Ni el sol ni la luna, ni las noches frías de invierno podrán empujarme hasta aquí de nuevo, pues mi destino está lejos de estos parajes.
Pero Sonia permanecía con los ojos cerrados y frotando su raja, apretando los dientes mientras el caluroso roce de la ropa interior la encendía más y más hasta llegar irremediablemente a un delicioso orgasmo, que apagó entre pequeños gemidos. Según recuperaba la respiración contenida, jadeando silenciosamente, abría los ojos, sin apenas darse cuenta de que aquel miembro de goma le miraba directamente a la cara situado en el valle que formaban sus tetas.
Miguel llevó su mano al coño de Nuria, le masajeo despacio, muy despacio el clítoris, despacio, notando como poco a poco se ponía más y más húmedo. Iba ya a meterle un dedo cuando ella se despegó de él y le tumbó en la cama.
Era 23 de diciembre cuando fui a su casa para darle la noticia, salía de viaje al día siguiente; se puso triste, pero enseguida cambio de actitud, me dijo que la esperara a que se arreglara para que saliéramos aprovechando el ultimo día que iba a estar en la ciudad.
Ese día en la playa yo estaba extasiada y muy excitada; nos vestimos rápidamente y él me invito a salir esa noche. Llego a recogerme a mi casa a eso de las 8pm, no sé si era la atracción física o era que él irradiaba un aire sexual pero al solo verlo se me humedeció la entrepierna.
Se nos unió en la charla, la pasamos bien hasta que llegó el momento de irnos a dormir, por costumbre me baño antes de ir a dormir, pero como no sabía cómo emplear el nuevo baño llamé a Diego pero Luisa me escuchó y fue quien me atendió, apareció portando una bata rosada delgada sus pezones se sobresaltaban, una abertura a la altura del abdomen mostraba un abdomen trabajado, plano y firme, al parecer le gustaba mantenerse.
Nos dimos un beso sensual entre las tres y me propusieron afeitarme mi cosita, yo encantada acepte; me dijeron que habían olvidado el agua, por lo que tuvimos que regresar a su habitación.
Yo no razonaba, movía mi miembro sin ninguna compasión entre su ano, al tiempo que mi dedo anular empezó a acariciar su clítoris, primero circular y despacio y después directo y fuertemente, lo que la hizo dejar de quejarse y empezar a respirar verdaderamente agitada y excitada.
Una rubia de ojos claros y mirada penetrante, le comía el rabo a un negro mientras este le acariciaba los pezones. Por un momento me quede parado por mi sorpresa, pero después reaccione y pensando que no vendría nadie debido a la lluvia, podría cerrar la puerta con llave para que nadie pudiera sorprenderme, así que lo hice, cerré con llave y cogí una silla, me baje los pantalones, me senté y acogiéndomela a dos manos empecé a chascármela como si nunca hubiera sentido el placer del sexo.