Alicia, sin soltar su pene, le susurró algo al oído y el reaccionó poco a poco y comenzó a acariciarla mientras tenían sus mejillas juntas. Yo no paraba de mirarles pero ellos a mi me ignoraban. Poco apoco comenzaron a animarse mas hasta el punto en el que Alicia acercó sus labios a los de Alberto y ya acariciándose sin ningún reparo comenzaron a besarse apasionadamente.
Fui a la nevera y cogí unos fresones que guardaba para la noche y empecé a mojarlos en mi leche y ha comérmelos sensualmente, sus dedos entraban y salían de su coño ha una velocidad increíble cuando de pronto se detuvieron y su cuerpo cayó encima de la mesa.
Me empalmé y descapullé totalmente. Las besé en la puntera y lamí sus suelas. Sus calcetines sucios y sudados fueron lamidos con respeto. Olí y lamí los sobacos de la camiseta empapándome con su aroma. Dejé el slip para el final lo lamí, besé y olisqueé. No pude aguantarme y allí mismo me masturbé, mientras me miraba en el espejo deseando que K hiciera lo mismo más tarde. Me limpié y salí a ver a mi adorable trabajador.
Creo que ella se sentía apurada al notar mi erección bajo el bañador. Me la jugué a una carta desde el principio porque estaba muy excitado y le pregunté si quería tomarse una copa conmigo. Sus excusas las fui echando abajo y conseguí que se pusiera su pareo y me acompañara al coche.
Un día, cuando estaba dándole a la manivela (he de decir que no gasto esos tamaños que abundan por estos relatos; mide unos 15’5 cms. y eso en su máximo esplendor) con la tranquilidad de que su marido se había marchado y también sus hijas, vi cómo se acercaba a casa.
No pude apartar mis ojos pues su pequeño bañador dejo al descubierto una de sus nalgas, que se me antojaron firmes y suaves. Ella con toda naturalidad se arregló y procedió a servir los refrigerios. Platicamos un poco y trate de indagar si tenía algún amigo especial y de sus estudios. Ella me contesto:" hay tantos interesados pero ninguno me llaman la atención.