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Calenturas con mi suegra II

Los sábados mi mujer salía muy temprano y me quedaba solo, a eso de las nueve y media, llegaba Amanda y luego de tomar un té, realizaba sus labores hasta más o menos las 2 de la tarde, luego de un par de semanas la comencé a mirar con ojos más críticos para analizarla, primero le miré el culo que es lo que más me importa, se veía de lo más normal no muy pronunciado pero redondo y paradito cuando se agachaba se le veía muy bien, pensé en mi suegra con su tremendo poto y me puse caliente

Dieta de semen

Yo estaba un poco flipado por todo el tema pero el caso es que Bárbara me lo conto con absoluta naturalidad y buen rollo, también me dijo que pasaría conmigo (si yo lo creía conveniente) todo mi tiempo libre mientras que estuviera en Málaga, que no me tenía que preocupar de nada y que sería mi puta y que podría hacer con ella lo que quisiera, a pesar de su edad Bárbara era (es) una hembra apetecible y muy lasciva así que la oferta me pareció interesante.

Una extraña I

Mi lengua jugueteaba sobre todo el hermoso aparatito de mi extraña compañera. Acabó de una forma feroz, casi animal. Sus jadeos y suspiros eran como de otro mundo, su voz se había puesto ronca, me decía que no parase, que siguiera chupándole el pitilín, (Así ella lo denominaba) Sus manos se enredaban en mis cabellos haciendo mis movimientos sobre su concha aún más frenéticos.

Ella en el trabajo lo excitaba contándole todo lo que hacía con su marido

Subiendo y bajando, subiendo y bajando. No lo podía creer, pero ella me estaba haciendo una lenta pero impresionante paja. Era bestial, me sentía como extasiado, como si me hubiera metido una dosis de L.S.D., solo notaba su mano como acariciaba mi polla, que la tenía dura como el acero. Estoy seguro que si un gato me la hubiese arañado en ese momento, no me hubiera enterado de nada, estaba a punto de estallarme. Me dije para mí mismo, que aquella era la ocasión para ver realizado mi sueño. Así que no me corte un pelo.

Verónica la tetona: ella era su obsesión

Yo tampoco era virgen, ya que me había cogido a mi sirvienta como tres veces antes de que la corrieran (esa es otra historia que luego contare). Total que yo me la estaba dedeando en la cama mientras nos besábamos apasionadamente y nos lamíamos el cuello, ella el pecho y yo sus tetas.

Mi preñadita

Sin decirle nada me levante y me puse tras ella, dándole un masaje en la cien con la yema de los dedos, echo su cabeza hacia atrás mientras se relajaba con mi masaje, este movimiento y el botón de arriba del pijama desabrochado me permitieron ver parte de sus tetas hinchadas por la preñez, algo que me puso a cien por hora, me contuve, hay que saber darle el momento y el lugar a cada cosa.