Elisa es mi prima en ese momento tenia 17 años y un año más que yo, ella no sabía de mis relaciones con mi padre (todavía creo que no las sabe), el momento , nuestra empatía, esa facilidad de escuchar confesiones, secretos o simplemente su necesidad.
Al otro día sabía que algo pasaría, llevé a mi hijo con mi hermana y fui a comprarme un vestido nuevo, regresé a casa casi a las siete de la tarde cuando ya estaba oscuro, me probé el vestido que era bastante corto y provocativo sin importarme lo que me diría Paco que en realidad nunca le molesto mi forma de vestir.
Me bajó los pantalones de deporte y mi sexo quedó al descubierto. Entonces me acarició el conejo, húmedo por el sudor y alguna gotita de pis, pues no me había dejado limpiarme. Bajó su cara hasta mi conejo y tocó mi clítoris con la punta de su lengua. Miraba su cabeza al lado de mi sexo mientras aumentaba mi excitación.
Me detuve allí y sabiéndola desesperada por que continúe mi faena, lentamente me desvestí, quedando frente a ella, ofreciéndole mi cuerpo y sobre todo mi lanza en ristre, que ya la apuntaba con toda su magnificencia, erecta, roja, lista para el asalto final.
Yo seguía muy excitada, y entonces Juan, recordando cositas que hacíamos en los viejos tiempos, me propuso algo que hacíamos bastante a menudo, yo me colocó boca abajo sobre sus rodillas, y él mientras me va dando unos azotitos más bien suaves, con la otra mano me da masajes en mi coñito hasta que me corriese.
Me acerqué al sofá, me senté en el suelo y le cogí una mano, intentó retirarla pero apreté con fuerza para retenerla, no podía pasar ni un segundo mas, era necesario iniciar una conversación e ir aclarando los puntos oscuros, desde luego muchos en mi comportamiento de las últimas semanas.
La otra chica completaba el servicio de la casa ayudándome en todas las tareas y en el servicio especial a mi ama, sobre todo de noche pues dormían juntas y follaban ante mi vista, mientras que yo estaba condenado a la castidad absoluta y lucía un cinturón de castidad que mi ama me había puesto.
Cada día mas y más la quería tener pero no podía era su amistad la que no quería perder y no podía decirle nada por temor a que todo acabe, al fin me decidí a contarle que era la mujer más maravillosa que conocí en mi corta vida y que daría todo por ella.
Al vernos los dos nos agradamos mutuamente, Tamy me sedujo con la vista desde el primer momento, no nos dijimos nada, el me tomó por mi mano y me llevó al baño, hay se agacho frente a mi y sin mas saco mi verga, de inmediato se puso a mamarla, ya estaba yo a punto de estallar, cuando entró otra pareja, si ocuparse de nosotros, de inmediato los dos se desnudaron y bajo la regadera el más gordo penetro al otro
Empezó a bombear con mas fuerza y todo mi dolor paso a ser placer, pero yo no emitía sonido , hasta que empezó a pegarme en mis nalgas y me repetía "¡¡¡grita puto del orto…GRITA!!! Y comencé a gritar como un loco, loco de placer ….
La sentí lista para mi paquete, así que baje la tapa de uno de los excusados y me senté, y le dije que ella viniera y se sentara sobre mí, ahí me dijo algo que llevo mi excitación al extremo, Diana, mi querida prima menor, era virgen, por lo que me pedía que la tratara bien.
Yo quedé atónito cuando ella mencionaba mi nombre frotándose su clítoris. Enseguida se me paró mi miembro y me lo saque para hacerme una soberana paja, pero estaba tan excitado que mi madre salió de momento y me encontró.
Me les acerque y como un balde de agua fría, por la sorpresa, le comencé a chupar su coño a mi mejor, quien en primera instancia se quedó sorprendida, pero el hecho de tener un pene en su boca y una lengua en su coño continuo sin disimulo sus momentos de placer.
Cuando intentaba sacarle el calzoncillos el me lo impidió yo volví a intentarlo pero me dijo - Vení...Yo estaba entre sus piernas con su pija a centímetros y apenas cubierta por una tela fina. Sin embargo me incorporé y me acosté a su lado. Me besó y sacó con una mano, mi pija entre los pliegues de mi bombacha...
