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Una noche salvaje

Una noche salvaje

Capítulo I

Mientras se desvestía en la soledad de su habitación no podía dejar de pensar en lo bien que se lo había pasado en la fiesta… y en lo mucho que se había divertido con su novio y con sus amigos.

Al quitarse la camiseta contemplo por primera vez el morado que le estaba floreciendo en su pecho, a escasos centímetros del pezón, y su preciosa boca se torció en una mueca al recordar la increíble osadía de aquel mocoso. Aun no podía comprender como un crío de solo 13 años podía ser tan descarado y tan pícaro.

No le entraba en la cabeza que el puñetero mocoso fuera tan audaz y se lamento, por enésima vez, de no haberle visto llegar en esta ocasión.

Pues desde que se percato del excesivo interés que su cuerpo tenia para el chaval procuraba mantenerse lo mas alejada posible de este… y de sus largas manos. Y, aunque no siempre lo lograba, hasta ahora si había conseguido que sus roces fueran mas o menos permisibles… hasta ahora.

Se había creído a salvo rodeada de tantos familiares y amigos (joder, si hasta su novio estaba en la fiesta) y se había confiado demasiado.

El avispado picaron había sabido esperar hasta que ella estuvo agachada en la cocina con una bandeja de aperitivos entre sus manos para acercarse por detrás y meter audazmente las dos manos por el escote, amasando su sensible piel de canela con rapidez y ansiedad hasta alcanzar el sensible y grueso pezón.

Solo se los toqueteo durante unos segundos… pero se le hicieron eternos.

La sorpresa hizo que tardara demasiado en reaccionar y cuando por fin consiguió soltar la bandeja y enderezarse para darle su merecido el mocoso ya huía hacia el comedor… no sin antes darle un ultimo y bastante doloroso pellizco de recuerdo, que si bien erró su enorme diana sonrosada si atino a hacerlo justo al lado, dejándole una pequeña marca azulada en su inmaculada montañita de alabastro como recordatorio de la paliza que tenia que darle en cuanto le pusiera las manos encima.

Lo que no podía saber ella mientras se despojaba de sus braguitas y se ponía su liviano camisoncito de tirantes era que para el mocoso eso no había sido el final… sino el inicio de todo lo que podía hacer esa noche si la suerte le acompañaba.

A pesar de dormir en la otra punta de la casa no dejaba de pensar en las posibilidades que tenia a su alcance.

El mas difícil de convencer seria el hermano pequeño, pues a los dos primos se les hacia la boca agua solo de pensarlo… y él ya se había preocupado de contarles las suficientes cosas como para estimular al máximo su interés.

Aunque no hacia falta demasiado para eso, ya que ambos estaban cansados de verla exhibir su cuerpo de diosa en las playas y pistas de baile… luciendo sus altivos pechos y su culito respingón como si disfrutara poniendo cardiaco al personal.

Y para el avispado chaval fue un juego de niños convencerles de que seria “divertido” hacerle una pequeña visita en su dormitorio y “vengarse” así de la diosa de hielo.

El novio no era ningún problema, pues el tipo estaba roncando desde hacia ya un buen rato, en parte por el cansancio de bailar tanto rato con la reina de la fiesta, y en parte por las copas siempre llenas y cargadas al máximo que el espabilado mocoso y sus primos se habían encargado de servirle una detrás de otra.

Dado que eran tres contra uno al final el hermanito se dejo convencer… aunque maldita la gracia que le hacia arriesgarse a una bronca de ella o de sus padres si los pillaban solo por ver algo que estaba aburrido de contemplar en casa casi todos los días.

Pues como quiera que su hermana mayor nunca había ocultado su cuerpo, y además le gustaba vestir con muy poquita ropa, el espectáculo de su cuerpo desnudo era algo que tenia tan visto como el jarrón de la salita o el cuadro del pasillo. Aun así el también cogió una linterna y les acompaño… pues quizás fuera divertido.

El recorrido sigiloso hasta su habitación fue tan largo como excitante, pues todo eran murmullos, tropezones y risitas… pero dado que la habitación de los padres estaba tan alejada como la suya las posibilidades de que les vieran u oyeran eran muy escasas.

Al final tanto “sacrificio” obtuvo su recompensa y cuando alcanzaron por fin el cuarto de la bella durmiente la encontraron en una posición inmejorable.

