Al subir al avión y cuando estaba junto a la puerta de entrada, observe como una azafata de piel morena con ojos verdes que nos estaba esperando para darnos la bienvenida, no dejaba de mirarme, al pasar junto a ella, su mano rozo distraídamente mi culo, no le di mayor importancia y procedí a sentarme, junto a la ventana que daba al ala izquierda.
Soy alta, no muy delgada, pelo negro sedoso, con buenos pechos, guapa y unas piernas largas, torneadas con hermosos muslos que rematan en un culo respingón, mi carne es dura, cuesta trabajo pellizcarme y mi chocho, oculto por una tupida mata de bello, me hace disfrutar con locura.
Yo no tardé en estar vestida también. Hicieron pasar a mi marido que estaba más despistado que un cateto en Madrid. Se sentó junto a mí. Yo la verdad es que estaba un poco avergonzada, por que no sabía si realmente me habían sometido a un tratamiento o me habían hecho una tortilla.
Te cogí, del brazo, te arranqué de la cama. Llevabas un pijamita verde que te conocía desde hacía años, de pantalón corto y chaquetita de manga corta. Debajo de él no llevabas más que las bragas.
Una chica ardiente se vuelve loca por otra de grandes tetas y dan rienda suelta a su pasión en los vestuarios de la piscina Mi nombre es Joanna y vivo en un pequeño pueblo cerca de Tarragona, la historia que os voy a contar fue muy importante para mi, me ha costado un gran trabajo …
Continue reading "Una chica ardiente se vuelve loca por otra de grandes tetas y dan rienda suelta a su pasión en los vestuarios de la piscina"
Poco a poco mi cuerpo se fue soltando hasta que estalló moviéndose desenfrenadamente mientras de mi boca salían lujuriosas palabras pidiendo más y más hasta que el desenfreno total me inundó con un violento y salvaje orgasmo.
Acércate para ayudarte, ese sostén no se pone así, quítatelo para yo ponértelo. – me lo quite y le dije que me daba pena que me viera así y entonces ella me dijo no hay problema déjame quitarme la blusa para que no sientas pena.
Yo tengo una amiga (para esta historia la llamare Catalina, no vaya a descubrirme que relate lo ocurrido) de mi misma edad y siempre me iba a ver a mi casa nos tomábamos unos tragos y charlábamos bastante rato.
En este momento me sentí injusta e intenté comerle ese coñito rubio tan excitante; pero ella no pudo esperar, antes de que mi lengua pudiera llegar a su vulva la inundó su propio orgasmo, entonces me cogió con sus manos por mi cabeza y me llevó a sus labios.
Mis pechos, encerrados en el corpiño quedan a su merced, y me los acaricia con una suavidad sorprendente. La parte posterior de mis pechos comienza a ser besada con maestría, nunca me había pasado pero ya quería acabar.
La jovencita se sorprendió un poco de si misma al soltarme el piropo, sin duda no sabia porque lo había hecho, pero yo si, era los efectos de nuestra aura seductora, su aroma sexual me estaba volviendo loca, así que decidí pedirla que se fuera antes de que mi apetito me hiciera meter la pata...
Todo era tan pequeño que su ropa estaba a punto de romper la ropa. Fue a su cuarto, allí, fumando, sentada en una silla de mimbre, había una mujer que tal vez era una chica de dieciséis.
Miro arriba, su mano ha bajado el escote y se acaricia las tetas, se está corriendo suave, profundamente, siento su gozo, con un arqueo del cuerpo entiendo que se acaba de correr, es mía para siempre pero yo aún no he gozado.
Ese calor se volvía cada vez más intenso, siguió hasta su cuello, sus manos estaban ya en sus piernas y se deslizaron hasta sus pechos, sintió vergüenza y a la vez un deseo indescriptible que pedía que siguiera.
Después días después lo pudimos hablar y ni ella ni yo supimos que había pasado, pero que pasó Sólo recuerdo que la conciencia de las dos rememora una canción de Caetano Veloso, unos bocados de pan y queso y la tarde que se marchaba lenta.
Su cuñada estaba deprimida a causa del embarazo, nuestra protagonista se ocupará de consolarla y animarla.
Mis manos comenzaron a recorrer su cuerpo de arriba a abajo descubriendo sus curvas tan perfectas, la cogí por detrás apretándola de sus nalgas fuertemente, mientras le mordía con delicadeza su pequeña lenguecita viperina.
A veces sentada en mi habitación, muchas veces pensé, como sería, que diría, que sentiría, tantas cosas que me pasaban por la mente, trataba de imaginar un rostro, una mirada, una sonrisa, cuantas noches pasé en vela pensando si nunca podría conocer alguien así, me tocaba imaginándome tantas cosas, pero al día siguiente la luz del nuevo día
Otras tres mujeres se asomaron al baño y decidieron entrar. Rondaban la treintena. Iban en busca desesperada de bebida, y encontraron la botella en la bañera. Ni siquiera pensaron que alguien podía haberla estado chupeteando y babeando. Comenzaron a llenar sus copas y a brindar, entrelazando sus brazos.
Le costó muy poco reaccionar con placer a mis caricias ya sus dedos que cada vez recorrían con más avidez sus labios, cuya creciente humedad me excitaba cada vez más, despertando mis ansias de lamer su vulva hasta llegar a su clítoris y así enloquecer al mío.