse y bajó, estaba radiante, ¡Qué señora tan linda!. Algo debe haber ocurrido en mi porque ella me preguntó

¿Qué te pasa, te sientes bien?

Claro, solo que… no mejor no, pero si me siento bien, gracias

Pero estás muy raro, que ibas a decirme

No, nada, perdone, es que no se si…

¿Si qué?

Si le gustará que se lo diga

A ver de que se trata

Es que… Doña Mercedes, usted es una señora muy linda

Pero eso ya me lo habías dicho antes, vamos mejor empezamos nuestra labor ¿De verdad crees que soy bonita?

Claro, bonita no, muy bonita

Es que no entiendo, con tu edad los chicos se andan fijando en las jóvenes no en viejas como yo

Eso depende

¿Depende de qué?

Depende de lo que cada uno quiera o de lo que cada uno entienda por belleza. Para mí usted es muy bella

¿Y dices que depende de lo que cada uno quiera? ¿Y que tu quieres?

Evidentemente, la conversación había llegado a un punto en que para mi era todo o nada, me quedé un momento callado y cuando iba a responder ella me cortó diciendo

Bueno, bueno, ya veo que al parecer no sabes bien lo que quieres, así que vamos a lo nuestro que se hace tarde

No, yo si se… comencé a decir pero ella no me dejó terminar

Vamos, después me dices, mira la hora que es y aún no empezamos

Duramos algo más de una hora recogiendo los donativos y los llevamos a su casa. Luego de colocarlos en una alacena de la cocina di por terminado el trabajo y me despedí, pero Doña Mercedes me dijo

¿No quieres tomar algo? ¿Qué puedo brindarte?

En la casa volvíamos a estar solo ella y yo

Perdón, es que usted debe estar cansada y tal vez con deseos de acostarse

No te preocupes, no puedo acostarme tan temprano porque luego me desvelo y hoy mis hijas no vendrán a dormir y como sabes Carlos no está, ya la televisión no me llama la atención así que lo que hago es escuchar música ¿Te gusta la música?

Si claro, mucho

Veamos si esto te gusta

Y colocó un CD de instrumentales de Kenny Gib que sonaba espectacular pero que a mi se me ocurría que servía mas para otra ocasión

Excelente música ¿No? Creo que es espectacular. Yo decía esto un poco en voz alta por cuanto Doña Mercedes se había ido a la cocina y regresaba con una bandeja, una botella de vino y dos copas.

¿Te gusta el vino?

En realidad no tomo, pero lo hago por usted

¿Por qué por mí?

No sé, por usted lo hago, y brindamos y todo

¿Qué mas harías por mí?

Si yo no me estaba equivocando aquello era una pregunta con intención marcada, y antes de que pudiera responderla agregó

¿Por qué me mirabas mientras me bañaba?

Me imagino que empequeñecí tanto sentado en aquel sofá que apenas se me distinguía entre los almohadones, sentí el rubor en mi cara y estuve a punto de pararme y marcharme, pero me recuperé y con más valor del que me suponía yo pudiera tener le dije

Ya le he dicho que me gusta, que es usted muy bonita y no pude terminar de hablar antes de irnos a recoger las dádivas pero le puedo decir lo que quiero sin necesidad de pensar mucho en ello, solo que entonces me pareció una falta de respeto

¿Y ahora, también te parece una falta de respeto? ¿No crees que es una falta de respeto muy grande el haberme espiado sabiendo que yo puedo ser tu abuela?

Si supiera que no Doña Mercedes y perdone, eso es precisamente lo que me fascina, lo que me gusta mas, lo bien que se conserva usted para su edad, realmente me maravilla y porque no decírselo, me trae todo el tiempo pensando en usted y excitado

¿Te excito? ¿Y que haces cuando estás excitado después de pensar en mi?

¿Qué hago? … pues…

Sin pena, ¿Qué haces, te masturbas?

Aquello era demasiado, Doña Mercedes me decía cosas que me estaban excitando y mi verga creció y el bulto se comenzó a notar y en él fijó su vista la señora Mercedes.

¿Qué te pasa, te excitas cuando hablas de estas cosas? ¿No me vayas a decir que una persona de mi edad es capaz de excitarte así?

