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Castidad a la suerte

No será capaz de esto, pensó… ¿Por qué a mi?

Y sonó un portazo dejando un silencio sepulcral en la habitación.

Todo empezó un 10 de Enero en un bar de Madrid.

A Cristina la habían despedido de su trabajo una semana antes pero hasta hoy no se había puesto a buscar trabajo, fueron unas merecidas vacaciones.

Era una fría mañana y ella estaba sentada en un café bar con un humeante chocolate, se oía una de las canciones de nuevo CD de Sabina de fondo, y le estaba echando un vistazo a la sección de trabajos de un periódico local .

No encontraba nada de su rama, ella era administrativo, y su empresa cerro por quiebra. Estaba necesitada de dinero aunque tenia unos ahorrillos en el banco para pasar los meses que quedaban hasta el verano.

Actualmente vivía sola ya que se traslado de un pequeño pueblo de Toledo y lo había dejado con su novio hacía unos cuatro meses, menudo idiota, no era capaz de dejarla satisfecha en la cama y encima le engañaba con una amiga.

Justo acabando la canción de sabina y en medio de la publicidad, leyó un escueto anuncio pidiendo recepcionistas de hotel de lujo. No era lo suyo, pero penso que no estaría mal. Llamo por teléfono desde su móvil y concertó una entrevista para el dia siguiente a las 10:00 de la mañana.

Ese día estaba en la dirección acordada a la hora acordada, era una nave en el polígono de Villaverde, era una mala zona para por la noche, pero por el dia estaba bastante transitada ya que cerca habia un taller de Ford.

Le abrio la puerta una chica muy guapa que le pregunto su nombre y la hizo pasar a una habitación con un sillon de dos plazas y una mesa.

A la media hora mas o menos se presento un hombre de unos 30 años, delgado, atractivo y con una voz muy poderosa.

Buenas tardes, me llamo Javier. – dijo aquel hombre.

Hola yo soy Cristina – respondio ella.

Cristina era una chica alta, delgada, muy sociable, pero desgraciadamente poco atractiva físicamente, no era fea, pero tampoco demasiado guapa.

Mantuvieron una larga entrevista de unas dos horas, él le pregunto cosas que a Cristina le resultaron un poco extrañas, pero las asocio al trabajo de recepcionista, preguntas del tipo de :

Vives sola.

Tienes novio/a.

Tienes algo pensado en un futuro próximo.

Tallas de vestir

Gusto de colores en la ropa

Etc…

Ella respondio a las preguntas, pero cada nueva pregunta que le formulaba, mas intranquila se encontraba alli.

Por supuesto ella respondio que vivia sola, que no tenia ninguna atadura (novio/a), y asi respuesta a respuesta, fue entrando mas y mas en la boca el lobo, sin ella quererlo.

Javier después de formular esas preguntas le empezó a decir que ese tipo de hoteles eran de una cadena alemana especializada en hoteles de lujo por todo el mundo.

Su sueldo seria de 30.000 €/año (Cinco millones de pesetas/año), vacaciones pagadas de un mes de duración en cualquier hotel de la cadena, y una habitación en el mismo hotel para vivir.

La verdad es que las condiciones eran inmejorables, salvo un pequeño detalle, debía dejar su casa en alquiler y mudarse al hotel que estaba en un pequeño pueblo de la sierra de Madrid, cosa que no incomodó demasiado a Cristina, ya que de hecho seria un gasto menos.

Javier le pregunto que cuando podria empezar y ella contesto que cuando quisiera él, quedaron el viernes siguiente a las 16:00 en ese mismo lugar para enseñarle el hotel.

Ese fue, sin saberlo, el momento en que cambio su vida.

Durante esa semana fue cerrando cabos, devolvió el piso donde vivia, llamó a sus padres para darles la noticia, y que se verian en verano,

Aparecio el viernes muy puntual a las 16:00 en punto en la nave con las maletas, llamó, salió la chica tan guapa y le hizo esperar en el mismo cuarto de aquella mañana.

