Lo que voy a contarles ahora, es algo que me ocurrió a comienzos de la primavera, cuando me llamó uno de mis clientes que vive a varios Km. de la ciudad, en una zona rural donde decidió mudarse junto a su familia, para vivir más en contacto con la naturaleza.
Ella lo agarraba con ambas manos y lo acariciaba, y yo notaba como el pene del animal se iba poniendo duro entre sus dedos.
Penosamente pude desvestirme solo a medias, quedando desnudo de la cintura para abajo, en medio de sus empujones y no bien me puse en la posición como si yo fuera uno de su especie, o sea en cuatro patas, me salto en el acto.
Como el pene no estaba del todo fuera no lo podía colocar como el de un hombre a 90 grados así que me dio la espalda y lo poco que vi fue que tomo el pene y jugo un rato con el pasando la punta por toda su vagina, ese masaje ya lo conocía ya que ella hacia lo mismo conmigo para excitar su clítoris y lubricar la punta de mi pene para la penetración
En el patio me puse a jugar con Nico, sabía que teníamos solo unas horas para pasarlo juntos, así que lo llevé adentro de la casa, por mí lo hubiera hecho en el jardín, pero temía que alguien nos viera desde alguna casa vecina.
No lo podía creer las imágenes se hacían nudo en mi cabeza, recordaba una joven de 17 años con sus hermanas riendo como cualquiera a su edad mientras que observaba a una mujer las mas de las veces deprimida mamándole el miembro a su caballo, totalmente feliz y resuelta casi como si tuviera otra vez 17.
Fue así como por la tarde, llegué a una granja que quedaba alejada de las demás y en la que vivían dos granjeros como de 35 años cada uno, y los vi que estaban con un toro que era el semental, y que estaban tratando de ayudarlo a montarse en una vaca, pero de cartón y me causó tal curiosidad, que les pregunté que hacían.
La vertió en un cuenco y la puso levemente encima de una de las velas de una palmatoria para que se derritiera, unto sus dedos en la grasa y se la dio a lamer y a oler al perro y después me la unto por los pies y subió untándomela por las piernas hasta el sexo y el ano.
Una jovencita se presenta en casa del protagonista para recibir clases de matemáticas... se asusta con el perro y esto deja al dueño demasiado caliente.
Yo fui, en parte, la responsable de esa sabrosa venida, y es un honor verlo jadear rápidamente, verlo asearse, esta vez, con su lengua, lamiéndose su rojo pene por largo rato.
Sentirle caliente y duro dentro de ella era una sensación de lo más maravillosa. Cerrando los ojos, ella casi podía sentir ese pene gigantesco palpitar dentro de ella; el pensar en el semen blanco saliendo a borbotones de ese pene grueso muy dentro de ella hizo que su cuerpo temblara de entusiasmo.
Ella lo sostuvo todo el tiempo con ambas manos y de vez en cuando me ayudaba a introducirlo en mi boca, me imaginaba que ahí mismo me follaría con el miembro del caballo, lo cual desde luego no sucedió.
Con el extremo de la lengua rocé casi imperceptiblemente el clítoris húmedo e hinchado. La abuela volvió a estremecerse. Insistí con la lengüeteadas, para arriba y para abajo, sobre el clítoris y sobre la entrada de la vagina.
Estuvimos varios minutos abotonados, no se cuantos, cuando de pronto, sin aviso, un chorro de agua fría congeló mi cuerpo y el de Marte: era Carlos echándonos baldes de agua. ¡Despéguense perros! - gritó entre risas Carlos.
Hace apenas unos meses que inicié en el fascinante mundo de la zoofilia con ayuda de un amigo muy especial -a quien le tengo mucho cariño y siempre le estaré agradecida- y de Darky, mi pastor alemán -a quien le tengo aún más cariño...
Me empezó a lamer riquísimo, al tiempo que yo me tocaba mi clit y mojaba la silla con su saliva y mis jugos vaginales. Así estuvo un rato, creo que grité cuando me corrí por tercera vez -espero que nadie haya oído.
Nos fuimos, cordialmente me paso a dejar en mi casa, al despedirse me dijo espero que me acompañes la próxima vez, me cerro el ojo, y me dio un beso en la boca; yo baje inmediatamente del coche entre a mi casa y subí corriendo a mi habitación
Como un amante tierno me lamía los jugos que se escurrían por mi culo y que poco antes me había inyectado dentro fue cuando voltie y le vi su enorme miembro me hacia cruces de como podía yo haber tenido dentro tan inmensa masa de carne, y eso sin contar que ya se le iba deshinchando.
Dejo que su perro hiciese lo que su instinto le ordenaba.
Al final se tendrian que contar sus fantasías... pero no sabía como iban a reaccionar.