Mi verga seguía creciendo y Doña Mercedes mirando., y añadió

Bueno por lo que puedo ver si te excita y… bastante

Si Doña Mercedes, me excita y no sabe usted cuanto, por eso le ruego que hablemos de otra cosa.

De otra cosa, y no te gustaría mejor seguir hablando de lo mismo pero más cómodamente, a ver ¿Por qué no me dices que es lo que más te excita de mi?

Sin dudas me excita mucho su elegancia y ahora que ya los conozco, aunque solo de lejos, me excitan mucho sus senos.

Con movimientos rápidos ella abrió su blusa y dejó al aire sus tetas, aquello era un espectáculo divino, increíble, realmente yo nunca pensé que pudiera ver aquellas tetas tan de cerca como lo estaba haciendo ahora

¿Te gustan? ¿Qué harías con ellas si te digo que puedes hacer lo que quieras?

Sería capaz de chuparlas hasta quedar exhausto, le dije a Doña Mercedes

Pues hazlo, no, no me mires así hazlo de una vez, son para ti

Me acomodé en el asiento y rápidamente metí uno de aquellos enormes pezones en mi boca, Doña Mercedes se estremeció no más le succioné la primera vez.

Era una delicia, me recordó cuando aún tomaba leche en tetero, sentí que me comenzaron a bajar la cremallera de mi pantalón, sin dudas Doña Mercedes quería ver mi verga y quien sabe hacerle que más.

Le ayudé y en un instante esta saltó de su prisión, se acomodó ella para verla y escuché cuando dijo:

Divina, es preciosa tu verga niño mío

Y acto seguido la tomo con una de sus manos y comenzó a agitarla de arriba abajo para masturbarme.

Yo a la vez ya sentía mas confianza y seguía chupando ahora alternando entre una y otra teta. En un momento me detuve a observar la cara de Doña Mercedes y aquello era paradisíaco, ella se pasaba la lengua por los labios y tenía los ojos completamente en blanco

No pares, sigue que es muy rico

Pero yo quería ver aquellas tetas, grandes, flácidas pero tremendamente excitantes, con inmensas areolas oscuras al igual que sus pezones que parecían dedales, comencé de nuevo a pasar mi lengua por la punta de uno de aquellos pezones y la Doña a suspirar, pasaba con delicadeza mi lengua por uno y estrujaba el otro entre mis dedos.

De repente la Doña dijo

Desnúdate completo mi Juanito, hazlo para mí, quiero ver bien esa verga

Ambos nos levantamos y nos quitamos la ropa, mi verga se me antojaba más grande que nunca y, apuntaba a Doña Mercedes, el cuerpo de ella no era nada espectacular ya lo dije antes, pero me excitaba la señora, me excitaba mucho.

Su estómago era ya prominente por los años y caía no muy discretamente tapando un poco la visión de la concha, gordos de más, unas nalgas chatas y con marcas pero me excitaba mucho, creo que me recordaba a mi madre con quien tuve mi primera relación sexual.

Volvimos al sofá y nos colocamos en 69.

Cuando coloqué mi cabeza entre las abiertas piernas de Doña Mercedes casi suelto toda la leche que tenía contenida en mis testículos ¡Qué concha la de esa señora! Sin muchos vellos, solo un mechón central, labios mayores gruesos, de color rojo intenso y los menores grandes, muy grandes, nunca los había visto así, pero eso no era todo, el clítoris era como un pequeño pene y su ano muy dilatado como si hubiera sido muy utilizado.

Ya ella me chupaba la verga y lo hacía con maestría, yo aún contemplaba aquello que tenía ante mis ojos.

No mas coloqué mi lengua en aquel clítoris, no más lo tocó, Doña Mercedes se estremeció profundamente y supe que tenía un orgasmo, sus jugos comenzaron a fluir y a llenar mi boca, eran dulzones y abundantes.

Aquella señora con todos sus años era muy caliente, o tal vez muy reprimida en cuanto al sexo. Me tragué todos aquellos flujos y pasé mi lengua por su ano, mas bien la introduje en aquel hoyo que latía y exhalaba un aroma especial y caliente, ella lo contrajo, suspiró y arremetió contra mi verga de una manera que creía la iba a tragar, estaba yo a punto de venirme por eso con un movimiento hacia atrás quise retirarla de su boca pero ella la mantenía bien agarrada con su mano, no pude soportar aquella mamada y me vine en su boca, eran chorros de leche lo que estaba soltando en su boca y en su cara, ella se relamía y dirigía mi verga chorreante a diferentes partes de su cara, luego la limpió mientras se venía nuevamente con las lamidas que mi lengua le hacía en su delicioso y palpitante culo.