Llego Javier con el contrato, y ella echándole un vistazo por encima, firmo.

Pasados diez segundos, entraron dos chicas que no conocia, y la condujeron a una habitación de la otra parte de la nave, le engañaron diciendo que le iban a tomas las medidas para el uniforme.

Pasados 30 minutos, aparecieron con un uniforme bastante especial. Cerraron la puerta por dentro con dos llaves, así es que ya no podía salir.

El traje era un catsuit de látex negro, le dijeron que se desnudara, ella se empezó a poner nerviosa, pero obedeció.

Una vez desnuda, exigió hablar con Javier, y la respuesta que encontró fue un bofetón que la tiro al suelo.

Sin saber que estaba pasando, empezaron a untarle polvos de talco por todo el cuerpo. Una vez acabado esto, empezó con ayuda de ellas a enfundarse el traje.

Una vez puesto le quedaba perfecto.

Tenia una cremallera en la parte de atrás, la cual cerraron perfectamente con un candado pequeño a la altura del cuello.

El traje tenia por la parte de delante unas tapas para los pezones, las cuales ahora se encontraban cerradas.

Le pusieron una capucha de látex también negra la cual cerraron también por detrás con otro candado, unido al del traje. Ahora era imposible salir de ese traje.

No sabia muy bien que estaba pasando, y no le gustaba nada.

Tras la capucha le calzaron unas botas con 12 cm de tacón, demasiado alto para andar, ni siquiera para estar algo cómoda.

La capucha tenia aperturas en la boca y en los ojos, por lo que aun veía que le estaban haciendo.

En las manos le pusieron como unos guantes de boxeo cerrados para que no tuviese movilidad en los dedos, también cerrados con unos candados, uno para cada muñeca.

A continuación se las esposaron a la espalda, haciendo que tuviera que sacar los pechos y echar los hombros para atrás..

Para ella era una situación extraña, hace tres días le habían prometido el trabajo perfecto, y ahora se encuentra vestida de fetiche de látex , completamente indefensa, y con un futuro bastante incierto.

Lo siguiente fue un collar postural el cual le obligaba a tener el cuello muy estirado y a su vez le restringía cualquier movimiento de la cabeza.

Dicho collar se cerro con otro candado, dejando, si cabía, mas limitada la libertad de Cristina y haciendo cada vez mas patente su sumisión y esclavitud.

Ya casi estaba lista, solo faltaba unir el collar a la cadena que colgaba del techo, y unos buenos vibradores para su ano y su vagina.

Le abrieron la cremallera de traje, y le introdujeron dichos vibradores, no sin antes lubrificarlos un poco con vaselina. Los pusieron en funcionamiento a nivel medio.

También le pusieron una mordaza un poco especial. Le introdujeron un trozo de goma en la boca demasiado pequeño para ser una mordaza, se la abrocharon detrás de la cabeza, y le dejaron una goma larga colgando de la parte delantera.

Ella no sabia lo que era, hasta que una de las chicas empezó a inflar ese invento diabólico. Se inflaba, más y mas haciendo insoportable el dolor de la boca, e impidiendo que pudiera articular palabra alguna.

Ya estaba el trabajo terminado. Allí estaba ella privada de movimiento, con dos vibradores insertados, y sin posibilidad de quejarse.

Las dos chicas se fueron y la dejaron allí en aquella habitación sola, durante un largo periodo de tiempo.

Javier entro por la puerta de la habitación, junto con una mujer a la que Cristina no había visto antes.

Se pusieron a hablar de ella comentando que había sido la candidata perfecta, que no tenia novio, que vivía sola y que había firmado el contrato sin siquiera leerlo.

Que su nombre era Cristina, pero que a partir de ahora iba a denominarse esclava.

La mujer dio un par de vueltas a la esclava, fijándose en todos y cada uno de las curvas del traje. Le corrio la cremallera de los consoladores y los subió de intensidad.

No contenta con eso, le abrió las tapas de los pezones, y le coloco unas pinzas.

