Mientras Laura con sus manos se abría los labios vaginales quedando a mi vista un tremendo hoyo que yo lamía y lamía hasta arrancarle otro tremendo orgasmo, fue una acabada de película, durante todo el orgasmo ella no soltó los labios abiertos, siempre manteniendo ese hoyo a la vista, por lo que levanté mi cara y deje esa exposición a la vista de Verónica, la que miraba extasiada la concha de su hermana, que chorreaba de jugos, Verónica me tomó la cabeza y me la llevó a la zorra de Laura para que siguiera chupándola, luego metió su mano tomando mi cara y darme un beso en la boca traspasándole los jugos que yo había sacado.
Me tiritaban las piernas en la posición que me encontraba, así que me saqué los zapatos con los pantalones que tenía arremangados y la camisa quedando totalmente desnudo me tendí en la cama haciendo que Laura se pusiera para iniciar un sesenta y nueve con ella, para lo cual la despojé de lo que quedaba de ropa, falda y calzón solo quedaron las medias con ligas, metí mi boca en su choro.
Luego de sacar la tapa de adelante volví a pasar al otro lado con el pretexto de revisar los enchufes, advirtiéndole que no soltara el cable ya que iba a revisar las conexiones, esta vez al pasar hice una mayor presión en su trasero, sintiendo en mi pico la partidura de sus nalgas, deduciendo que si venía saliendo de la ducha y estaba sin sostén también estaría sin calzones.
Nosotros acostumbrados a estar solos nos paseamos desnudos por la casa, y como hemos contado antes incluso cuando esta la sirvienta o criada, y es habitual en nosotros que de repente tengamos relaciones en cualquier parte de la casa, ambos gozamos a plenitud el sexo, además de la excelente comunicación que tenemos.
A todo esto eran las cinco y media de la tarde y las labores de la casa no habían avanzado mucho, ella se percató y me dijo voy volando a terminar las cosas, no vaya a ser cosa que como usted está enfermo la Sra. Verónica se le ocurra llegar más temprano, así que salió corriendo a lavar las cosas del almuerzo y terminar de planchar una ropa, yo partí a la ducha, saliendo como a la media hora, ya más renovado de la agotadora tarde.
Parte de una serie de confesiones desde que nos iniciamos en las relaciones con las criadas.
Llegó más temprano que de costumbre iniciando las labores de aseo con mucho sigilo para no molestar, al sentirla nosotros que estaba sola la llamamos al dormitorio y le preguntamos por su madre, comunicándonos que se encontraba enferma y que ella haría las cosas hasta terminar, luego de mucho tira y afloja pusimos en campaña nuestro plan.