relatos eróticos par

12 relatos

Mi compañera

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Era un día normal en el colegio, yo tenía 17 años y me llevaba mas o menos bien con casi todo el curso, excepto con un par de personas y en ese par de personas estaba una chica que se llamaba Claudia.

Mi mochila y los negros

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De inmediato mi verga se paro, volví a ver hacia donde había entrado y decidí regresar para ponerle llave. Lo que no calcule en ese momento fue que la cerradura haría un leve chasquido que de inmediato alerto a los dos hombres.

Nuestros cuerpos desnudos se mojaban bajo la ducha

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Cuando pase de regreso de la cocina a mi cuarto, Eric se había quitado la camisa dejando a la vista un pecho precioso con unas tetillas paraditas y unos cuantos vellos alrededor de estas. Había puesto su camisa sobre el sofá. Estuve tentado a tirarme encima de el, pero me contuve, no estaba seguro que el sintiera lo mismo por mi.

Otra noche de sábado

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Innecesariamente, por que sabía con total seguridad quién estaba al otro lado, miré por la mirilla, y efectivamente, allí estaban mi adorable vecinita y su amiga con sendos saltos de cama y cara de niñas malas, era estúpido simular que no había nadie en casa por que sabia positivamente que Sara me había visto espiar sus actividades lésbicas, así que me arme de valor y abrí la puerta.

Confesando mi intimidad

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Cuando digo mentalmente me refiero a que en algunas ocasiones me he masturbado imaginando que me encuentro en plena acción con un hombre, llegando a excitarme más cuando actúo de manera pasiva y sumisa, no es usual que lo haga, pero he llegado al punto en oportunidades de introducirme objetos por mi ano para hacer un poco más real la fantasía de turno.

Ay mami I

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Para ese entonces yo contaba con doce años, no era inexperto en las arte amatorias por ciertas experiencias que luego les cuento, pero me encontraba en una edad en la que la presión de evacuar mi necesidad sexual se siente en el abdomen, como un cosquilleo y desesperación tremenda.

Yolanda, mi tía sensual

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Entonces, ella quiso tomarme del pene y colocárselo, le cogí las manos y le dije que lo debíamos hacer sin ayuda de las manos, lo cierto es que yo quería hacerla sufrir un poquito antes de entrar en su cuevita, lo que finalmente se pudo luego de un par de minutos de intentos.