La esclava no sabia que era eso hasta que sintió el mordisco de la primera en su pezón derecho, intento gritar y, claro, no pudo. Perdió el equilibrio y por poco se cae, si no hubiera sido por la cadena del techo, lo habria hecho. Sintió el mismo dolor en el otro pezón. La mujer coloco unos pesos de plomo en las pinzas, haciendo que estas cumplieran su cometido de forma perfecta.

La esclava no podía saber que le dolía más, si las botas, la mordaza, los pezones, o no saber su futuro.

Javier, a partir de ahora amo, le leyó el contrato que había firmado dos o tres horas antes y la esclava no lograba entender porque no lo había leído ella antes, y así haberse ahorrado este momento.

El contrato decía algo así como:

El presente contrato es indefinido con posibilidad de anulación siempre y cuando se reciba carta firmada con la renuncia por una de las partes.

En todo momento será obligatorio el uso de la imagen corporativa de la empresa.

Cambio de residencia por tiempo indefinido a las dependencias del hotel de forma obligatoria.

La ropa de trabajo será pagada 100% por el trabajador/a

La factura de la ropa ascendía a 30.000 €/año.

Etc, etc …

La esclava no quería escuchar más ya que cada cosa que leía Javier, mas difícil le planteaba el futuro a ella.

El AMO le comento a la esclava que en breve seria trasladada al hotel, pero que antes debía someterse a un curso de adiestramiento en esa nave, a escasos 30 minutos de su ex-casa.

Le puso una correa en el collar, y la desengancho de la cadena del techo.

La obligo a caminar, salieron de la habitación, y empezaron un largo camino hasta el ascensor.

Allí lo cogieron y bajaron hasta la –2. Salieron del ascensor y a la esclava se le congelo la sangre.

Llegaron a una habitación con decoración BDSM como en las películas porno, el amo empezó a explicarle que esa seria su “casa” hasta que él viera que estaba preparada.

La habitación era oscura, había una celda (sus aposentos) de unos 6 metros cuadrados donde sólo había una cama con barrotes por todas partes, cuando metieran a la esclava dentro, bajarían un sistema de barrotes que convertían a esa cama en una jaula.

El AMO puso a la esclava en el centro de la habitación y empezó con el adiestramiento. Le quito los consoladores tanto del ano como de la vagina, y puso a su esclava en su primera prueba.

Consistía en palo que salía del suelo con un pene en su parte superior. Puso a la esclava debajo del artilugio y empezó a hacer subir el pene, hasta que llego al ano de la esclava.

Hizo abrir las nalgas e introdujo el pene hasta el fondo de su ano, tanto que la esclava debió ponerse de puntillas sobre aquellos zapatos con los tacones descomunales.

Las manos seguían atadas a la espalda, así es que no tenia donde agarrarse, la única sujeción que tenia, era aquel pene.

No contento con eso, el amo le aplicó mayor peso en los pezones e infló un poco más la mordaza. La dejo allí en esas condiciones y se fue de la habitación.

Pasado una hora mas o menos, entro aquella mujer y se puso a jugar con la esclava. Le tiro de las pinzas de los pezones, le subió un poco mas el pene y le inflo si cabía, un poco mas la mordaza.

Le introdujo un dedo en la vagina, y a continuación le introdujo el consolador.

Pasados diez minutos, entro el amo el cual bajo el artilugio del pene y sujetó a la esclava, ya que si no es por él, se hubiera caído por falta de fuerzas en las piernas.

Le sentó en una silla, y le quito la mordaza, no sin antes decirle que no hablara, que no dijera nada o se arrepentiría.

Le dió agua para beber y le volvió a poner la mordaza, esta vez una bola roja la cual también cerraría por la parte de detrás de la cabeza.

La esclava no podía saber cuantos orgasmos habría tenido desde que empezó todo, pero estaba segura que por lo menos cinco.

Ahora venia la parte mas difícil ya que la duración del suplicio dependía directamente de la esclava.

