Tus labios sobre los míos, mi lengua en tu boca, tu mano en mi pelo, para bajar por mi hombro y apretar mis pechos. Tus dedos provocando mis pezones hacen que te abra las piernas sin siquiera pensarlo, sin importar que estemos donde estemos, sin importar que el taxista estuviera allí conduciendo mie
Una pequeña historia dedicada a la archivera que me hace la vida imposible.
Hasta lo que está ocurriendo desde hace unos minutos. Despertar y encontrarme tendido en el sofá, esos dos desconocidos – los paramédicos – rodeándome y diciéndome que me quedara tranquilo, que ya me encontraba bien y por el otro lado, tras el espaldar del sofá, tu rostro entre preocupado y al mismo tiempo contento, supongo que por darte cuenta que ya me reponía.