Con el tiempo su recuerdo había crecido en mi memoria La extrañaba y sentía un inmenso deseo de verla, no sabía muy bien para qué ni por qué. Tal vez solo para encontrarme un día y saber de su vida, como un ejercicio de curiosidad. O más que eso: por momentos pensaba en ella como hijastra y deseaba actuar como padrastro, ayudarla en sus cosas, orientarla y apoyarla con todo cariño. En otros momentos mi deseo era distinto, como si quisiera que fuéramos amigos, simplemente muy buenos amigos disfrutando de las cosas lindas y puras que tiene la vida.
Después nos fuimos a la cama, en ella estuvimos el resto del tiempo, permitiendo que Quique la acariciara de la cintura hacia abajo ya que yo estaba besándola y tocándole sus pechos, ella lleva su mano al pene de este y lo masturba durante un rato, excitado Quique se coloca entre sus piernas y la penetra ella no da muestras de ser penetrada solo se ve una mano suya que se posa sobre la espalda de este, la saca y la vuelve a poner, noté que a diferencia de la anterior filmación, Katy no expresó el sentir de las penetraciones de él ni de sus embates, esos quejidos que le salen del alma y que yo conozco muy bien no se sintieron
Sus gemidos eran ya pequeños gritos de placer, cuando de repente ella aparto mi cabeza y se dio la vuelta. Yo me levante y nos dimos un apasionado beso tras el cual me dijo: - No puedo más, como sigas así me vas a volver loca. - Y eso es malo? - No, pero quiero sentirte dentro de mí ya! Como pudo cogió su bolso que estaba en el asiento delantero y saco un condón.
Un día, mientras le enjabonaba el vientre, el jodido macaco me cogió con sutileza y poquito a poco llevó mi mano por debajo de su vientre hasta que para mi sorpresa, me encontré con su picha excitada. ¡Quería que le masturbara! Desde ese día, el baño del simio fue un pulso entre sus intenciones y las mías, de dejar su pelaje pulcro y brillante.
Una tarde estaba viendo una película en el vídeo, era sobre una relación entre dos hombres y una mujer, con todo tipo de escenas, y no me di cuenta de que entraba en casa, así que seguí pasándome la mano por la polla y los huevos sin reparar en que mi padre estaba en la puerta de la sala de estar mirando la televisión y mirándome a mí; no sé por qué, pero en un momento dado giré la cabeza y me encontré a mi padre en la puerta tocándose por encima del pantalón del traje exactamente lo mismo que hacía yo, es decir, sobándose la polla.