El amo apareció con un aparato metálico el cual se lo presento como un cinturón de castidad, le explico que era un modelo único y que dependía de ella el tiempo que lo iba a llevar puesto.

Le dijo que tenia un circuito electrónico el cual cerraba el sistema y no había forma posible de abrirlo, se media en minutos y variaba de 60 minutos a 525.600 (1 año).

La esclava se puso nerviosa, no quiso ni pensar en llevar puesto eso durante un año.

El le pidió máxima atención, le quito las botas, el catsuit de látex, y la capucha, y le puso una mordaza de aro, la cual permitía que le chupara la polla, pero sin peligro de que mordiera, le puso un arnés en la cabeza que incluía una venda para los ojos.

Le ato las manos a la espalda, y engancho las esposas de las muñecas a una cadena que caía del techo.

Estiro la cadena haciendo que las muñecas subieran y la esclava tuviera que arquear su cuerpo hacia delante para no partirse los hombros.

Le puso las pesas en los pezones con mas peso que antes y la abrió las piernas para tener accesible la vagina y el ano. Tenia el cuerpo con un ángulo de 45º, especial para trabajar con el.

En estos orificios introdujo unos huevos que estaban fríos al contacto con la piel, la esclava no podía ver nada así es que todo o lo sentía o se lo imaginaba, pero eso frio no podía imaginarse que era.

Una vez introducidos, casi no se sentían, así es que no puso demasiado nerviosa a la esclava.

Sólo entendió que es lo que era, cuando sintió un pequeño cosquilleo en sus zonas mas sensibles, ese cosquilleo se incrementaba hasta producir un calambrazo, era un sistema que dependiendo de un temporizador aleatorio, realizaba unas descargas eléctricas de distinto nivel cada vez.

La esclava no podía concentrarse en nada, sólo en el dolor que sentía y en esperar la siguiente descarga.

En ese preciso momento se puso a hablar el amo, para contarle como iban a decidir el tiempo que iba a llevar puesto el cinturón de castidad.

Ella intentó soltarse de sus ataduras ya que, por supuesto, no estaba de acuerdo con lo del cinturón de castidad.

No consiguió nada en claro, sólo unos azotes en las nalgas que no hicieron mucho daño, pero cumplieron a la perfección con su cometido.

El amo empezó a decirle a su esclava que el tiempo de castidad venia dado por una sencilla regla matemática.

Ella debía, en la posición que estaba, chuparle el coño a su ama mientras él le sodomizaba a ella.

Luego cambiarían las posiciones y debería chuparle a él la polla mientras su ama la sodomizaba con un consolador doble.

Cuando los dos hubieran tenido sendos orgasmos cada uno, se multiplicarían esos segundos por 10 y se pasarían a horas, es decir si tardaba 120 segundos (2 minutos), debería llevar el cinturón de castidad durante 1.200 horas (50 días), si tardara cinco minutos, serian 3.000 horas, es decir unos 125 días.

Era bastante sencilla la regla matemática, pero conseguirlo en el menor tiempo posible era muy complicado, entre otras cosas, por la postura, el cansancio acumulado, y la cantidad de orgasmos que había tenido y que le habían dejado exhausta.

El amo le dio media hora para prepararse, claro esta estando en esa incomoda posición, poniéndole un poco más de peso en los pezones, y subiendo la intensidad de las descargas.

A la media hora llegaba la hora del examen y la posibilidad de estar durante un año con un maldito cinturón de castidad, la esclava no se lo podía creer, pero era completamente cierto y real.

La ama se empezó a poner el doble consolador, el cual usaría para sodomizarla, y el amo se ponía en posición para que le chuparan la polla.

El tiempo empieza y los segundos empiezan a contar, Ya!!: uno, dos, tres, cuatro,…

La esclava empieza a succionar la polla de su amo con desesperación y haciéndolo bastante mal, mientras su ama le introducía, no sin antes lubrificarla un poco, la polla del doble consolador.

Cada movimiento repercutía en las pinzas de los pezones generando un movimiento circular y haciendo su dolorosa función.

