Luego de media hora de ser el gato de su ventana, vi que dentro de la habitación surgía una chispa, y mientras pensaba ensimismado que así debió haber sido la chispa que dio inicio al universo y que hube quedado en trance con la flama, me dio por alzar la vista y me encontré con sus ojos, fijos, inclementes, abrasivos.
Cuando alzó su mirada yo ya había tenido tiempo de serenar un poco mi respiración luego del esfuerzo atlético de brincar de andén a andén, mi respiración era agitada, pero un esfuerzo de las mandíbulas me hacía lucir normal, y el sudor ya me lo había secado de prisa con un pañuelo que siempre cargo.
Todo eso me calentó más y empecé a gemir y gritar. La verga de Rafael entraba y salía de mi concha mojada, empujaba cada vez más fuerte. Sus manos me sujetaban por los hombros para que yo no pudiera moverme, me empujaban hacia abajo y así recibía todo el impacto cuando me clavaba a fondo.
Te he visto muchas veces dormir, pero hoy cada vez que te miro me pareces aún más guapa, me gustas más, me atraes más, será que debo estar hoy aún más enamorada de ti que ayer, pero seguro menos que mañana.
Por fin, permitió a Eunice tumbarse sobre su cuerpo, y ambos se abrazaron estrechamente, mientras de nuevo las bocas se unían en un beso ansioso; su miembro se introdujo totalmente en su interior, y los movimientos acompasados de ambos incrementaron en deliciosas oleadas el placer de los dos sexos fundidos.
Me lo follé, me lo follé sin piedad durante una hora, tal vez más, no permití que se librara de mí pese que nos corrimos varias veces, siempre en su culo, siempre en la alfombra, mientras mi madre seguía a nuestras espaldas, follando mi culo.
La bestia continuo con su labor, cogiéndose a la chica sin misericordia, impulsando con furia sus largos é interminables apéndices dentro de ese cuerpo semejante al humano. En tanto su víctima había dejado de luchar y ahora se abandonaba a las sensaciones que le producía su violación.
Marga es mi novia desde hace seis meses y esta imponente; de cara es preciosa y su largo pelo castaño y sus ojos verdes me vuelven loco, del resto del cuerpo mejor ni comentarlo, mide 1,68 m. y tiene un tipazo.
Me quedo un rato observando esa deseada zona humedecida. Acerco mi rostro como para observar mejor, la miro a los ojos y le sonrío- No solo se ve lindo, también huele muy rico. Me mira un poco desconcertada, incomoda pero sigo sin moverme de allí, hablándole, relajándola.
Su clítoris está erecto y resulta imposible pasarlo por alto, me entretengo con él, lo beso y succiono delicadamente, lo coloco entre mis labios y procedo a hacerle una paja con ellos, esto la lleva rápidamente a su orgasmo que la hace temblar de pies a cabeza, sus jugos me resbalan por la boca, mojando todo mi cuello y pecho.
Y durante toda la duración de mi orgasmo, mientras la tenía atrapada fuertemente por la cintura, sus caderas llevaron a cabo una danza deliciosa, en círculos, haciendo ochos, adelante y atrás finalizando con el apretar de sus nalgas en los últimos espasmos de mi eyaculación, como queriendo, atrapar, exprimir mi verga exhausta.
Pero también se dio cuenta de otras manos que le tocaban los pechos, mientras otra boca le mordía la espalda, lentamente volvió la cara, pero solo pudo distinguir unos ojos grandes y verdes, como los de una pantera, mirándola con una mezcla de furia y deseo.
Esta abrió los ojos desesperada, clavando las uñas en el pecho de su verdugo como una fiera, haciendo que la sangre brotara, así motivado el general se abandono al placer y sin miedo al peligro comenzó a empujar con todas sus fuerzas sus fuertes caderas contra las nalgas de Sue, hasta que el ardor se hizo insoportable y el hombre termino por lanzar un salvaje erupción de líquidos ardientes dentro del ano de la mujer del futuro.
Serena, tras dudarlo un momento, camino hacia donde la enmascarada le indicaba, con mano temblorosa abrió la pesada puerta de madera y descubrió que se trataba de un baño de grandes dimensiones.
