El negro puso a Elena de pie apoyada de manos contra el respaldo del sofá y procedió a sodomizarla. Elena gritaba: Párteme el culo negro cabrón, enséñale a mi marido como respondo, que soy una profesional, que yo no abandono mi trabajo a medio hacer. Lorena hazme lo que ya sabes.
Mientras procedían a despojarme de la pelambrera siguieron con sus comentarios que me ponían a cien y tuve otro orgasmo solamente de sentir los dedos alrededor de mis labios vaginales y mi clítoris. No sentía ninguna vergüenza de estar allí despatarrada indecorosamente ante ellos mientras separaban mis labios para pasar la maquinilla de afeitar.