La esclava veía que el tiempo pasaba y que aquello no iba nada bien.

Se tranquilizo un poco ya que veía que lo estaba haciendo muy mal y empezó poco a poco a succionar cada vez con mas maestría.

Pasaron unos 60 o 70 segundos cuando el amo se corrió en la boca de su esclava.

Paré el reloj y le felicito por que solo había consumido 95 segundos (40 días).

La ama se quito el doble consolador y se coloco en posición de que su esclava le chupara el coño, y el amo se puso detrás para sodomizarla.

Empieza el tiempo!!! esto es bastante mas difícil ya que debe adoptar una postura muy incomoda (más si cabe) para llevar bien al clítoris de su ama, mientras su amo le esta sodomizando haciendo que las pesas de los pezones bailen sin control.

Pone bastante mas atención en el clítoris de su ama que en sus pezones, así es que acaba pronto, sólo 7 minutos, es decir 420 segundos (175 días).

Para la esclava era todo un récord, ya que había calculado un año de castidad, pero 175 días no es poco tiempo.

Antes de ponerle por todo ese tiempo el cinturón, le tenían reservado una prueba más, y luego ya podría descansar todo lo que quisiera, eso si, penetración vaginal durante seis meses.

Le desataron y le dejaron sólo la mordaza. Ella estaba cansada y todavía un poco aterrorizada por la situación, no la entendía bien, pero había aprendido a obedecer.

Le introdujeron unas bolas en la vagina y otras en el ano, cerraron ambas cavidades con unas bragas de látex muy pegadas al cuerpo.

A continuación la pusieron las manos esposadas detrás del cuerpo, una capucha de látex, y unos zapatos de tacón de 12 cms de altura.

Una especie de bandeja de desayuno con un sistema diabólico.

Era una correa que le pasaba la cintura, y unos tirantes de sujeción que iban mediante pinzas de presión variable a los pezones. Así según pusieran peso en la bandeja, mas presión y fuerza se hacían en los pezones.

Los amos se pusieron uno a cada lado de la habitación, y le hicieron ir de una parte de la habitación a otra con cada vez mas peso en la bandeja, en el primer viaje un vaso de agua del amo a la ama, ella se lo bebió y le puso otro vaso de agua y un bote de frutos secos, el se bebió el agua pero le puso una lata de refresco y añadió un cenicero de cristal.

Todo esto, las bolas de los dos agujeros cumplían perfectamente su función y hacían que la esclava se retorciera de placer y a su vez de dolor por la bandeja.

Así estuvieron como media hora, hasta que se cansaron, y procedieron al ensamblaje del cinturón de castidad para la esclava.

Esta estaba deseando tener un orgasmo ya que con este “juego” no había podido tener ninguno, y estaba muy caliente.

No fue así, y sin más dilación procedieron a su colocación.

La esclava no quería que le pusieran el cinturón, así es que tuvieron que hacer uso de unos azotes en el culo para que no se quejara demasiado y obedeciera.

Le quitaron toda la ropa menos la mordaza y le pusieron unas pesas en los pezones (esta vez para evitar que hiciera muchos movimientos bruscos mientras le ponían el cinturón, y así hacerlo de manera mas fácil), empezaron a subir el cinturón ante la cara de terror de la esclava.

Finalmente consiguieron que le quedara perfecto, y ahora solo quedaba comprobar que en realidad no podía tener acceso a su vagina ni clítoris, y cerrarlo de forma electrónica y segura durante 4200 horas.

Dos minutos mas tarde eso estaba cerrado electrónicamente y con las esperanzas de a esclava por los suelos, se puso a llorar debido a la impotencia, mezclada con el cansancio y con las ganas de un orgasmo.

A continuación la llevaron a la cama-jaula, la desataron, le quitaron todo menos la mordaza y la dejaron allí llorando y frustrada.

Las manos las tenia libres y estuvo intentando quitarse ese aparato durante mas de media hora sin conseguir nada productivo., no dejo de llorar hasta que se durmió.

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