Nunca pensé que una visita al gym de rutina se convirtiera en una fantasía sexual hecha realidad, con un chaval de 24 años aproximadamente, guapo, delgado y con una polla enorme.
Yo desde siempre había sentido mi homosexualidad pero de forma reprimida, sólo un año antes un hombre mayor me había abordado en la calle y me había hecho sexo oral en la azotea de un edificio de departamentos, algo que más que satisfacción me había traído culpa.
En aquél entonces fui a tomar clases de aerobics a un gym que estaba cerca de mi casa; se me ocurrió esa idea después de que mi cuerpo comenzaba a perder su forma, es decir, no era una chava con un supercuerpazo, al menos no como el que tengo ahora, pues antes mis medidas eran 85 – 70 – 112, y actualmente tengo 90 – 60 – 95, así que se podrán imaginar la lujuria y el deseo que provoca mi cuerpo hoy día.
No, mi niña, esto te prometo que no lo vas a olvidar en tu puta vida dijo el gigante y la sujetó de los muslos para separárselos aún más pese a que ya las chicas la tenían sujeta de los pies, apoyada sobre el cuello, de forma que María sintió que iban a partirla en dos.
Con sólo su capullo dentro me era suficiente para tener un orgasmo impresionante mis jugos fluían fuera de mí, podía sentir mis líquidos bajando sobre mi ano, a medida de que José iba introduciendo más y más de su hermosa verga iba yo iba teniendo orgasmo tras orgasmo, no quería detenerlo, pues su tranca se ensanchaba más y más según llegará a la base y apretaba mis adentros, por primera vez sentía mi vagina bien llena y poseída.
Yo no aguanté mas y le arranqué el polito y me di cuenta que no tenía brazier, empecé a lamerle los pezones, de pronto me jaló hasta su cuarto y me empujó hacia la cama. Se terminó de sacar la minifalda y me hizo sacarle la truza con los dientes.
El me agarró el pene y bajo su dirección, empujé hacia arriba y con alguna dificultad, poco a poco lo fui penetrando por el culo. El orificio de su ano estaba tan caliente y apretado, que casi me vengo con sólo sentirme adentro, pero logré controlarme. Nos quedamos quietos un momento y luego empezamos un movimiento de ir y venir, de sube y baja, de mete y saca, en tanto él se masturbaba con su propia mano.