Esa noche hacia bastante calor, por lo que dormía sin sabanas, y al girarse de costado su reducido camisón se había subido tan arriba que sus larguísimas piernas morenas se veían casi por completo.

Por la ventana abierta entraba la claridad suficiente de la luna como para ver su cuerpo, pero los chicos al escuchar su lenta respiración decidieron que querían ver mas, mucho mas, por lo que encendieron con cuidado sus pequeñas linternas y se acercaron al máximo a la cama, para que los delgados haces de luz permitieran verlo todo con nitidez.

Aprovechando su postura lateral primero le subieron del todo el camisoncito, dejando sus nalgas al aire, iluminando luego desde detrás suya entre sus piernas para ver como destacaba entre los muslos su oscura mata de pelo… y la sonrosada rajita que trataba de ocultar.

Aunque desde su posición privilegiada eso no era posible… pues solo había que seguir el estrecho sendero que separaba sus pálidas colinas para encontrar la rosada abertura de entrada al tesoro prohibido.

Mientras el hermanito y los primos se divertían con eso el pícaro cabecilla se dirigió a la parte de delante y, ni corto ni perezoso, le bajo el tirante del camisón… dejando al aire lo que apenas había podido tocar esa tarde y siempre había deseado ver.

Capítulo II

En menos de lo que se tarda en decirlo deslizaba sus manos por el montículo divino, usando ambas manos para apretarlo con lujuria, absorto y maravillado de su dureza y de su generoso volumen. Pero si algo le volvía loco ese algo era el oscuro fresón que coronaba la cima, tan duro y tan grueso que era una autentica delicia pellizcarlo y retorcerlo entre sus dedos. No pudo contenerse y, arrodillándose frente a ella, se lo introdujo por completo en la boca… saboreando extasiado el manjar prohibido.

Los otros tres estaban tan absortos en la contemplación de su conchita que no repararon en los manejos de su compinche hasta que le vieron arrodillarse… alucinando ante su osadía y temeridad. Pero como descubrieron que la bella durmiente tenia un sueño tan pesado decidieron que era de estúpidos no aprovechar una oportunidad como esa, por lo que sin decir ni una palabra el hermano y uno de los primos se dirigieron raudos a ocupar el lugar del amigo. El otro primo decidió quedarse allí, pues ahora que había reunido el coraje suficiente se animo a hacer realidad su fantasía… y empezó a acariciar su culito respingón, sobándolo de un extremo al otro con tanta parsimonia como veneración.

Mientras los otros dos habían conseguido separar a su colega de su sabroso chupete, no sin cierta resistencia, y se apretujaban el uno junto al otro para repartirse el ansiado botín. Aunque ya sabemos que sus pechos son grandes, no lo son tanto como para acoger a cuatro manos ansiosas, así que el hermano y el primo tuvieron que repartirse como buenamente pudieron el pecho de arriba y el de abajo… intercambiándoselos cada dos por tres para acceder al mas fácil.

Cuando el pícaro chaval se volvió a situar atrás, junto al primo que seguía amasando sus nalgas extasiado, decidió no perder el tiempo disputándole el pandero. Y, sin cortarse un pelo, se dirigió directamente hacia el triángulo oscuro que asomaba entre las piernas entreabiertas de la inocente víctima. Al primo se le abrieron los ojos como platos al ver con cuanta desfachatez metía el otro sus dedos en un sitio tan intimo. No se conformaba solo con manosear su conchita con una mano, sino que utilizaba la otra para iluminar la zona, y ver mejor lo que revisaba.

Capítulo III

El otro primo, cansado ya de pelearse con el hermanito por la posesión del duro pezón que tanto parecía gustarle, le hizo señas al amigo para intercambiar los lugares… lo que este acepto de mil amores, pues su almejita estaba demasiado seca y era muy estrecha para poder meter los dedos dentro como había pensado, y el tacto de su mata de vello púbico no era tan interesante como lo que tenia en mente.

El primo pronto comprobó lo que el mocoso había descubierto… pero él, muchísimo mas experto y mas paciente, sabia muy bien lo que debía hacer. Así que usando solo las yemas de sus dedos empezó a deslizarlas arriba y abajo por la suavisima y sensible piel de la entrada, hurgando con paciencia a la espera de que sus toqueteos obraran por fin el ansiado milagro.

