Pedro vivía en una casita en Tresanti que apenas bastaba para él, su mujer y su asno. Cuando Juani iba a Tresanti, lo alojaba en su casa y lo atendía como mejor podía. Pero como la casa solo era un pequeño cuarto, Juani se tenía que acostar en la cuadra, sobre un montón de paja, junto a la yegua y el asno.
Ricardo hizo un par de llamadas a unos amigos y rápidamente quedó de acuerdo con ellos con respecto a lo que necesitaba, seguidamente nos encaminamos a su apartamento, los dos íbamos excitados y en cuanto penetramos en el ascensor nos abrazamos y besamos furiosamente, cuando entramos en el apartamento ya estaba semi desnuda, menos mal que no nos encontramos a ningún vecino, se armaría un escándalo. Ricardo era de una fogosidad inaudita y yo no lo era menos, los dos nos compenetramos a las mil maravillas y cuando nos lanzamos a una relación sexual somos como dos animales en celo.
Janelo, que aquella mañana aún no había satisfecho sus deseos, al ver a Peronela reclinada sobre la tinaja, y moviendo su cuerpo para indicarle al marido los sitios, se acercó por detrás y le subió la falda hasta la cintura, dejando al descubierto sus juveniles muslos y su hermoso culo, y como los caballos salvajes asaltan en las anchas llanuras a las yeguas, le ensartó a Peronela un puyazo trasero, con entradas y salidas repetidas, hasta que satisfizo por completo sus deseos.
A la tarde llamo a Pedro, también me cogió, yo lloraba, mientras lo hacía, pero creo que lloraba, más por Oscar, que había perdido la oportunidad de que lo amaran.
La mujer tomo una especie de crema o lubricante, me abrió las nalgas y me la untó en mi culo. Luego le pasaron un vibrador y me lo introdujo suavemente por mi puerta trasera. Jamás me habían penetrado con un vibrador por ninguna parte.
Besé a Johanna en la boca y apenas opuso resistencia. Apretaba sus tetas contra mi pecho. La volví a besar. Minutos más tarde estábamos enredados en apasionados besos. Jamás pensé que resultaría tan fácil.
Me tocó lo que peor podía tocarme. Tenía que comer, pero era un coño y era el coño de Juani... Me quité las bragas como ultima prenda, pues no estaba dispuesta a aquello, a pesar de las protestas de Juani
Me quedé allí un poco, saboreando las sensaciones de estrechez y temblores que sentía Sara. Le cedí la iniciativa cuando la lengua de Hugo recuperó el ritmo de su placer, y no me sorprendió lo más mínimo ver a Eva empalada
Llegaron sobre la medianoche, borrachas como cubas. Las estiré juntas sobre la cama de Elena, y se durmieron de inmediato. Les quité la ropa, y vi que ninguna llevaba ni el bikini ni tampoco ropa interior.
Sus manos me desnudaban mientras su lengua penetraba decididamente en mi boca. La parte de arriba del vestido que se desabrochaba por una serie de botones que la recorrían, se abrió al saltar el último botón.