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La dentista

Llego el día de asistir a hacerme atender en su consultorio eran las 16.00 y yo ya estaba esperando ser atendido en un consultorio donde había tres personas antes que yo, por lo tanto la espera se prolongo matizada con la lectura de esas revistas aburridas y muy técnicas para mi gusto.

Anne, una amiga muy especial

Ella me confeso después que nunca se lo habían hecho, ella se agitaba y gemía pidiéndome más, subí mis manos hacia sus pechos y se los acaricie, esto fue suficiente, para que llegara con un fuerte grito, la solté y la tome por las caderas girándola para colocar su sexo frente mi cara, nos chupamos mutuamente hasta llegar juntos.

Vacaciones inolvidables

Me perdí en el placer de tal forma que apenas reaccione mientras me levantaban de la cama para ayudarme a montar a uno de ellos que estaba recostado sobre el taburete, de modo que mis piernas quedaron bien abiertas a los lados de este para conseguir que fuera penetrada nuevamente hasta el fondo de mi vagina, mientras volvía a cabalgar sobre esa enorme verga, mi cuerpo era atendido espléndidamente por todo tipo de caricias que me iban llevando otra vez al máximo deleite mientras luchaba para coordinar el ritmo de mi galopar.

Solidaridad

Cuando me le acerque, aceptó servirse un trozo de torta y un vaso de bebida que le ofrecí. Nos acercamos una mesa instalada en una sala en que se reunían a ver televisión. Cerca había otras mesas y estaban al principio desocupadas pero después mientras conversaba con él fueron siendo ocupadas por otras compañeras que reían tanto con abuelitas o abuelitos que no eran muchos puesto que la mayoría de los de ese hogar eran damas incluidas las que los atendían.

La botella

Y en esto que empezó el espectáculo. La canción es bastante movida, de modo que ella no paró ni un momento. Empezó poniéndose las manos en la nuca y moviéndose el pelo, a la vez que iba meneando las caderas de un lado al otro. Se puso de espaldas al público y empezó a mover el culo. ¡Qué redondo lo tenía! Creo que nunca lo había visto tan bonito. Iba moviendo las piernas mirándolo de reojo con un dedo en los labios como pidiendo silencio y sonriendo, y con la otra mano se tocaba las caderas

Una noche doblemente buena

Supe que había conseguido mi propósito cuando pasé por delante de la portería y en efecto el portero no me quitó ojo además llevaba un tanga lo cual hacía que se notase un poco por lo ajustado del mono. En la puerta de mi casa estaban mis amigas, nos subimos al coche y salimos a quemar la noche.

Mi madrastra con mi papa o conmigo

En el siguiente año entre a la universidad y me tuve que rentar un departamento porque la universidad donde tenia que ir contaba con la carrera de biólogo marino, era lo que quería estudiar, solo a finales de semestre era cuando podía ir a visitar a mi padre en los 4 años de universidad solo fui tres veces a visitarlos porque algunas veces preferí ir con mis amigos a vacacionar.

Obsesión I

Sin ánimo de crear en ustedes sensación de envidia, les diré que en veintisiete años de vida sexual activa, he mantenido relaciones con aproximadamente doscientas mujeres, si han oído bien: doscientas mujeres, a unos les parecerán muchas y a otros pocas, a mí simplemente me parece una cifra más que suficiente para poder decir de mí que tengo una gran experiencia en lo relativo al sexo.

Sexo por sexo

Soy de cuerpo regular no estoy flaco ni gordo soy de espalda ancha, tengo que no me corto el cabello mas de un año así que se pueden imaginar que tan largo lo traigo la ultima vez que me lo corte me rasure la cabeza pero repito desde entonces no me lo corto, mi cabello es quebrado ni lacio ni chino y de color obscuro casi negro, mido 1.75m, peso alrededor de 80 kilos, según mi novia hay tres cosas que le encantan, mi sonrisa, mis brazos y mis nalgas y es que la verdad si estoy bastante nalgón "modestia aparte".

Un camino

Esa tarde cuando la llevaba al centro sintió su mano sobre la pierna al invitarla a estar solos, comprendió que era su oportunidad, lo miro asintiendo, en un santiamén estuvieron en una casa desconocida para ella, su fragilidad manifiesta ante ese cuerpo, era compensada con una relajación natural

El viejo y la depravada

Como tenía que estar pasándoselo el viejo con esa ternura que tenía debajo. Pues bien parecía más bien al revés. Los movimientos del viejo enloquecían a la chica que no dejaba de aullar. Ya estaba atrapada. Intenté ayudarla metiéndole al viejo dos dedos en su culo. Entonces me señaló encima de una repisa donde había una prótesis, un consolador.

Javier y Patricia conversan III

Que tonterías dices, seguro que es un chico estupendo. Mi amor, estoy tan orgullosa de ti. Deja que te peine el flequillo. Estás radiante. Y voy a casarme dentro de 4 días con el hombre más maravilloso del mundo. Jamás he sentido algo así por nadie, lo sabes ¿verdad?

Javier y Patricia conversan II

P: Pues no recuerdo, la verdad es que después de su yes, yes, me preguntó si era yo tu novia, todo ello en inglés y le dije que si, por supuesto. Él entonces se acercó y me seguía hablando, pero ya era una distancia un poco incomoda porque yo me tenía que ocultar tras la mampara aunque no parecía fijarse mucho a ver si me pillaba un poco de muslo o pechito, yo creo que para él era una conversación normal y corriente.

Confesando mi intimidad

Cuando digo mentalmente me refiero a que en algunas ocasiones me he masturbado imaginando que me encuentro en plena acción con un hombre, llegando a excitarme más cuando actúo de manera pasiva y sumisa, no es usual que lo haga, pero he llegado al punto en oportunidades de introducirme objetos por mi ano para hacer un poco más real la fantasía de turno.

Labores humanitarias

Y bueno de un tiempo hacia aquí soy yo el que no la deja satisfecha, ya que no sé si por aburrimiento o que, termino corriéndome antes, y le tengo que hacer unos dedos porque sino le irrita mucho otra penetración, digamos que últimamente esta caliente de veras y yo la dejaba a medias, tonto de mi, aunque siempre he tenido claro que nunca me engañara.

Desilusión

El solo veía mis senos porque el dejar que imaginara el resto por mis movimientos lo mantendría ahí, frente a la ventana, por más tiempo, deseando que un día le mostrara el resto. Lo más valioso de esa locura era nuestro silencio. Ni durante el acto ni cuando nos cruzábamos en el pasillo del edificio había una palabra entre nosotros.