Además, las caricias que su hermano no había dejado de prodigar a sus prietas nalgas de seguro que ayudarían en la labor. Este, en sus deliciosas exploraciones, había hallado la entrada al orificio mas estrecho de todos, y ya llevaba un ratito jugando a comprobar cuanto mas podía meter la puntita de su dedo índice en tan angosto lugar.

Mientras el instigador ya se había situado junto al hermanito arrodillado. El cual, aferrado al pecho de su hermana mayor con ambas manos, chupeteaba su duro pezón con un ansia inusitada. Sus dedos temblorosos manoseaban de tal forma el divino pecho que casi parecía que estuviera tocando un instrumento musical. Así que no perdió el tiempo tratando de quitarle su juguete y, poniendo en practica lo que se le había ocurrido mientras hurgaba en su almejita, le pinzo con mucho cuidado la nariz. Lo justo para que no pudiera respirar pero que no le doliera.

Como ya suponía, la chica no se despertó por ello, sino que se limito a abrir su amplia boquita para respirar por ella, dejando así vía libre para que el tunante pudiera poner en marcha su plan. Fue tan sumamente rápido en quitarle los dedos de la nariz y en bajarse las bermudas que para cuando el hermano se fue a dar cuenta ya le estaba metiendo su dura verga en la boca entreabierta.

La chica, que ya volvía a respirar con normalidad por la nariz, debió de volver a su mas tierna infancia, pues empezó a succionar el largo miembro que ocupaba buena parte de su boca como si fuera un chupete. Haciendo las delicias de su dueño, que se limitaba a balancear suavemente las caderas adelante y atrás para que la mamada fuera perfecta.

Los primos, que se habían arrodillado detrás de la chica para estar mas cómodos, no se percataron de nada y, a diferencia del hermanito, siguieron con su grata labor. El que hurgaba en su culito estaba fascinado, pues con paciencia y perseverancia había conseguido introducir su dedo índice hasta la raíz en su culito, y ahora se divertía a base de moverlo a un lado y a otro para disfrutar de su deliciosa estrechez. Pero mucho mas feliz estaba el otro, que haciendo gala de la misma paciencia que su hermano había logrado que sus caricias convirtieran una estrecha hendidura seca en un húmedo pasillo que recorrían sus dedos a placer, deslizándose por el ahora encharcado túnel con tal facilidad que había logrado meter en su interior dos y hasta tres dedos cuando así lo había querido.

Mientras, por delante, el mocoso había tenido que sujetarse a los hombros del hermano mientras se corría, con una abundancia insospechada, en el interior de su boquita. Y, o bien la chica era muy glotona, o no era la primera vez que lo hacia, pues se trago todo el semen que mano de su inagotable fuente sin que se le escapara ni un solo hilillo fuera. La experiencia había sido tan increíble que el chico aun la tenia tiesa, por lo que si no llega a ser porque el hermanito insistía una y otra vez en querer ocupar su lugar, habría podido quedarse dentro hasta lograr una segunda descarga.

Pero su depravada mente pronto decidió que había formas mejores de hacerlo. Así que accedió a las demandas silenciosas del ansioso hermanito y le permitió ocupar su lugar, arrodillándose el donde había estado el otro para manosear de nuevo ese pecho increíble que tantos sueños húmedos le había provocado en el pasado.

El hermanito parecía haber perdido los papeles, pues en cuanto logro introducirla en la húmeda boca de la bella durmiente empezó a agitar sus caderas con una brusquedad que no podía sino traerles problemas… pero que para sus planes venia de maravilla. Solo tuvo que esperar a ver los síntomas evidentes de que el afortunado chico estaba a punto de correrse para retorcerle el sensible pezón a la hermana, con tanta saña como mala idea, logrando así sacarla de su inocente sueño.

La jovencita, medio dormida, aun no se había hecho cargo de la situación, ni de las mil sensaciones que la embargaban, cuando su hermanito empezó a correrse en su boca. Sin razonar la inocente debió asumir que debía ser un sueño húmedo o algo así, pues se lo trago todo con gula mientras el calor de lo que tenia dentro de su culito y lo que fuera que entraba y salía de su almejita le provocaban un dulce y fugaz orgasmo. Posiblemente fue tan fugaz porque termino de desvelarse y se dio cuenta de lo anómalo y fuera de lugar de su situación.

