Fue bajando hasta mi vientre y mientras se entretenía ahí me dijo: "tienes unas curvas muy sensuales, es una pena que alguna se vaya a ver reducida"; y mientras, sus manos se deslizaron a la entrepierna de mis muslos.
Ya no solo me pajeaba con sus bombachas, sino que seguía todos sus movimientos, revisaba los cajones en los cuales guardaba su ropa interior, y oliéndolas me la imaginaba y terminaba acabando sobre sus prendas.
Forcejeamos en la puerta un poco pero no quería lastimarla, y mientras tanto le dije algo así como que no le tenía miedo ya que con tus remilgos ningún tipo te va a dar bola, que era una forra; a lo que ella contestó que esperara sentado y que ya iba a ver de lo que era capaz, y tras soltar una par más de groserías salió dando un portazo.
Me abrió el mismo chico, que se encontraba en shorts, con una camiseta y unas sandalias. Con su sonriente cara me miró y me hizo señas para que entrara. La casa era como yo me la había imaginado por fuera, con un gran patio central, y muchas habitaciones.
Todos estos problemas le impidieron concentrarse en su trabajo y en marzo tampoco llegó a los objetivos de venta. Sus deudas crecían al mismo tiempo que su inseguridad y su desesperación ante cada elección.
Gemía y gemía, al paso de los minutos su vestido se encontraba en el piso y ella solo con su sostén y una tanguita que le hacia juego al atuendo, comencé a besarla desde su rostro, sus oídos, su cuello, sus hombros, mientras mis manos no cesaban de acariciar ese hermoso trasero que tanto me había vuelto loco y que eran motivo de mis mas fervientes fantasías y ahora estaban ahí a mi alcance
Le dio permiso a su mujer para que hiciera el amor con otro hombre ya que con él no podía hacerlo por estar demasiado obeso y siendo ella todavía una chica joven, muy atractiva y sexy.