De pronto saca un preservativo y me dice que me lo ponga, que quiere ver si sé usarlo, y a la vez me destapa y noto que se asombra al tamaño de mi pene, unos 22 cm, bastante grueso. Lo coge y me lo pone, yo muy cortado, y comienza a masturbarme, lento, rápido, lento, en un momento me corrí y quede exhausto. Mi madre reía. ¡poco aguante ¡ me dice.
Me levanté del diván y chorreando semen por mis piernas, me fui donde mi profe, me voltee y me senté en su verga, sentí sus manos en mis tetas y comenzó a bombear mi chuchita ardorosamente, después de unos minutos colapse en su regazo, echando mi cabeza hacia atrás y estirando mis piernas tiesas que convulsionaban en mi espasmódico orgasmo
Me mojé los dedos en saliva y se los pasé por el chocho. Acerqué su cuerpo hasta mi aparato, coloqué la punta de mi capullo entre los pliegues de su coño y empujé hasta que sus rizos chocaron con los míos.
Se sentó a mi lado y le pegunté hasta donde iba, a lo que me respondió hasta Mendoza y le replique nuestro destino era el mismo o sea que íbamos a pasar un largo rato juntos, porque el viaje es bastante largo y por suerte que iba a tener compañía para que no fuera tan tedioso, ella se sonrió y me dijo que hasta podía ser un poco divertido
Ellas me contaron que el chico se había ido pero que estaba cerca de allí y había quedado esperando la llamada de ellas, la cual por supuesto ya habían realizado, por tanto en menos de 20 minutos el estaría en la portería del apartamento esperándonos, yo no sabía qué hacer, me parece que si yo tenía algún tipo de relación con este sujeto que me podría pasar, una enfermedad venérea, de pronto mi novio se enteraría y me abandonaría, un embarazo no deseado
Nos dirigimos al dormitorio. Habíamos convenido poner un vídeo porno para ayudarme a ponerme en condiciones. Nos echamos sobre la cama; yo me había quitado los pantalones y la camisa, pero no los calzoncillos. Sólo era capaz de mirar la televisión: una rubia y una morena se tiraban a un negro bien dotado en la playa, sobre una toalla.