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¿Equitación?

¿Equitación?

Aquí en América tenemos una fascinación por el deporte equino.

Todo lo referido a carrera, tope (monta folclórica de caballo), y lazo es un evento, es decir, este animal forma parte del entretenimiento deportivo y cultural de occidente.

Curiosamente, un rucio peculiar fue el que me motivó a narrarles este suceso, de verdad novedoso para mí, pues para serles sincero la zoofilia es un tema nuevo para las masas.

La apertura sexual no es pareja en todas las regiones y gracias al Internet muchos nos hemos puesto al tanto.

Este caballito del que les hablaba, es muy cómico, debido a su color blanco con manchas café, pelo muy largo sobre su cuello y una cola frondosa y extensa que lo hacía lucir muy elegante.

Su dueña, una mujer de treinta y un años, lo tenía muy bien amaestrado, pero lo más peculiar, el animal este era feminista, pues solo estaba manso y quedito a la par de una dama.

El potro se encontraba en un establo poco alambrado, debido a que toda su vida pasó allí y nunca se fugó, mas bien, como que le encantaba su lugarcillo.

Yo me preguntaba acerca del porqué la china, sobrenombre de cariño que le tienen a la dueña del animal, estaba tan encariñada con el caballete.

Pensaba que tal vez el animal era su mejor amigo, o alguna conexión rara, pero nunca me imaginé que era su amante.

Si, suena raro, pero la chinita esta, se daba sus buenas gozadas con el caballito, y no solo eso, aquella china no era egoísta pues permitía que su animalito también anotara a su sobrina, cuando esta pasaba de vacaciones.

Alegraba ver a la china los viernes por la noche correr en batas hacia el establo en esas horas de la noche, con una botella de brandy y muchas energías para enfrentar aquel semental.

Cada encuentro era novedoso y ameno, y siempre la china se daba un baño desnuda en el establo después de la chorreada que le propinaba el rucio.

Ahh, que placentero es ver aquella mujer desnuda, porque era frondosa, culona y muy sexy, y a la distancia se refrescaba cualquiera la vista, pero claro, como eran las horas altas de la noche, quién se iba a imaginar que pasaba ese espectáculo.

Así, otro viernes más pasaba lento, hasta que llegare la noche. Esta noche fue especial, por que no había nadie en la casa de ella (cosa de la que me percaté porque llamé en varias ocasiones, había que informarse!), la china empezó a tomar temprano unos traguitos de brandy que le iban a poner sazón a la noche.

Que tenía esa mujer con el brandy?, pues bien, me llama para que la acompañe un rato, a cepillar y cobijar los caballos. Ponerles heno, darles agua y todo eso. A todo eso mi cabeza respondió una agudo y veloz si, pues ya sabía que ella andaba un poco ebria, pero con suficiente capacidad para actuar cuerdo aún, y era mi oportunidad perfecta para ver el show en primera fila con entrada exclusiva.

Yo tomaba ron, cerveza por ratos. Ya a eso de las once, la conversación se ponía tensa y yo, por la embriaguez, me surgió curiosidad de gato, que no pude contener mucho.

como haces para vivir sola…? le pregunte.

No es ni fácil ni difícil, hay que aprender a hacerlo. Pero si, a veces se siente una muy solitaria.

Ya un poquito ebrio, descaradamente le digo… pero, ni tan solita eh… que el pinto es buena compañía..

Un poquito avergonzada, replica que el caballo es sólo un juguete.

No me tome a mal, le dije. No era esa mi idea. Pero, si le confieso que me intriga su cercanía con el animal.

Que? El que me coja a mi caballo? Me dijo en vos alta y un poquito pasada de traguitos..

Mis ojos saltaron sorprendidos, pero, yo sabía que por aquí estaba el asunto. Sí le respondí, no veo forma de que el caballo se excite con otra especie, o sí?

Continua ella, envalentonada, parece mas bien que le encanta.

Eso habría que verlo, le dije agazapadamente, a ver si mordía el anzuelito..

Sígueme, verás que yo nunca miento.

Así el licor fungía como combustible del plan. Llegamos al establo, ella con oficio le silbó al animal, que la reconoció de inmediato, se acercó a la pila donde toman agua y ella se sentó en el borde a prepararse.

no le pierdas la vista a esto, me decía, que aunque sé que ya me has visto, un “close up” es todavía mejor.

Como habrá hecho para descubrirme? Si el sigilo con el que espiaba era aprueba incluso de maridos… hasta que me acordé que ella no tenía marido, pero bueno, las ganas de metérsela a la china me daba vueltas en la cabeza, y quedó fija cuando le vi sus tetas, tamaño alegre tenían, pero naturales y coquetas.

Se quita su ropa rápidamente. Quedando en una tanga blanquita muy sexy, se me acerca, me agarra mi indiscreto pene que ya estaba dando aviso de agradecimiento, y me susurra, ¡abrochese el pantalón, que a usted no le toca!. Bueno, ya tendré mi chance, me propuse en mente.