Nos incorporamos un momento y yo aproveché para decirle que había sido delicioso y que ella era una experta que se veía que practicaba mucho el sexo con su esposo. Entonces ella me dijo:

Si Juanito, ahora me decía así, he practicado mucho sexo pero ni te creas que siempre con mi esposo, él en eso es muy tranquilo y yo necesito mucha acción, además me encantan los muchachos jóvenes.

Esto se pone bueno pensé, la Doña es ninfómana

¿Por qué no me coges ahora por el culo, me encanta?

Si, se nota, porque lo tiene usted muy dilatado

Acto seguido ella se ubicó en el sofá colocando su culo hacía afuera de manera que quedaba a una buena altura, mi verga que se había bajado un poco debido a la corrida anterior, inmediatamente tomo sus dimensiones y apunto directo a aquel culo que parecía llamarlo.

Lo acerqué y de un solo movimiento lo introduje completamente sin que sintiera una sola palabra o queja por parte de Doña Mercedes.

Comencé a entrar y salir con fuerza y ella a hacer los movimientos en sentido contrario a los míos de manera que se sintiera mas clavada aún, aquello estaba resultando muy rico.

Ella comenzó a suspirar y yo a hacer esfuerzos por no escucharla porque me excitaba mucho y no quería venirme nuevamente pues mi meta era su concha.

Cada vez suspiraba mas, sus tetas se movían al compás de nuestras embestidas, mi verga entraba y salía completamente de aquel culazo y yo amenazaba con correrme no solo ante los suspiros y palabras de gozo de la Doña sino ante la visión que se me estaba dando, era algo sublime lo que estaba sintiendo, al entrar y salir mi verga escuchaba un sonido como si fuera un chasquido lo que me indicaba que aquello estaba muy húmedo adentro, mis huevos chocaban con fuerza en las nalgas de ella y le daban en la concha además, de pronto escuche

Me vengo Juanito, ya viene, mi culo se está corriendo, así, tan rico, es divina tu verga mi Juanito, me corro, así, sácala, hazlo ya, sácala.

Yo no sabia porque quería que la sacara pero obedecí y no más la saqué un poco de mierda salió de aquel agujero

Me estoy viniendo papito, me has sacado todo lo que tenía

Había estado a punto de ser alcanzado por aquel torrente que aún no terminaba, caía en el sofá y el piso y había ensuciado las nalgas de la señora.

Al principio sentí una ligera repugnancia pero luego recordé algo similar que había tenido siempre con mi madre, ella al acabar también no podía contener el esfínter anal y no solo sus heces sino los peos se le salían, aunque a decir verdad era mas comedida que Doña Mercedes.

Cuando terminó se incorporó y me dijo:

Que pena contigo mi niño, debes estar asqueado, perdona de verdad que debí habértelo advertido, espera yo limpio un poco todo esto.

Doña Mercedes no sabía que hacer y yo tampoco, la situación era como difícil y para distensionarla se me escapó:

No se preocupe Doña Mercedes a mi madre le pasa lo mismo

Aquellas palabras causaron un efecto devastador tanto en mi como en Doña Mercedes

¿Cómo sabes eso?La situación se torno difícil, densa, no sabía que responder, me encontraba en una situación desacostumbrada y difícil, el olor del ambiente, los manchones de heces en el sofá y el piso, desnudo yo y denuda la señora, yo con mas deseos y ella tal vez también, pero mi verga automáticamente cayó totalmente flácido, creo que se puso en el punto de no retorno. Ella repitió

Juanito ¿Cómo sabes que a tu mami le pasa lo mismo?

Miré a Doña Mercedes desnuda frente a mí y comencé a decir:

Doña Mercedes resulta que…

Bueno mis lectores, yo creo que mejor continuamos en otra historia porque ya esta se va haciendo muy larga y temo aburrirlos, pronto podrán continuar la lectura y saber cual fue el final.