Finalmente calcé mis pies con unos zapatos de tacón y me maquillé lo mejor que pude. Mientras me vestía sonó el celular de mi marido que se encontraba en la mesa de noche, y cuando respondí era una mujer que me dijo si se encontraba mi esposo.
Llegó la noche y vino el problema de donde podría dormir ella y le dije que si no le molestaba podríamos echarnos los dos en mi cama ya que ésta era muy grande, prometiéndole que no intentaría nada.
Nos desnudamos, y yo empece ha acariciarme los muslos, suavemente, a acariciarme entre los pechos, ella, estaba sentada con las piernas abiertas, justo delante de mi, repitiendo lo que yo hacia, y esa visión, me excitaba por momentos.
Mi tío golpeaba rítmicamente con sus huevos en las nalgas de ella y esta se deshacía en gritos y gemidos de placer. En una de esas embestidas la verga quedó al descubierto y Antonia, al darse cuenta, giró sobre sus rodillas buscando atrapar el falo entre los labios.
Cuando él empezaba a sentir las primeras vibraciones del orgasmo, ella se la quitó de la boca ante la mirada de desesperación de Juan Carlos que ya se ilusionaba con acabarle nuevamente dentro. Se acercó despaciosamente a su oído y le susurró que la cogiera por el culo, girando su cuerpo para recibirlo.