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Las chicas de la estación de servicio

Yo a este punto estaba con una erección tremenda, que ya me quemaba dentro del slip, y como tenía un pantalón de lino, ya que aquí es verano y nos toca usar ropas livianas, se hacia mas que evidente la cual no trate de disimular, me había invitado a su casa y estaba jugando un juego de seducción evidente, puse música suave en su equipo de música y nos dispusimos en la mesa a cenar

La gordita del metro

La folle con ganas, calentandome con su habitual sarta de incoherencias entrecortadas, sintiendo el calor de su coño en mi polla y como su gruta se anegaba con su corrida mientras le metia un dedo en el culo, cuando se tranquilizó después de correrse se la saque y abriendo sus kilométricas nalgas se la enfile en el culo

La espía que me amó IV: El Viaje a Berlín

Salimos del agua y tal cual estábamos nos pusimos a comer ¡Bueno! Mas que comer lo que hacíamos era jugar y el juego era divertido, Irina cogía con una mano mi pito y con la otra colocaba un trozo de salchicha, se agachaba y... ¡Zas! Se la comía, yo la colocaba haciendo equilibrios sobre uno de sus erectos pezones y procuraba tragarme la salchicha chupándoselo al mismo tiempo

Cinéfilos

Mientras la penetraba Luis la susurraba al oído que iba a acabar de un momento a otro, sus manos recorrían los pechos de Sara, su cintura, su cara, sus dedos se introducían en su boca, recorrían su rostro, mientras los dos se esforzaban por ahogar sus gemidos, para evitar así ser oídos.

Fantasía acuática

Así que, le dije que parase, que ya tenía mi polla a punto para volver a perforar tu cuerpo, ella se sorprendió ante mi respuesta, la puse frente a la ducha y le dije que se apoyase en la ducha su cuerpo casi hacia un ángulo de 90º, ella misma abrió un poco las piernas.

La espía que me amó II: El encuentro

Imprimí entonces toda la fuerza de que era capaz a mi ariete, ella se movía a una velocidad increíble suspirando y rechinando los dientes, de pronto lanzó un alarido que debió escucharse en la calle cuando yo no pudiendo aguantar más comencé a lanzar chorros de esperma en el fondo de su útero, el orgasmo fue simultáneo y esplendoroso

La espía que me amó I

Yo estaba avergonzado y más colorado que una grana, aquella chica me desconcertaba absolutamente, era totalmente desinhibida y no se cortaba por nada, el dominio de sí misma y las situaciones para mí eran totalmente desconcertantes, no obstante me sobrepuse y trate de coger las riendas de la situación.

En el avión

Quise prolongar aquella cogida un buen rato, pero no pude contener durante mucho tiempo el orgasmo y sentí la leche correr, como un río, dentro de su culo mientras ella continuó unos segundos más retorciéndose de placer y dolor.

Yamilé

Recuerdo perfectamente la primera vez que la vi, era un miércoles lluvioso y frío, yo trabajaba como cada mañana en el despacho y Marta, mi secretaria, me comunicó que había una mujer en la sala de espera que deseaba hablar conmigo. Le dije a Marta que me diera cinco minutos y que luego la hiciera pasar.