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Virginia

Poco a poco el juego fue cambiando, se acercaron a Virginia uno por delante la abrazo, la besaban, mientras el otro desde atrás la acariciaba los pechos, nosotros sentados, inmóviles observamos la escena sin perder detalle.

El desván II

Entre aullidos, excitadas hasta la cumbre por las palabras sucias, la doctora y el muchacho estallaron en espasmos y flujos, que salpicaron su ropa interior, que bañaron sus manos, que mancharon el suelo, y chorrearon en finísimos riachuelos muslos abajo.

El desván I

Todos los besos de despedida estaban dados, todos los consejos, todos los números de teléfono a los que debían llamar en caso de emergencia, pues, exageración paternal o no, nunca se puede dejar a dos chicas tan jóvenes solas en una casa y quedarse uno tranquilo...