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Juegos de niños entre primos que se convirtieron en juegos eróticos de adultos

Juegos de niños entre primos que se convirtieron en juegos eróticos de adultos

Cuando venía de la universidad decidí pasar por casa de mis tíos, una casa que desde muy niño había sentido muy, pero muy cerca, pues vivían cerca de mi casa y yo prácticamente me crié con ellos: mi tío, su esposa y sus tres hijos: N., la mayor; Paola, la de en medio y C. mi primo menor.

No era extraño que yo pasara, pues aun visitaba muy a menudo a mis primos, claro que ahora había cambiado la relación: lo que antes eran juegos y compartir programas de televisión, ahora era tocar guitarra eléctrica con mi primo y cantar y tocar guitarra con Paola.

Ella también había cambiado mucho y siempre me llamaba mucho la atención sus bien formadas piernas, sus pechos que aunque pequeños se apreciaban bien formaditos y su precioso trasero que me hacia desearla mucho.

Al llegar a la casa vi que mi tío iba saliendo y yo le dije que no importaba, que pasaba en otro momento.

Él me contestó que pasara, que Paola estaba durmiendo pero que la despertara no más.

Él se fue y me abrió la puerta para que yo entrara.

Debo confesar que desde el primer momento me excité mucho solo con la idea de que estábamos solos en su casa, así es que subí al segundo piso y entre muy silencioso a su dormitorio, mientras la veía dormir tapada en su cama me iba acordando de una larga e incontable historia de contactos sexuales que ella y yo habíamos tenido desde niños pero que eran casi lo típico entre primos, sólo que esto sucedió desde que yo tenía como 9 años hasta los 18, ahora yo tenía 22 años y ella 19 y hace poco tiempo jugando a luchar un día le había tomado los pechos y la había besado y ella me había demostrado que le gustaba correspondiendo mi beso con bastante pasión.

Todo eso me excitaba mucho así es que casi temblando me acerqué a su cama me tiré en el suelo y le hablé diciéndole que su papá me había encargado que la despertara, ella estaba tapada hasta los hombros con la ropa de la cama, era invierno y hacía un poco de frío, sonrió y me dijo: qué tonto es mi papá! yo me acerqué jugando y le di un beso, comenzamos a besarnos sin hablar porque sabíamos qué venía pero no sabíamos cómo empezar, yo le dije que hacía mucho frio y que mejor no se levantara, que yo me acostaría con ella pero entre las frazadas y no en las sábanas como ella estaba, acostado con ella empezamos a besarnos y por encima de la ropa de la cama yo podía sentir su cuerpo y comencé a acariciar su cadera y su costado hasta llegar a sus pechos que ella me ofrecía sutilmente empujando el tronco contra mí, su lengua jugaba con la mía, su saliva pegajosa me indicaba que estaba muy excitada, me dijo que me acostara entre las sábanas con ella, yo lo hice y al levantar un poco la ropa pude ver que llevaba puesto solo un peto bastante suelto, como de una polera vieja y unos calzoncitos blancos muy pequeños.

Así es que no solo me puse a su lado sino que comencé a acariciar su piel firme y caliente, tocando su vientre y subiendo lentamente hacia su pecho por debajo del peto, esos pechos me volvían loco por su forma, su firmeza y por el placer que le provocaban a ella mis caricias, besé su cuello y fui bajando mi boca por sus hombros y recorriendo la parte superior del pecho, con mucha calma porque quería excitarla al máximo, levanté su peto y pude ver sus hermosos pezones pequeños y oscuros, muy duritos por el deseo, acerqué mi boca y dejé mi lengua jugar con ellos mientras mis manos se dirigían por el camino de sus caderas hacia abajo.

Me gustaba tanto esto que comencé a chupar un poco más fuerte y ella me pidió en un susurro que le gustaba más suave, mis manos jugaban con el delgado hilo con que su calzón se afirmaba de la cintura y pronto ya con la suave tela que cubría su pubis, metí mi mano para acariciar sus vellos y fui bajando hacia su vulva, ella era un poco reticente a que le acariciar su vagina y además estaba tan excitada que quería acabar pronto, de la manera en que habitualmente lo habíamos hecho antes: por encima de la ropa frotando su pubis contra la dureza de mi genital, pero en esta ocasión yo había decidido ir más allá así es que después de frotarnos un rato, yo encima de ella y enredados en susurros, suspiros y besos, me desabroché el pantalón y lo bajé hasta la rodilla, allí pude sentir de verdad cómo ardía su vulva y cómo humedecía mi slip con su contacto, para no asustarla no quise sacarle los calzones sin embargo yo me bajé el slip y le hice sentir en su vientre la piel caliente de mi pene y la dureza de mi erección, besando su oreja y su cuello le fui diciendo que ese momento lo había deseado tanto que no lo íbamos a desaprovechar y que quería hacerla mía, con mi mano corrí el calzón e introduje mi mano para acariciar sus labios vaginales y su vulva, suavemente exploraba hacia su clítoris cuando ella me dijo con urgencia que sacara la mano, entonces saqué la mano, pero puse la cabeza de mi pene rozando su vulva ella abrió más las piernas a pesar de que su cara se notaba con mucho nerviosismo, yo sabía que era virgen así es que quería actuar con mucha delicadeza para que tuviera un buen recuerdo de su iniciación.

Tomé mi pene con una mano y lo enjuagué en sus fluidos vaginales, lo coloqué a la entrada y le dije que se relajara, que lo haríamos suavemente, y empecé a empujar manteniendo firme la pelvis después de un corto empujón para que fuera entrando de a poco, ella se ponía tensa pero se relajaba pronto porque anhelaba sentirlo más adentro, así, muy de a poco yo fui sintiendo como un anillo de su interior me apretaba el pene y como ella misma iba acelerando el ritmo de sus caderas contra mí hasta que entró un poco más brusco y ella comenzó a gemir como gata, lo que me puso mucho más caliente, comencé a moverme más rápido y más brusco porque sentía el impulso de metérselo todo hasta el fondo, ella me aferraba por la espalda y entrecerraba los ojos con una bella cara de excitación al máximo.

Pronto sentí que iba a llegar mi orgasmo y le tome la cabeza para darle un beso muy caliente y entonces me vino como un volcán la erupción de placer que la inundó de semen, ella al sentir mis gemidos y mis convulsiones se volvió loca de caliente y comenzó a moverse tan veloz como nunca la había sentido, y estalló en un orgasmo largo y exorcizante que me envolvió y me remeció haciéndome expulsar hasta la última gota dentro de su cuerpo, nos quedamos sólo un rato así tendidos en su cama porque nos asustamos de que llegara alguien, así es que yo me vestí mirando con orgullo los restos de sangre que me quedaban en el glande, ella se fue al baño y se vistió, nos pusimos a conversar un poco avergonzados y muy pronto llegó mi primo que había salido de compras.

La vida después nos llevó por caminos distintos, no pudimos repetir el numero.

Me casé, ella se casó después, tuvimos respectivos hijos y no nos vimos en años, pero hace poco nos vimos en el colegio en que yo trabajo como profe de música, su cuerpo está más maduro pero no pierde atractivo me dijo que se acordaba harto de mí, yo le respondí que también yo, me comentó acerca de cosas comunes del pasado, yo le dije que yo me acordaba mucho de algunas cosas que eran solo de los dos y ella me dijo que también anoté su teléfono y tengo ganas de llamarla para ver si podemos juntarnos a recordar viejos tiempos.

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