María gritaba y sus piernas se le doblaban con cada una de mis acometidas violentas. No paré, seguí metiéndosela con todo el vigor que mi movimiento de cadera me permitía, haciendo mover su cuerpo contra el sofá y que su cara chocara con el respaldo
Al llegar a casa solo sentía ganas de estar sola, no le apetecía ver a nadie. ¿Con qué ojos podría mirar a su amiga, sabiendo que su Andrés la había follado y la había hecho correrse varias veces?
Dos pollas se posaron sobre mis manos, una en cada mano, a la vez que otra no de pequeño tamaño se colaba en mi boca. La de mi coño seguía restregándose sobre él,
Ella salió de copas con las amigas. El salió de caza esa noche. ¿Qué pasará cuando se encuentren? El despertar de Viki