Ella volteó y me dio la pauta para que siga acariciándola por detrás y no faltó más, la acariciaba por las tetas, le agarraba el culo, y le empecé a meter la mano por la chucha, y solo sentía que ella estaba poniéndose a mil y jadeaba y suspiraba.
Era como si el chico dormido hubiera desconectado la maquina, y yo me pusiera a los mandos. Me costo muchos esfuerzos, pero pronto aprendí como podia mover sus manos, brazos y piernas como si fueran los míos propios mientras el crio dormia.
Sus piernas se habían abierto sin remedio y yo seguía besándole el cuello y mi otra mano estaba debajo de su camiseta, amasando su sostén con fuerza. Ni si quiera se daba cuenta de que la estaba arrastrando a una zona más oscura donde había un par de parejas medio desnudos en los sofás.
Me gustaría ir a tu casa y cumplir alguna fantasía: ropa especial, aceite en todo el cuerpo, juguetes, crema dulce sobre nuestros mas íntimos rincones, y mientras disfrutamos juntas creyendo estar solas, que tu esposo se haya escondido a mirarnos a espiarnos, sentir como se masturba
Tenía las piernas bastante separadas para no molestarle cada vez que tenía que coger una herramienta de la caja, por lo que me extraño muchísimo notar el intenso roce de su ruda mano en mis sensibles labios menores, mientras sacaba una gran llave inglesa; cuyo áspero mango, al salir, aun rozo más a fondo mi intimidad, deslizándose insidiosamente por la rosada abertura.
Primero entraron mi hermano pequeño y dos de los novatos, después me toco el turno a mi, y después los tres novatos que faltaban, junto con algunos veteranos voluntarios, a los que no llegue a ver bien en ningún momento porque procuraban estar detrás mío todo el tiempo.
Como en un sueño estaba en los brazos de mi papá que me tomaba no como a su hijita , sino como a su mujer, yo que había aprendido mucho con mi hermano, tome su polla y se lo mame haciéndolo gemir también, y él me decía que siguiera y yo seguía, cuando sentí su polla penetrarme fue un desvarío era la segunda polla que tenía dentro de mí haciéndome vivir de placer.
Yo me marché al cuarto de baño y algo confundida por lo que le había hecho, me di la ducha y pensé bien, Cris era mi amiga, a mí ni siquiera me gustaba de verdad y encima ella era hetero, ¿a que había venido hacer eso? ¡Dios, vaya par de borrachas!.
Me penetro, mientras con la mano derecha yo jugueteaba con mi clítoris, hasta venirme una vez más, en eso siento en mi ano las típicas palpitaciones de un pene de un hombre que está a punto de venirse, se retira de mí que estaba acostada boca arriba con todos los cojines debajo de mis nalgas, y se viene litros de semen, por afuera de mi enrojecida vagina, y el recién abierto culo.
Me viro boca abajo y comenzó a acariciar la espalda, me daba mordiscos y me pasaba la lengua a la vez que me acariciaba la pinga. Iba bajando la espalda y me llego al culo, le comenzó a pasar la lengua.
Una vida monótona de matrimonio y pocas intenciones de cambiar por parte de su pareja fuero los impulsores de esta aventura que vive nuestro protagonista.
Mi marido estaba chispeante y ya antes de sentarnos a la mesa me había acariciado la nalgas diciéndome un par de palabras soeces, que a el lo excitaban mucho, y haciéndome inequívocas alusiones a las penetraciones que esperaba practicarme esa noche.
Ahora sabía yo también lo que era sentirse rodar libremente por la hierba, dejar que las hojas tapizaran mi cuerpo desnudo, extenderme de las formas más grotescas para facilitar que el rocío empapara mi pelo, mojara mis pechos duros fríos por fuera y ardientes por dentro como ardía todo mi cuerpo conteniendo el fuego que se estaba generando en su caldera.
En ese momento note que Eva movía las piernas como balanceándose y eso era seguramente porque de alguna manera su cuerpo respondía a la evocación que su mente estaba haciendo de la figura de su hijo descrita por la mujer que ella esa noche había mandado a poseerlo yo trate de calmarla poniendo una de mis manos sobre sus muslos.
Se recuesta en la cama para ser montado. Me siento sobre él. Su miembro entrando en mi vagina lentamente movió todo dentro de mí. Estoy sentada sobre él con mis piernas sobre su cuerpo. Yo me muevo y él lame los dedos de mis pies.