Capítulo IV

Los chicos no habían perdido el tiempo, y mientras la chica aun estaba algo atontolinada se habían apresurado a volverla boca arriba, tapándole completamente la cara con su propio camisón para que no los reconociera, mirándose preocupados unos a otros mientras trataban de decidir que era lo que podían hacer para salir del embrollo en que se habían metido.

El que tenia bien claro lo que tenia que hacer era el avispado mocoso, que ya se había situado entre sus muslos separados con sus bermudas bajadas hasta los tobillos. Los primos habían hecho un trabajo previo maravilloso, por lo que la entrada fue como la seda, metiendo su larga verga hasta los testículos en el primer empujón.

Los otros tres podían sujetar a la fierecilla a duras penas, pero eso a él le traía sin cuidado, pues sus empujes eran cada vez mas fuertes y continuos, y sabia que mientras la tuviera sujeta por los muslos se encontraba a salvo de sus patadas… además que su agitación le venia de perlas al espabilado, pues sus movimientos agitados hacían que la penetración fuera la leche.

No se sabe si lo que calmo a la chica fue el agotamiento… o el fuertisimo e inusitado orgasmo que tuvo cuando el chico eyaculo en su interior.

Lo que si es seguro que eso les vino de perlas, pues les permitió ponerla de cuatro patas en la cama, con la cabeza clavada en la almohada y el camisón envuelto en su cara para que no pudiera verles.

Esta vez, cuando el primo ocupo el lugar del chico, y empezó a penetrarla fogosamente desde atrás, casi no tuvieron ni que sujetarla en su lugar, limitándose la victima a gemir calladamente (no se sabe si de queja o de placer) mientras el chico la poseía de un modo salvaje. Si para todos fue una sorpresa ver como empezaba a mover las caderas al compás con cierta timidez, aun lo fue mas cuando la oyeron rugir de gozo en mitad de un tremendo orgasmo múltiple.

Este fue tan violento que provoco el orgasmo incontrolado del chico, el cual aunque había pensado eyacular fuera no pudo evitar que su verga explotara como un autentico géiser en las profundidades de su conchita.

Lo cierto en que en ese momento nadie le dio la mas mínima importancia a eso, pues mientras el hermanito y el amigo amasaban los maravillosos pechos que bamboleaban alocados al compás de su respiración agitada, el otro primo se apresuraba a despojarse de sus pantalones para poder hacer realidad su mas oscura fantasía.

La chica, todavía bajo los efectos del inusitado orgasmo, solo pudo jadear mientras se le escapaba una pequeña queja al sentir como un durísimo chisme se introducía por su culito virginal. Hasta la fecha ella solo había aceptado algún que otro dedito de su novio y solo cuando estaba muy, pero que muy excitada.

Por lo que fue la primera sorprendida al ver con cuanta facilidad se deslizaba por su angosto agujerito la verga invasora.

El primo, ebrio de gozo, en cuanto logro que sus testículos acariciaran la suave piel de sus nalgas empezó a menear las caderas con un ritmo frenético… sin poderse creer que POR FIN estuviera sodomizando a una chica… y que además esa chica fuera su prima.

La cual, cuando sintió que una mano (que ella no podía saber que pertenecía a su otro primo) se adueñaba de la supersensible pepita de su clítoris, masajeandola hábilmente, volvió a experimentar un fuertisimo orgasmo… al que posiblemente ayudo la crueldad con que su hermanito y su amigo estaban torturando sus sufridos pezones, pellizcando y retorciendo sus gruesos fresones con lujuria desbocada al oírla rugir de placer.

Este ultimo orgasmo fue tan largo que, para cuando acabo, también había acabado su primo, el cual había dejado el interior de su culito bien llenito de semen, dándole un par de buenas palmadas justo en el momento en que eyaculaba y aferrándose luego a sus generosas caderas para no caerse encima suya por la flojera que le entro después.

Pero muchísimo mas agotada estaba la pobrecilla, que para cuando consiguió recuperar el aliento ya llevaba un buen rato sola en la cama… dado que sus asaltantes había huido, con tanta prisa como sigilo, sin tenerlas todas consigo.

La chica, tras bajarse a duras penas el camisón, metió su manita entre las temblorosas piernas, notando como resbalaban entre sus dedos los últimos grumos de semen que no había conseguido retener su estrecho túnel… y la dejo allí, quedándose dormida casi en el acto… con una enigmática sonrisa de felicidad en su hermoso rostro.

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