De ida todo fue muy tranquilo la mayor parte del tiempo fui de pie cantando con mis amigos y echando porras al equipo, llegamos al partido el cual ganamos con muy buena ventaja y todos estábamos contentos por eso, pero se hizo tarde y teníamos que regresar a casa.
Llegó el momento que tuve a mi vista todo lo que su vestido había ocultado y ahora dejaba libre. Una espalda lisa, tersa, de una piel dulce, como esculpida en pulido jade. Tan solo un sujetador, por la apariencia casi nuevo, blanco, de fino encaje, con pequeñas puntillas, quebrantaba este bello paisaje que sólo yo, podía contemplar.
Me llevo todo ese líquido a mis pezones mojándolos con mi líquido. Llevo mi lengua a uno de mis pezones y le doy lamidas delante de ti, mientras te pajeas ... vuelvo a mojar mis pezones con mi liquido y agarro tu polla tiesa. Me siento sobre ti y te guío para que me la metas muy adentro.
De pronto empecé a sentirme inundada por una riada de caliente semen que con la fuerza de un grifo empezó a golpearme en lo más profundo de mí, lo que disparó en mi interior el más brutal orgasmo que jamás había sentido y que seguro nunca sentiré.
Un día más, de camino a clase. Lo que pasó en el autobús, aún lo estoy asimilando.
Me dirigí a la parada del autobús y como era costumbre estaba especialmente abarrotada, pero tuve suerte de estar de los primeros y conseguí un buen sitio, casi al final, al lado de una ventana.
No había duda que los dos lo habíamos disfrutado, pero quedaba la cuestión de haber dado el paso temido: haber sido ella de otro, que para hacernos sentir peor moralmente, era un total desconocido y además, lo había hecho ante mucha gente.
Una pareja atravesando una fase dificultosa de su relación retorna a casa en el autobús. Ella comienza una lenta exploración bajo el pantalón de él.
