relatos eróticos gay

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256 relatos

Follando en el túnel de la avda. de Salgado Torres

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Lo fui siguiendo a ver a donde quería llevarme, viendo que nos encaminábamos hacia el túnel de la avda. de Salgado Torres. Al principio dudé, pero como estaba lloviendo y no había sitio donde poder refugiarse, decidí continuar hasta la entrada al túnel, al menos allí podría esperar a que amainase la lluvia.

Sodomizando a un hetero por primera vez

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Viendo la vergüenza que le daba, antes de que se arrepintiera, empecé a bajarle la cremallera del pantalón. Una vez se la había bajado, metí mi mano liberándole aquella polla que ya empezaba a estar dura y tiesa por la excitación que estaba sintiendo.

Mi primera vez

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Tiré de la cintura del pantalón hacia abajo, saltando al momento que tiraba del pantalón, una enorme polla, es lo que en aquellos momentos me pareció. Quedé con la boca abierta y los ojos abiertos como platos, no creyendo lo que estaba viendo; era la primera polla que veía. Había visto algunas en vídeos, pero siempre había creído que no eran reales, pero aquello que estaba viendo, sí lo era.

La mirada de un hombre alfa, reclamándome

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Bastó una sola mirada, para hacerme saber lo que me iba pasar aquella noche. Son de esas miradas que lo dicen todo, son miradas que te perturban, te dejan hipnotizado y sabes lo que quiere y desea de ti. Es la mirada con la que te está reclamando, te grita que le perteneces, que quiere sodomizarte y hacerte suyo, que seas sumiso y le entregues el culo.

Los comienzos de un adolescente gay

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Dios, el cabrón estaba empalmado, se le notaba un rabo duro y muy abultado, debía de ser una polla de grandes dimensiones, y efectivamente tenía una polla bien grande. Noté como la punta de aquel rabo rozaba mi culito, sintiendo como una corriente me recorría desde mi ano subiendo por toda mi columna vertebral. Sin poder evitarlo, solté un gemido a causa de aquella corriente que me había recorrido desde el ano por toda la columna, haciendo que me empalmara al momento.

Nos volvimos encontrar por casualidad en el cine

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Me giré a la vez que me erguía, contestándole que sí, que solo era que había devuelto. Al vernos a la cara, reconocí a aquel hombre, era Jaime, el maduro que me había citado en su casa, después de sodomizarme en los aseos públicos de la calle Fernández Latorre, hacía ya unos meses.

Me abrieron el culo y preñaron en el aseo de niños

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No se veía un alma en la plaza, por lo que seguí el camino hacia los aseos públicos. Nada más girar para seguir la acera que llevaba a los aseos, vi bajar a un chaval joven hacia ellos. El corazón se me aceleró al verlo bajar. Sabía que, en ocasiones, iban jovencitos después de salir de los Pub que hay en la zona del Orzán, buscando un polvo rápido. Como solía hacer yo en múltiples ocasiones.

A la salida de clase, abusaron sexualmente de mí

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Mientras estaba agachado bebiendo, noté que me agarraban por detrás, al principio pensé que era alguno de mis 2 compañeros, pero pronto pude comprobar que no se trataba de ninguno de ellos, ya que, aunque noche cerrada, pude divisar como ambos compañeros, iban andando por el camino. Iban ambos hablando, y no se percataron de lo que estaba pasando allí en la fuente, donde me habían dejado bebiendo.

Descubriendo por primera vez los aseos públicos

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Mientras estaba esperando a que saliera mi padre, un señor de más o menos su misma edad, desde la puerta se puso a hacerme insinuaciones para que entrara, eran insinuaciones de carácter sexual, o al menos así las interpreté yo, y es que no dejaba de echar mano a su entrepierna, tocando aquel paquete que se le abultaba, y con la cabeza señalaba hacia los retretes, y me decía que entrara. Ven, no tengas miedo.

Mi iniciación en el sexo

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Después de estar por lo menos una hora ayudando al viejo marinero, cuando íbamos devuelta en el bote para el muelle; este lo amarraba en la dársena de La Coruña; me iba hablando de sexo, de que, si había que tener cuidado al hacerlo, que hacerlo con mujeres era peligroso, que se podía contraer muchas enfermedades, que hacerlo entre nosotros no nos contagiábamos, y bla bla bla.

El ciruelo del viejo de la muleta

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Que hijo de puta el viejo, se puso a cimbrear aquel pedazo de cipote con todo el descaro del mundo, miraba para mí sonriéndose, enseñándome el ciruelo que le colgaba. Yo con cara de asombro y algo asustado, no podía dejar de mirar. Cada vez parecía crecerle más y más, hasta los huevos había sacado el viejo, mostrando todo de manera orgullosa.

El quiosco de revistas I

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Nada más ver las 2 primeras revistas, los ojos se me fueron a una de ellas, era una pequeña revista y en la portada ya se veía a 3 asiáticos desnudos manteniendo sexo, uno estaba dándole por el culo a un jovencito asiático, y el otro le estaba comiendo la polla mientras el otro le daba por el culo. Dios, aquella visión ya me puso bien palote, sujeté la revista con mis manos, y empecé a ojearla.

Café bar, Bío II

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Me gusta como mueves el culito cuando juegas, me decía mientras me sobaba el culo. Yo no sabía que hacer, me quedé paralizado, lleno de vergüenza y enrojeciendo por la situación en que me encontraba. El hijo de perra me estaba metiendo mano, sobándome el culo sin ningún reparo y delante del otro cliente que allí se encontraba.