Relatos eróticos de Estados Unidos

18 relatos

Mi mochila y el cine triple XXX

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Estaba alli parado en aquel cine viejo que hacia algun tiempo habia sido el centro social de muchos capitalinos, pero que desde hacía un lustro era el centro de encuentro de todos los deseos sexuales de los hombres gay -declarados o no- de toda la ciudad.

Mi mochila, Arjona y el alumno

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El estaba de rodillas a un lado mío mientras yo permanecía acostado en el sillón. Sentí como su toalla caía al piso mientras se movía hacia mi, se puso encima de mi y me abrió la toalla. La sensación de tenerlo encima me puso a mil.

Mi mochila y la biblioteca

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Llegamos hasta el lugar, con una breve pero inquisitiva mirada me di cuenta que éramos los únicos en aquella sección del cuarto piso de la biblioteca. Y teníamos dos horas antes que la cerraran.

Mi mochila en Paris

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Mi pene a estas alturas estaba parado con sus 18 cms bien hinchados nuevamente, y sentía como pegaba contra mis piernas mientras me movía rítmicamente para succionar aquella maravillosa verga que tenia dentro de mi boca.

Mi mochila y el bar

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Hacia solo un par de horas mi vida había sido estremecida por un terremoto sentimental, y ahora vagaba por las calles empinadas de aquella metrópoli californiana donde vivía. Llevaba al hombro mi mochila negra.

Mi mochila y los negros

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De inmediato mi verga se paro, volví a ver hacia donde había entrado y decidí regresar para ponerle llave. Lo que no calcule en ese momento fue que la cerradura haría un leve chasquido que de inmediato alerto a los dos hombres.

Mi mochila, mi novia y el marinero

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Tan pronto como mi novia desapareció en la lancha que la llevaba hasta el barco, me acerque a Julio. Sabia que existía la posibilidad que me estuviera equivocando, pero a juzgar por su mirada al ver que Karla se marchaba la esperanza de tener algún ligue con el, creció (así como mi pene que casi se salía de la tanga azul que yo llevaba puesta).

Mi mochila y la geopolítica

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Su manera de hablar era pausada pero siempre con un dejo de humor y una sensualidad que hacia que yo contestara a sus preguntas pero que mi mente no procesaba realmente, pues lo único que quería era besarlo y cogerlo.

Mi mochila y yo

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Me levante y camine con el mientras notaba que sus nalgas estaban redondas y duras. Llegamos hasta la mesa y el orgulloso abrió la libreta. Mi expresión, seguramente fue de sorpresa al ver que lo que Frank había dibujado era unos desnudos varoniles en posiciones insinuantes.