La puerta de adelante se abrió y de ella se apeo una mujer portando un elegante uniforme de chofer que le daba un cierto aire militar, pero lo que realmente sorprendió a Serena fue el hecho de que su piel era negra, hasta ese momento solo había visto gente de color en los noticieros y en la películas, las facciones de su rostro era algo toscas, sus labios gruesos y sus ojos verdes como los de una pantera tenían algo amenazante.
Me agarró la cara y me dijo con la voz ronca del deseo: Viste que estás linda en serio, mientras con la otra mano me desabrochaba los jeans y metía una mano por debajo de mis bragas. Y mojada, muy mojada, siguió, sin dejarme de mirar, mientras los ojos se me entrecerraban sin que yo atinara a nada más que a suspirar.
Al ver que estábamos solos me recorrió un escalofrío por la espalda y decidí ir al servicio donde me quité el sujetador, con el fin de que se me marcaran los pechos bajo la blusa blanca, mis pezones estaban duros y se marcaban lo suficiente para que él pudiera apreciarlos.
Mis gritos y esfuerzos por desprenderme de mi violador nada pudieron contra su loco deseo de poseerme y continuó metiendo y sacando su verga repetidamente, sin pausa, hasta que me inundó con su semen en una explosión de orgasmo que golpeó lo más profundo de mi vagina.
Me sentí mas aliviado, toda la presión se desapareció, veía a mi abuelo totalmente diferente, al apreciar que tras de sus ojos verdes su rostro fuerte y su temple, existía un hombre capaz de amar con tal intensidad a una mujer que nunca la olvido y fue capaz de amar con tal intensidad a mi abuela que aun mantiene ese sentimiento a flor de piel.
Me dijeron que no tenían ni idea de quién era, que se presentó en la puerta de casa con una invitación y amablemente les indicó (por señas) si podía ir con ellos y como eran gente maja le llevaron, pero después desapareció.
Levanté las manos por sobre la cabeza, haciendo que mis tetas se levantarán todavía más dentro de su boca hirviente, y levanté las rodillas para que esa mano y los rayos del sol me acariciaran...
Ella dejó el alfiler para acercarse hasta mi pene, que comenzaba a descansar de su erección. Abrazó mi glande, lo estrujó entre sus brazos. Lo besó, lo lamió y se frotó contra él con furor, hasta conseguir que eyaculara otra vez.
Yo respondo a todos los mensajes que me llegan, pero en su caso lo hice con más gusto, porque estaba viajando mucho por aquella época, y aquello podía llenar algo de mi solitario tiempo libre.
Yo la seguí hasta su piso, era un piso antiguo que lo había reformado tenía un amplio salón, que servía de comedor estar y estudio, un dormitorio con una cama muy amplia, una cocina y un aseo.
Lave mi cara peine mi pelo y volví otra vez a la habitación, estuve buscando algo que ponerme y cuando al fin lo encontré se me había hecho tarde, me vestí corriendo y fui a coger mi coche.
A las dos les entraron a la perfección Ana tenía un poco más de pecho y este corpiño le resaltaba más los senos y quedo muy sexi. Marcela usaba el conjunto de encaje que le daba más elegancia.
No se cuantas veces más me cogieron, hasta la mañana seguían, perdí la cuenta. Por ahí alguno se despertaba para ir al baño y aprovechaba para cogerme y seguía durmiendo la mona.
Comencé a besar y a chupar y a morder su jugosa conchita, olía a recién bañada, perfumada de mujer, ella se arqueaba, sentía los espasmos que le provocaba, gemía y dejaba de mamarme para disfrutar de mis caricias, cuando yo frenaba ella reiniciaba su deliciosa labor de darle lustre con su lengua a mi pene.
Por un momento queda maravillado. Luego escucha una armoniosa voz cantando en una lengua que no entiende, pero que le transmite un mensaje de paz. Al mirar detenidamente descubre a una chica, vestida de blanco, con un largo cabello rubio curiosamente peinado, ella mira con dulzura todo lo que la rodea, y él se siente en paz en su presencia. De pronto todo estalla en un mar de fuego y sangre.
Apoye mis manos en la camilla y encorve un poco mi cuerpo hacia delante a petición de la Celadora, esta empezó a examinar detrás de mi pelo como si buscara algo, luego bajo la mano por mi espalda y antes que me diera cuenta de un tirón bajo mis bragas hasta los tobillos.