Se volvió a sentar en el borde de la pila donde estaba el corcel, tomando suavemente sus pelotas empieza a huevearlo. No duró mucho el pinto para responder con la salida de un taco enorme y rojo, y la chica ni lerda ni perezosa, le prendió lumbre con una suculenta mamada. Para serles sincero, hasta a mí me daba envidia.

Con una mano lo masturbaba, con la otra ella se masturbaba. Se agarraba los senos con fuerza, se metía los dedos repetidas veces. El tronco del animal casi tocaba el suelo. Ella se terminó de recostar sobre la pila, y dobló aquel elástico enorme sobre sus tetas.

Aquella vista me tenía impresionado, debo admitirlo, pero más aún estaba excitado como nunca. Ella se empezó a notar un poco descontrolada y mamaba insaciablemente.

Yo no podía soportar la tensión de no poder hacerle nada y sigilosamente me fui acercando.

El caballo ya se estaba poniendo inquieto de la tremenda maseada a su miembro, ella le decía.. “si caballito, dale a mami lo que le gusta, vamos bebé”.

En ese momento yo no pude más, me bajé los pantalones como pude, y puse mi pene en la cara de ella, a la expectativa de ver que hacía. No se hizo de rogar y me la chupaba con desesperación, yo le pellizcaba los pezones preciosos que tiene y el animal solo cabeceaba y hacía sonidos extraños.

Mis ganas de tirármela me quemaban, así que me despegué de aquella boca que chupaba con gran arte. Le abrí las piernas y despacito iba introduciéndole todo; ella gimió suavemente y me decía que no fuera sádico, que la quería toda adentro, pero ya!… complaciente como pude, como si fuera un pistón, entraba y salía con gran velocidad. Estaba insaciable, sus tetotas se movían de un lado a otro, las apretaba fuerte cada vez que atinaba a agarrar una, estaba muy excitado, su orificio vaginal era demasiado bueno, ella contraía sus piernas con fuerza Quería darle toda la vida.

Cambiamos de posición, que me dejó sorprendido; yo me recosté en la pila y ella sentada sobre mí. Pero no aflojaba en ningún instante el chorizo del caballo, que cada vez se ponía mas inquieto. Sin clemencia subía y bajaba, mamaba mucho, estaba descontrolada, y le dio el final menos pensado, se recostó sobre mí, me susurra:

está bueno no?

Como no…

Espérate que a mí me falta poco..

Ok..

Introdujo el tuco del caballo en su exquisito anillo trasero, a como pudo, y empezó con una mano, y gran destreza debo admitir, a darse solita por detrás. Yo como ya estaba en lo mas y mejor, la puse a brincar de nuevo y me prendí de sus senos. Parecía un desesperado, ella sólo gemía con fuerza, y era obvio que le encantaba ese doble.

Empezó a gritar, me tomó la cabeza con ambas manos, y tuvo un orgasmo. Yo no paré de darle y más bien traté de hacerlo más rápido. Algo hay que envidiar de las mujeres y es su espectacular capacidad multiorgásmica, no pasaba ni minuto y medio cuando vienen los gritos de nuevo.

Tuvo su segundo orgasmo, el animal aquel seguía inquieto, pues de tanta jaladera ya le tocaba; yo estaba más que listo, y se lo hice notar con esa cara tan graciosa que hacemos cuando ya estamos apunto. Ella se levantó, y se arrodilló, con una mano me masturbaba mientras que con la otra mano le hacía la paja al caballo. No pude aguantar mucho el buen trabajo que hacía esa boca y le pedí que se lo tragara todo… no se hizo la rogada y siguió mamando.

Un escalofrío desde las uñas de los pies me recorrió hasta la cabeza, haciendo escala en el pene que ya estaba disparando sin merced. Ella escupió un poco y tragó otro poco. No había terminado de lamer lo que me quedaba de semen cuando el caballo empezó a correrse, sin aviso le chorreó todo el pero, ella rápidamente corrigió las trayectoria de aquella manguera, directo en su cara y tragó todo lo que pudo. Un lógico pensamiento me vino de no darle beso de despedida… no sé ustedes, pero yo no se lo di.

Nos fuimos al baño juntos. Ahí gozamos otro buen rato. Y aunque se cepillara los dientes con jabón, no le hubiera dado el beso de despedida.

Ella lo notó y me dijo que “era normal, que ya me acostumbraría”. Al momento un fuerte abrazo y un buenas noches fue suficiente.

Ahora en la licorera ya me conocen bien, botella de brandy y de ron cada semana. Desde esa vez no recuerdo haber tenido que espiarla desde lejos, o detrás de algún arbusto. Incluso, para suerte mía, su sobrina también me dio una calurosa bienvenida… aún así sigo sin darles besos de despedida!

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