Yo tenía muchas ganas de ir ya que Fernando me simpatiza mucho y siento cierta atracción hacia él, que se ha ido acentuando a tal grado que en la fiesta al estar bailando con él, deje que pegara su cuerpo al mío y al sentir su verga dura como por reflejo le acariciaba desde el hombro hasta el cuello y en respuesta Fernando me apretaba un poco más.
Después de varios minutos se detienen, se abrazan con fuerza nuevamente, besándose con intensidad, están tan sudados que mi esposa tiene el cabello pegado en la frente, se miran a los ojos, poniéndose de acuerdo sin mediar palabra y giran en la cama, quedando mi primo de espaldas y mi mujer sobre de él.
Así lo hicimos. Ella llevaba puesto un top de una tela que sostenía sus hermosas tetitas paradas sin necesidad de corpiño y el cierre de atrás era de abrojos, así se lo había indicado Tor, que lo usaría para facilitar la maniobra, el vestido era de raso corito y acampanado, y debajo llevaba medias negras con portaligas y una pequeña bikini con tajo al medio, que la llamaban "siempre lista".
La verdad que yo también quedé impresionado, porque nunca se la había visto en vivo y en directo como en ese momento. Piru me había contado maravillas de Miguel pero uno siempre supone que a veces ellas exageran un poco para ponernos un poquito celosos y realmente no había mentido nada.
Me había calentado muchas veces con esa conchita cubierta por todo ese vello que la naturaleza le dio. Había soñado con esas tetas que sin ser demasiado grandes, como me gustan a mí, eran tan perfectas, tan bien diseñadas y con unos pezones rozados que me provocaban erección de solo pensar en ellos. Y ahora la tenía a mi alcance. Parecía un sueño pero era la realidad.
En esta posición en cuatro, se colocaron o la colocó de perfil, y me dijo "esto es para que veas todo lo que se está comiendo tu mujercita, saco toda su tranca, me la mostro, y de verdad que era enorme y gruesa, la colocó en la entrada de la vagina de Claudia y se la clavó toda de un solo golpe, mi esposa grito, y así siguió sacándola y metiéndosela de esa manera, no acababa pienso que era por la droga que creo debió consumir, Claudia estaba completamente exhausta, sudada y no tenia fuerzas.
Que había accedido más para que Juan le hiciera el amor a mi esposa, porque sabía que él estaba muy caliente con ella (¿intuición femenina?) y que no le importaba porque era un buen marido y ella suponía que no le daba en la cama todo lo que merecía, así que podía suportar una canita al aire de sus esposo porque sabía con quién lo hacía).
Mientras media polla de Mario estaba dentro de María, que gemía, pero de placer, a la vez que él la penetraba, acariciaba su clítoris y estiraba sus pezones como si se los fuera a arrancar. Se separó de ella, dejando a la vista un dilatado esfínter, capaz de albergar casi cualquier polla, muy lejos de lo que yo jamás hubiera imaginado.
Cuando íbamos en el auto se me ocurrió que Josefina debía estar esa noche sin bombacha. Se lo dije y claro, accedió a quitárselas. Se subió un poco la falda y se quitó la tanga que llevaba puesta y me la metió en el bolsillo de la chaqueta.
Comenzamos a pasar jugadas… que si poker, que si dobles parejas, el caso es que entrábamos en la misma dinámica que con las cartas, una vez que perdí yo me pusieron, como prueba, asomarme a la terraza que da al paseo lleno de gente y subirme a una silla haciendo como que tiendo ropa y debía subir a la silla con el bañador bajado.
Me obliga a masturbarlo con los pies mientras me decía que no había podido dejar de pajear por mi culpa. Me chupo el chorlito, el ano, las tetas y los pies, y me obligo a lamerle sus pies y ano varias veces. La verdad es que me gusto, pero si hubiera sido mas joven...
Un fin de semana normal, como otro cualquiera, organizamos una cena en casa de mis amigos Bea y Lesmes; yo tengo novia, María, una chica mona pero que pasa desapercibida y Bea pues era muy linda con un culito que llama la atención.
Le chuparon la concha entre los dos, primero uno y después el otro. Luego él se paró en el sillón y le puso la verga en la boca. Ella la agarró con las dos manos y mientras gemía se la introdujo hasta la mitad, que era toda su capacidad bucal.
Recorrí con mi lengua el borde de su capullo, por todo el contorno, haciendo frecuentes pases por su tierna piel. Noté por los movimientos que había acertado con uno de sus puntos sensibles y me alegré por José...sabía que estaba gozando mucho.
Se podía observar una mayor robustez gracias a su camiseta de tirantes negra. También llevaba unas mayas de ciclista negras que dejaban ver unas piernas más delgadas que las mías pero más fibrosas. Más adelante supimos que se llamaban Helen y Eric.
Hacía tiempo que veníamos charlando con Euge el tema del intercambio y fuimos interesándonos cada vez más en el tema. Ahora llegaba la oportunidad de tener sexo con otros hombres delante de mi marido, a la vez que lo vería a él acariciando a otras mujeres.
Me excitaba tanto la idea de que el tipo se la cogiera que se lo dije abiertamente y la convencí de que lo llamara pero que el creyera que yo no sabía. Al fin lo logré y oí la conversación; él le recordó la primera vez y hablaron de cuando la desvirgó en un paseo en el baño de la finca de recreo en una madrugada.
Entre las dos mujeres se había creado una gran confianza, hasta el punto de contarse sus más íntimos secretos. Un día Helena le confesó que ella y Carlos practicaban el intercambio de parejas y le relató alguna de las experiencias que habían tenido.
En fin, que el caso de mi esposa era extremadamente difícil, ¿Cómo conseguir realizar mi fantasía?. ¿Proponérselo? Imposible. Lo más probable es que se lo contase a nuestros hijos para entre todos llevarme al psiquiatra. Eso en el mejor de los casos. En el peor podría ser incluso que me sacase de casa.
Nosotros como pareja habíamos llegado a una rutina insoportable y decidimos darnos una 2ª oportunidad provando nuevas experiencias de todo tipo.